Ante el desafío de los globos chinos, Biden responde con incompetencia

Tras admitir China dos días atrás que el imponente globo de vigilancia visto sobre los Estados Unidos de América era propio, emergen preguntas de índole vital.


¿Qué es lo que China montorea? ¿Qué tan invasiva es la maniobra? ¿Se trata de un acto de agresión? ¿Deberíamos creer lo que China afirma, cuando declaman sus autoridades que se trató de un accidente?

Todo lo que hace Pekín observa una intencionalidad, y hasta tanto no comprendamos extensivamente sus intenciones, no podremos evaluar genuinamente el alcance de la amenaza.

China cuenta con capacidades espaciales muy notorias, a la hora de observar lo que ocurre en la Tierra. Acaso exista un nicho particular que esté buscando llenar, mediante el empleo de globos. Los globos y otros dispositivos aéreos destinados a monitoreo aéreo y recolección de información de inteligencia -dotados de tecnología moderna y potenciados por paneles solares- están siendo cada vez más utilizados por fuerzas militares modernas, para desarrollar misiones especiales.

Es motivo de preocupación el hecho de que estos globos hayan monitoreado objetivos críticos para la seguridad de los Estados Unidos -y no solamente bases de misiles situadas en el noroeste del territorio estadounidense-; y no por primera vez.

El pasado año, un globo similar -que no se atribuyó formalmente al tutelaje chino- fue avistado en cercanías de la costa de Kauai, en Hawaii -en la periferia del campo de misiles Barking Sands. Y esto fue un tema de gran importancia. El sitio de referencia es utilizado por los Estados Unidos para probar vehículos interceptores de misiles y novedosos sistemas de radar -amén de ser base para el campo de pruebas de la escuela de submarinos de la flota nacional.

Según se ha informado, se registraron vuelos sobre Guam -que también incluye instalaciones militares estadounidenses- y Canada, que oficia de anfitrión para los sistemas de alerta temprana estadounidenses ante lanzamiento de vectores balísticos.

De tal suerte que, a efectos de aportar claridad, lo importante es que ignoramos qué tan importante es el asunto -con perdón por la redundancia. Y el hecho de que, inicialmente, el Pentágono haya buscado minimizar el problema, es perturbador.

El gobierno en Pekín declara que se trataba de un globo meteorológico que se alejó de su curso prestablecido -pero esta afirmación no es creíble. Lo que genera reparos en este caso es que el régimen pretenda que pueda ofrecer semejante explicación y salirse con la suya.

Se trata del mismo régimen que niega la perpetración de un genocidio contra más de un millón de personas de la etnia uighur, y del mismo gobierno que alguna vez afirmó que el COVID-19 se había iniciado en Italia.

Lo que quizás sea más perturbador aún no es que Pekín mienta con notable recurrencia, sino el modo en que, cándidamente, funcionarios estadounidenses tales como John Kerry insistan en que debemos negociar con China de buena fe -particularmente en temáticas como el clima.

¿Cuál debería ser nuestra réplica, y cuándo debería darse la misma? El primer paso exige maximizar la información de inteligencia que podemos obtener, a efectos de determinar la verdadera naturaleza del 'globo meteorológico'.

¿Qué sigue? ¿Podría este desarrollo volver a tener lugar? Absolutamente. En lo personal, no creo que los chinos le teman a la presente Administración estadounidense.

El problema aquí, sin embargo, es bastante más grande que el tamaño de los globos. Hemos de comprender qué hay detrás de los dispositivos -es decir, qué se propone China- y ponerle fin.

¿Qué tan preocupante es, en general, el tema? Adquiere una dimensión importante, porque se trata de una señal que ilustra que la Administración Biden no tiene la menor idea sobre cómo lidiar con la amenaza china. En apariencia, la competencia del gobierno de Joe Biden puede compararse al modo en que ha gestionado la seguridad de nuestra frontera sur.

Artículo original, en inglés