El objetivo de Irán
Teherán tiene un objetivo a la vista: aprovechar la guerra entre Israel y Hamás...
Teherán tiene un objetivo a la vista: aprovechar la guerra entre Israel y Hamás para establecer a Irán como un Estado nuclear declarado.
La probabilidad de que Hamás haya orquestado sin ayuda los ataques terroristas del 7 de octubre en suelo israelí, equivale casi a cero.
Hamás sabía que su propia infraestructura militar y su liderazgo recibirían el contragolpe israelí, durante la réplica. Los residentes de la Franja de Gaza quedarían en medio del fuego cruzado. Entonces, ¿para qué asumir ese riesgo?
Podría estar desarrollándose un juego de magnitud aquí. Hamás ha personificado una guerra subsidiaria, para beneficio de Irán.
E irá a peor. Ya se conoce de informes sobre combates en el norte de Israel y de incursiones realizadas por activos de Hezbolá -otro consorcio subsidiario iraní-, desde el Líbano.
Hezbolá tiene un poder de fuego aún superior al de Hamás. Cuando Hezbolá ataca, el escenario muta abiertamente en una guerra.
La probable respuesta israelí podría aniquilar cualquier acción de corte ofensivo por parte de Hezbolá. En Gaza, las Fuerzas de Defensa de Israel probablemente no detengan su marcha hasta que la infraestructura de Hamás sea pulverizada.
Por otra parte, es improbable que Israel vuelva a ocupar Gaza, aunque las IDF no cesarán en su campaña operacional hasta tanto no se certifique que Hamás perdió definitivamente su capacidad ofensiva para combatir en el corto plazo.
Irán no puede aspirar a lograr la destrucción de Israel. Sin embargo, el régimen islamista puede apostar a una campaña sangrienta que debilite a Israel y, en el ínterin, humille a los Estados Unidos de América.
Un Israel débil y acosado por padecimientos domésticos, sumado ello a un presidente estadounidense sin destino, configuraría un proscenio perfecto para que Teherán declare oficialmente su tenencia de armamento nuclear.
Irán podría apurarse en declarar su status nuclear previo a que la situación se aclare, haciéndolo previo a que el período del presidente Joe Biden finalice (en enero de 2025), legándole al próximo jefe de Estado en los EE.UU. un panorama en el que deba lidiar con un flamante Estado nuclear en Oriente Medio.
Ya con Israel y los Estados Unidos distraídos y con su reputación herida, otras potencias en Oriente Medio podrían anotarse en la carrera. ¿Se apurarían en obtener su propio arsenal atómico? ¿O aprovecharían el concierto para acercarse más a China, o acaso a Rusia?
Una vez que Irán revele su novedoso status, nadie puede aventurar lo que el régimen pueda hacer. El escenario más obvio es el del chantaje nuclear, esto es, propiciar un bloqueo de los envíos de crudo desde los Estados del Golfo Pérsico -a no ser que ciertas condiciones planteadas por Teherán se cumplan. Ello desataría una nueva crisis de energía en el concierto internacional.
Si los Estados Unidos e Israel tropiezan con ese proscenio, acaso Irán podría decidir que no es hora de presionar el botón rojo y declarar su realidad atómica. No obstante, atemoriza el hecho de que, ahora, los mulás cuentan con esta opción -porque Biden ayudó a Teherán a llegar hasta aquí.
Con toda razón, se ha afirmado que la Administración Biden es responsable por haber liberado al menos US$ 43 mil millones en financiamiento para la República Islámica, conforme lo ha observado mi colega Tyler O’Neil en el sitio web The Daily Signal, citando material de la Fundación para la Defensa de la Democracia (FDD).
Y seamos honestos. Biden intentó sobornar a Irán, pero los mulás se burlaron de él -llevándoselo por delante. Joe Biden es el hazmerreír de la geopolítica.
El único modo en que Biden podría recuperar protagonismo en el juego es dejando de actuar como un sonámbulo a través de la historia, procediendo de inmediato a liderar seriamente a los Estados Unidos y al resto de la región, en una sólida réplica que reprima a Irán por haber incendiado Oriente Medio, a efectos de apuntarlar sus maliciosos propósitos.
Artículo original, en inglés
Poseedor de master y doctorado en la Universidad de Georgetown, Carafano es un reconocido experto en temáticas de seguridad nacional y desafíos en política exterior. Es vicepresidente de Estudios en Políticas de Defensa y de Política Exterior en la Fundación Heritage, y Director del Instituto Kathryn y Shelby Cullom Davis de Estudios Internacionales. Es también historiador e investigador; su publicación más reciente es "Wiki at War: Conflict in a Socially Networked World" ('Wiki en Guerra: el Conflicto en un Mundo Socialmente Interconectado', 2012), obra que examina el impacto revolucionario del Internet en la seguridad nacional. Es Teniente Coronel del Ejército de los Estados Unidos. Recientemente, se ha desempeñado -asesorando en temas sobre los cuales es experto- en el equipo de transición del presidente estadounidense Donald Trump.