Acertadamente, Meloni pone fin a convenio de Italia con China
La primer ministro italiana Giorgia Meloni compartió un discurso navideño, pocas semanas atrás, desplegando señales futuras...
La primer ministro italiana Giorgia Meloni compartió un discurso navideño, pocas semanas atrás, desplegando señales futuras en torno a una Europa libre y próspera, tras ponerle fin al convenio de Roma con la Iniciativa de la Ruta de la Seda de Pekín (BRI).
A pesar de las garantías firmadas por el Partido Demócrata -de centroizquierda-, espacio que inicialmente patrocinó el convenio, Italia -al igual que las otras 17 naciones de la UE que firmaron estos acuerdos- jamás pudo obtener beneficios tangibles de su vínculo con China. En lugar de ello, Pekín se abrazó a esos acuerdos para dar mayor impulso a su poderío -y para ampliar su esfera de influencia.
Más específicamente, China ha utilizado su Iniciativa Ruta de la Seda con el objetivo de dividir y marginar a Europa, comprando terminales portuarias y otra suerte de infraestructura crítica, acorralando al mercado de las telecomunicaciones e interfiriendo en otros sectores de la economía; finalmente, presionando a las naciones europeas para que compitan por atención y acuerdos con Pekín -antes que enfocarse en trabajar mancomunadamente para defender sus propios intereses.
Meloni, primer ministro italiana desde octubre de 2022, se ha esmerado para torcer esta dinámica, y poniendo a Europa por delante -en desmedro de China. En 2022, previo a las elecciones legislativas italianas, Meloni expresó simpatía por Taiwán -enfureciendo a la embajada de la República Popular China.
En marzo pasaso, Meloni visitó la India, fortaleciendo los vínculos entre Roma y Nueva Delhi -más aún, restando influencia a las relaciones entre Roma y Pekín.
Previo a su visita a Washington del mes de julio, Meloni indicó que el final del convenio por la Ruta de la Seda se hallaba próximo. Pero, cuando finalmente cercenó esa relación, la primer ministro probó contar con la valentía necesaria. Al mismo tiempo, sentó un sólido ejemplo para otras naciones en la comunidad transatlántica.
Sin embargo, Roma no debería dormirse en los laureles. Con toda probabilidad, China tome medidas punitivas contra Italia -en materia política y comercial. Pekín hizo exactamente eso con Lituania, cuando Vilnius se retiró del club 17+1, esto es, la iniciativa diplomática del Partido Comunista Chino para Europa Central y Europa Occidental.
Más aún, Pekín seguirá intentando poner en la mira a la infraestructura italiana, comenzando por asegurarse una participación en el estratégico puerto de Trieste (foto)-volviendo a Italia más vulnerable frente a la infiltración china y agregándole presión a la Alianza Atlántica en el Mar Mediterráneo.
A efectos de fortalecer sus esfuerzos en pos de bloquear los avances de China, Italia habrá de mirar más cerca para explorar oportunidades de recibir inversiones. Tómese -por ejemplo- el puerto de Taranto. Tal como lo informara recientemente el medio italiano La Verità, esa terminal hubiese terminado en manos de los chinos, de no haber sido por la inversión de US$ 60 millones realizada por un consorcio de origen polaco, dedicado al rubro de la logística.
Sin embargo, si de lo que se trata es de que estos desarrollos se vuelvan frecuentes, Italia necesitará contar con una visión de alcance estratégico. El relanzamiento del corredor entre los mares Báltico y Adriático, que conecta el sur de Europa a Polonia, así como también con el Cáucaso y con Asia Central, es una idea promisoria. Y Meloni ya ha propuesto su Plan Mattei, una sociedad con Africa Occidental y Africa del Norte para construir una comunidad en el Mediterráneo.
De todos modos, la medida más obvia e inmediata para Roma, será unirse a la Iniciativa de los Tres Océanos, tal como lo hiciera Grecia en septiembre pasado. Los 'Tres Océanos' se refieren al Báltico, al Adriático y al Mar Negro. Esta iniciativa, ya afincada, incluye la participación de trece naciones que trabajan en conjunto para el desarrollo de conectividad y la creación de empleos, crecimiento, estabilidad y prosperidad.
En efecto, esta es la versión contrapuesta a la maliciosa visión que cuenta China para la región. Al unirse a la Iniciativa de los Tres Océanos, Italia no solo ayudará a que ese programa se afirme en el Mediterráneo, sino que también logrará Roma fortalecer su vínculo con los Estados Unidos de América. Asimismo, Italia podría trabajar junto a los EE.UU. para neutralizar la influencia china en Africa del Norte -cuadrante en donde Pekín busca ampliar su esfera de influencia, y ponerle presión al flanco sur de OTAN.
Adicionalmente, Italia podría mejorar la relación de la Iniciativa de los Tres Océanos con la República de la India, nación que ofrece oportunidades notables para ampliar la disponibilidad de fuentes de energía y alternativas de conectividad digital. Como contrapartida, tanto Washington como Nueva Delhi podrían incrementar sus inversiones en la propia Italia, fomentando la construcción de un esfuerzo pro-occidental y anti-China.
Resulta alentador que Meloni ya haya demostrado interés en la Iniciativa de los Tres Océanos. En el pasado mes de julio, miembros del gobierno italiano asistieron a un evento organiado en Roma por las embajadas de Polonia y Rumanía -para tratarse la referida iniciativa. Acto seguido, durante septiembre, los think tanks italianos Fare Futuro y el Machiavelli Center oficiaron de anfitriones para analizar prospectivamente el rol italiano en la Iniciativa de los Tres Océanos.
Si Roma finalmente se atreve y decide unirse a la Iniciativa de los Tres Océanos, el obsequio de Meloni de fin de año para Italia (esto es, abandonar a China) ganará relevancia.
Artículo original, en inglés
Escrito con la colaboración de Stefano Graziosi, ensayista y analista político; quien publica sus artículos en el matutino La Verità y en la revista Panorama.
Poseedor de master y doctorado en la Universidad de Georgetown, Carafano es un reconocido experto en temáticas de seguridad nacional y desafíos en política exterior. Es vicepresidente de Estudios en Políticas de Defensa y de Política Exterior en la Fundación Heritage, y Director del Instituto Kathryn y Shelby Cullom Davis de Estudios Internacionales. Es también historiador e investigador; su publicación más reciente es "Wiki at War: Conflict in a Socially Networked World" ('Wiki en Guerra: el Conflicto en un Mundo Socialmente Interconectado', 2012), obra que examina el impacto revolucionario del Internet en la seguridad nacional. Es Teniente Coronel del Ejército de los Estados Unidos. Recientemente, se ha desempeñado -asesorando en temas sobre los cuales es experto- en el equipo de transición del presidente estadounidense Donald Trump.