Estados Unidos: al respecto de la diferencia entre secretos y mentiras
¿Puede la propia Casa Blanca comprender la distinción?
Los recientes desarrollos registrados en Washington en relación a Ucrania y a Oriente Medio me recuerdan que existe una notoria diferencia entre la manutención de secretos cuando una situación lo amerita, y entre mentir al respecto de asuntos que no portan genuinas razones para hacerlo -más allá del apuro político. En mi caso individual, habiendo invertido más de veinte años en agencias de inteligencia estadounidenses en donde el secreto era la norma operativa, me gustaría consignar la distinción: un secreto legítimo sería equivalente a no revelar información que pondría a personas o a intereses nacionales en peligro; mientras que una mentira equivaldría a cometer un delito, fabricando en el proceso una narrativa que negaría o bien ocultaría que cualquier evento desagradable tuvo lugar. En lo que respecta a la mentira, por cierto, me refiero al bizarro comportamiento incurrido por el gobierno de los Estados Unidos -más particularmente desde el 11 de septiembre de 2001-, con miras a cometer delitos y luego fabricar razones vinculadas a la seguridad nacional o a su política exterior, para argumentar alguna decisión agresiva o coercitiva que hubiesen sido imposibles de justificar. Esta modificación en el comportamiento ha observado una consecuencia profundamente negativa, con gran parte del mundo hoy inclinado a identificar a los EE.UU. como el país más peligroso del planeta -hablando globalmente-, en términos de representar la mayor amenaza contra la paz en el concierto de las naciones.
Razonablemente, podría uno otorgarle la medalla de oro a la destrucción creativa a la Administración de George W. Bush, que encumbró la mentira a un nivel jamás imaginado previamente en Washington. Bush contaba con un equipo neoconservador en control de la política exterior, concentrado en el Pentágono con Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz, y Doug Feith -junto a Scooter Libby en el despacho del Vicepresidente, quien no titubeó a la hora de introducir información falseada a través del sistema para justificar una absolutamente fraudulenta guerra contra Irak. Los conspiradores, mayormente vinculados al gobierno israelí, respaldaron el deseo de Tel Aviv de entonces, coincidente con que las fuerzas armadas estadounidenses atacasen Bagdad. Se les unió en su impulso belicista el inepto Secretario de Estado Colin Powell, una ostensiblemente ignorante consejera Condoleezza Rice, y un extremadamente ambicioso George Tenet en la CIA. En ese contexto, lo que el presidente de los Estados Unidos en realidad pensó -si es que acaso estaba en capacidad de hacerlo- sigue sin conocerse. El resultado fue la catástrofe de Irak, con centenares de miles de civiles muertos luego de la monumental mentira de las 'armas de destrucción masiva' que Saddam Hussein tenía en sus manos. Hoy día, veinte años después del evento, Washington aún cuenta con soldados en Irak, aún cuando el parlamento iraquí ha exigido en numerosas oportunidades que Washington los retire.
Es interesante, sin embargo, que lo que sucedió en tiempos de George Bush fue un juego de niños al comparárselo con el ambiente político hoy vigente, en donde los medios masivos de comunicación se han unido a las mentiras que la Administración de Joe Biden ha diseminado en todo andarivel posible. Entre ellas, se cuentan un acto de guerra perpetrado contra un adversario que cuenta con armas nucleares y contra un aliado de Washington (en la forma de la destrucción del ducto Nord Stream), desarrollo claramente ejecutado por los EE.UU. contra Rusia y contra Alemania, luego de que -con incoherencias- Biden advirtiera públicamente que así lo haría. Desde que el periodista-investigador Seymour Hersh develó la trama de encubrimientos, los Estados Unidos y sus medios de comunicación cautivos han replicado, ayudando a reflotar la alternativa completamente inasequible de que el trabajo pudo ser llevado a cabo por un puñado de ucranianos rebeldes que operaban desde un pequeño bote pesquero. Los intentos rusos en pos de que Naciones Unidas o bien la Corte Penal Internacional investigasen el asunto han sido obstaculizados exitosamente por Washington que, de su lado, contó con el fructífero intento de un abogado británico, con miras a investigar a los rusos por crímenes de guerra en el tribunal internacional.
En la más reciente edición de la Casa Blanca -que remite a más mentiras-, se supo que el gobierno estadounidense decidió arrojar a un limbo a un soldado de 21 años de edad vinculado a la Guardia Nacional. Se trata de Jack Teixeira, quien ha sido acusado de robar y hacer pública -en un chat del Internet- información clasificada de seguridad nacional. El uniformado bien podría ser culpable de haber hecho lo que hizo, aún cuando sus motivos son esquivos, y su capacidad para hacerse del material es, cuando menos, cuestionable. Yendo más al punto, sin embargo, está el contrarrelato: los documentos revelan que los ucranianos se encuentran a punto de perder su guerra contra Rusia, lo cual ha compelido al presidente Volodymyr Zelensky a buscar la membresía de la OTAN para su país, y a exigir se le entreguen más armas de largo alcance con las que podría golpear directamnete a Rusia; con ello, forzar a los Estados Unidos y a OTAN a ingresar más directamente en el conflicto. El reciente y probable intento de asesinar a Vladimir Putin empleando una aeronave no tripulada (drone) perfectamente puede ser parte de aquel plan y, de acercarse a un eventual éxito, la demoledora réplica rusa podría, con toda probabilidad, propiciar una escalada del conflicto que dé lugar a un desastre de magnitud global.
La información de inteligencia filtrada sugiere que Ucrania no estará ya en condiciones de defender su espacio aéreo desde finales del mes en curso, y que rápidamente se quedará sin munición. Estos 'hechos' eran bien conocidos por Lloyd Austin, Secretario de Defensa, cuando el mencionado testificó semanas atrás que Kiev estaba ganando en su enfrentamiento versus Moscú. Por su parte, Biden siguió negando que hubiese soldados de los EE.UU. involucrados en el conflicto. No obstante, la documentación dada a conocer refiere que Biden miente, o bien que no ha sido informado debidamente. Los documentos reflejan que Washington no tiene la menor intención de propiciar conversaciones de paz, que pondrían fin al conflicto en 2023. Sucede que, claramente, la Casa Blanca desea hacer frente a los comicios de 2024 con Biden exhibido como un 'presidente en guerra' -una suerte de defensor y vigilante de los Estados Unidos, a la hora de apelar a los votantes.
Desde el punto de vista del contribuyente promedio en los EE.UU., el hecho de que el Tesoro haya otorgado, o bien prometido, más de US$ 100 mil millones a un gobierno ucraniano insanablemente corrupto para oponerse a una Rusia con armamento nuclear que en modo alguno amenazó la seguridad continental de los Estados Unidos previo al inicio de los combates en febrero, debería ser significativo. Y, ¿qué sucedió con la denominada Acta para Poderes Bélicos que exige al Congreso elevar una declaración de guerra? ¿Dónde puede nadie hallar una ventaja del conflicto, para el pueblo estadounidense?
Pero hay más. Se ha conocido recientemente también, incluso de parte de Sy Hersh, que Volodymyr Zelensky y su pandilla de criminales se robaron US$ 400 millones en efectivo aportados por la Administración Biden para adquirir combustible diésel para el Ejército de Ucrania. El fraude fue descubierto por la CIA, cuyo director -William Burns- en rigor confrontó a Zelensky en persona con las cifras y las identidades detalladas de los involucrados, durante enero pasado. Zelensky y sus amigos beneficiarios llevaron a cabo la maniobra obteniendo el dinero del Tesoro de los Estados Unidos, a una tasa basada en petrodólares por galón -más costos de envío o shipping-, previo a dar vuelta todo y comprar el combustible a proveedores más baratos en el orden regional, incluyéndose aquí a la refinería de la firma Lukoil Neftohim Burgas -situada en Bulgaria. La diferencia monetaria luego desapareció de los bolsillos de Zelensky y sus generales. Y, ¿de dónde provino el combustible de menor precio? Pues, el grueso del mismo provino de Rusia, y también... de Irán.
Sin lugar a dudas, se habrán conocido novedosas presiones de parte de un pequeño grupo, mayoritariamente integrado por legisladores del Partido Republicano. Matt Gaetz presentó un proyecto legislativo en la Cámara de Representantes, exigiendo a la Casa Blanca que proporcione información detallada al extremo, incluyendo 'copias de cualquier documento existente en el que se subrayen los planes de asistencia militar a Ucrania. Adicionalmente, la resolución le ordena a Lloyd Austin, Secretario de Defensa, que divulgue la cifra de activos de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, incluyendo a activos de operaciones especiales, desplegados en territorio ucraniano sin aprobación de la autoridad legislativa, La Administración Biden y otras naciones aliadas han estado engañando al mundo al respecto del estado de la guerra en Ucrania. Habrá de proceder con absoluta transparencia esta Administración, transparencia que exige el pueblo estadounidense, cuando su gobierno está haciendo apuestas en una guerra contra un adversario con capacidad nuclear, desplegando fuerzas especiales en suelo de Ucrania'.
Mientras tanto, Marjorie Taylor Greene -también Republicana- se involucró en el particular junto a sus colegas partidarios, tras congratular al supuesto informante que filtró los documentos del Pentágono, en razón de la exposición que los mismos refieren sobre el conflicto en Ucrania. Dijo ella: 'Jack Teixeira es hombre, blanco, cristiano, y pacifista. Eso lo convierte en un enemigo del régimen de Biden. Y Teixeira dijo la verdad en relación a las tropas que se encuentran en suelo ucraniano, y sobre mucho más. Hemos de preguntarnos: ¿quién es el verdadero enemigo?'. El senador Lindsey Graham, así como también el liderazgo del Partido Republicano atacó de inmediato a Greene, denunciándola por su postura antibelicista. Graham, quien recientemente defendió la idea de invadir México para resolver el problema estadounidense de las drogas, calificó los dichos de Greene como 'uno de los más irresponsables que ha compartido', agregando que los mismos 'destruirían la capacidad de los Estados Unidos de América de defenderse a sí mismos'.
Finalmente, John Brennan -Director de la CIA- denunció los comentarios de Greene, del siguiente modo: 'Desde mi perspectiva, creo que Marjorie Taylor Greene ha probado, una y otra vez, que no se encuentra en capacidad de ocupar un puesto público...'. Vale recordar, por un momento, que Brennan en persona fue uno de los peores directores que la CIA tuvo en su historia. Brennan defendió la tortura contra 'terroristas' a manos de la Agencia, así como también defendió los ataques con drones con el fin de aniquilar a sospechosos en el terreno, en Oriente Medio y Asia. Colaboró Brennan con los esfuerzos que buscaban detonar a la campaña de Donald Trump y, en octubre de 2020, firmó una carta en la que afirmaba que 'la campaña reeleccionista de Trump bien podría estar beneficiándose de una campaña desinformativa preparada por Moscú, iniciativa que pudo haber influenciado el resultado de las elecciones. En cierta oportunidad, tras registrarse una reunión de Trump con el presidente Vladimir Putin en 2018, Brennan observó: 'La conferencia de prensa de Donald Trump en Helsinki se enmarca, y supera, el umbral de 'altos delitos'. Lo que hizo fue digno de un traidor. No sólo los comentarios de Trump son imbéciles, sino que él mismo está en el bolsillo de Putin'.
El intercambio entre el Partido Republicano y entre casi todo el arco del Partido Demócrata sirven como uno de tantos indicativos para certificar que el problema con el gobierno de los Estados Unidos es sistémico: el país marcha a la guerra mientras denigra a sus críticos y luego miente sobre todo problema percibido -por cuanto ésta es la opción predilecta de la Casa Blanca y del Congreso. Sin importar quién gane en 2024, siendo excepciones Robert Kennedy Jr. o Tulsi Gabbard, el resultado en términos de una política exterior fracturada e incoherente -que, en realidad, hiere a los EE.UU.-, será el mismo.
Artículo original, en inglés
Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.