Lo que más temen las élites globalistas: la consolidación de un conservadurismo nacional robusto
El problema de las crisis culturales y de las instituciones occidentales que crujen sólo puede remediarse...
El problema de las crisis culturales y de las instituciones occidentales que crujen sólo puede remediarse con el protagonismo de un movimiento conservador de mayor alcance, enfocado en la renovación de la identidad nacional y en la finalidad de sus políticas públicas -expresó el presidente del think tank estadounidense The Heritage Foundation, en una reciente conferencia llevada a cabo en Londres, Reino Unido.
Kevin Roberts, presidente de la institución, se refirió con esos conceptos en la Conferencia para el Conservadurismo Nacional de Londres, desarrollando sobre lo que denominó 'burkeanismo de una nación única' -en referencia al conservador británico y estadista Edmund Burke.
Roberts desarrolló sobre la necesidad de que los conservadores en Occidente no solo habrán de enfrentarse a una izquierda globalista de confesión totalitaria que cada vez gana mayor empuje, sino que también los conservadores deberán promocionar una agenda positiva que fortalezca los cimientos de la sociedad: familia, iglesia y sentido de comunidad.
Ese movimiento comienza -aunque no finaliza- con la protección del concepto de nacionalidad per se.
'Como ocurrió con la elección de Donald Trump en los Estados Unidos en aquel mismo año, el movimiento Brexit encumbró las esperanzas y horizontes de un conservadurismo más nacionalista en el concierto occidental', puntualizó el líder de Heritage. El Brexit (síntesis de 'British Exit') fue un referendo llevado a cabo en junio de 2016 en el que la ciudadanía británica votó a favor de retirar al Reino Unido de la Unión Europea.
Infortunadamente, explicó Roberts, y a pesar del momentum generado por el Brexit y por la elección de Trump, los partidos políticos del centroderecha fracasaron a la hora de traducir esas victorias en una 'agenda de gobierno reformulada'. Dijo Roberts que el fallo al momento de consensuar un programa abarcativo en materia de política pública fue catastrófico para esos partidos, especialmente en razón de la obsesión que exhibe la izquierda cuando se trata de imponer su ideario a las distintas sociedades.
La Nueva Izquierda -'ambiciosa, progresista, elitista y globalista'- cargó consigo muchas de las ideas desarrolladas por sus predecesores, como 'democracia', 'igualidad', 'diversidad' o 'justicia', señaló Roberts. Pero 'su objetivo no ha sido ganar elecciones, sino ponerles fin a todas, puliverizando toda forma de disenso y neutralizando lo que estima como instituciones subversivas'.
Quienes efectivamente han logrado impedir la consolidación de esta pesadilla progresista han sido referentes del conservadurismo tales como 'Donald Trump y Ron DeSantis, el Brexit, el primer ministro Viktor Orban, y esta presente conferencia', apuntó Roberts, completando después:
La institución que conocemos como Nación es la fuente y el reservorio que los globalistas necesitan para consolidar sus objetivos, en tanto es uno de los más resistentes ante cualquier intento de captura por parte de la élite.
A diferencia de las corporaciones, los gobiernos y aún las iglesias, las naciones no cuentan con departamentos de Relaciones Públicas a los que se pueda atropellar. Las naciones tienen cultura, lealtades y pasiones que se superponen a cualquier mero instrumento político -y, con ello, cuentan con el poder para derrotar a las ambiciones del globalismo.
Son esos caracteres lo que convierten al conservadurismo nacional en un oponente más implacable que el 'conservadurismo de establishment', cuyos líderes 'ambicionan contar con la aprobación de élites'; a su vez, éstos son susceptibles a la perspectiva común de la Izquierda, sentenció Roberts.
Agregó luego que los partidos conservadores se han venido mostrando a la deriva desde la Guerra Fría, perdiendo de vista los 'objetivos permanentes' cuya preservación y defensa fueran objeto de su nacimiento.
'En algún momento del camino, los líderes conservadores olvidaron que los mercados, la globalización, el individualismo, el crecimiento del producto bruto y las alianzas con el extranjero eran medios; no fines', agregó; para confirmar después que esta realidad convirtió en ineficiente a toda oposición contra la Izquierda, que carece de confusión mientras avanza sin descanso para combatir a todos aquellos que defienden un ideario con base en la 'fe, la familia y la bandera'.
En tal sentido, el conservadurismo nacional no es un complemento de las ideas de Ronald Reagan o de Margaret Thatcher, dijo Roberts, sino que es una reafirmación de lo que aquellos líderes y sus movimientos defendían. El director de Heritage continuó: 'Aquellos defendieron conceptos tales como democracia, Estado de derecho, libertad de expresión, devoción religiosa, matrimonio y familia, libertades ordenadas, derechos de propiedad y, en efecto, el libremercado', añadió.
Las cúpulas políticas de la actualidad actúan en oposición a aquellos valores, al tiempo que desprecian la idea de nación, dijo Roberts y, en consecuencia, 'lo que ayer fueron naciones fructíferas con base en el conservadurismo, hoy son ámbitos para un globalismo estéril, desprovisto de nacionalidad'.
De tal suerte que, lo que Roberts califica como 'complejo industrial progresista' ha edificado un formato de totalitarismo elitista a través de la Unión Europea y de Naciones Unidas. Las élites globalistas buscan destruir todo 'pequeño pelotón' vinculado a la sociedad, como los llamaba Burke, por cuanto rivalizan con ese poder.
'En la perspectiva de las élites globalistas, los "pequeños pelotones" de Burke son células durmientes, afiliadas al terrorismo', sentenció Roberts.
Acto seguido, Roberts afirmó: 'El abandono de la Unión Europea y el alejamiento frente a la mascarada diseñada por las élites de la UE consignaron, precisamente, el camino correcto para el Reino Unido', refiriéndose al Brexit. No obstante, ese triunfo no debería contemplarse como una victoria definitiva, en función de que 'las guerras no se ganan con evacuaciones', en atención al famoso discurso de Winston Churchill al respecto de la Batalla de Dunquerque.
El presidente de Heritage compartió apuntes adicionales:
La pregunta que continúa vigente desde 2016 no invita a preguntarse si acaso el pueblo británico tiene el poder para navegar como un Estado-nación independiente a lo largo del siglo XXI. Claramente, Gran Bretaña puede hacerlo.
Tampoco el eje de las preguntas es si acaso las élites globales del mundo corporativo, político y cultural se lo permitirán porque, en el mundo real, casi no tienen voz ni voto en esta materia.
Antes, bien; la pregunta es si acaso el Partido Conservador -como el Partido Republicano en los Estados Unidos- puede mantenerse en la senda de las victorias de 2016 para luego construir una nueva mayoría gubernamental sobre la base de un conservadurismo novedoso, de Una Nación.
Este es el tipo de nacionalismo y de populismo al que las élites verdaderamente temen, consignó Roberts. Sus principios, dijo, se sintetizan en la idea de que el Reino Unido pertenece a 'su pueblo', mientras que sus 'instituciones políticas, corporativas, espirituales y cívicas deberán servir a ese pueblo, y nunca al revés'.
Artículo original, en inglés
Jarrett Stepman se desempeña como colaborador y columnista en el sitio web The Daily Signal (Estados Unidos). Reside en Washington, Distrito de Columbia.