Peronismo, Hora Cero: reinvención, o disolución

La expresión reinvención puede, legítimamente, resultar exasperante para algún lector escrupuloso, hoy notorias rara avis. Y es que el vocablo insinuaría que el peronsimo es una invención: la confusión puede derivar del hecho de que inventar se emplea con frecuencia como sinónimo de mentir, falsear, o fabular. No es éste el sentido con que lo empleamos aquí: inventar, en este caso, remite al descubrimiento de un método o de una aplicación novedosos, a criterio de resolver alguna cuestión previa.


El peronismo se acerca a un inminente cruce de rutas, y no dispone ya de plazos extensos para tomar decisiones. Si, como se supone, decidiera sobrevivir a la implosión del sistema de partidos generado por el mileísmo, está conminado a reinventarse.
 

El 17 de octubre
 

Setenta y ocho años atrás, una multitud estimada en cien mil trabajadores exigía la libertad del Coronel Perón, y concretaba un acontecimiento bisagra en la historia argentina del siglo XX: el ascenso simbólico del proletariado a la escena política , para compartir roles con la minoría oligárquica -por entonces, en retiro táctico- y con la ascendiente clase media que había arribado con el yrigoyenismo. Cuatro meses más tarde, el peronismo arribaría al poder, el cual retendría durante los nueve años siguientes. La energía concentrada en el período sería de tal magnitud que, aún hoy, el dilema irresuelto en la sociedad argentina sigue sintetizándose en la fractura peronismo/antiperonismo.

Una serie de sucesos se amalgamaron para producir el fenómeno. Para no fatigar al lector, ensayaremos la confección de un listado que, a fuer de acotado, pagará sin duda la crítica de simplificación que imaginamos y aceptamos como costo ineludible.

1. El 4 de junio de 1943, un sector nacionalista del Ejército Argentino, que había esperado una victoria de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, sale al cruce de la historia: pone fin a trece años de fraude patriótico y se interpone ante la deriva socializante que debía estallar tras la incubación de la soberbia terrateniente. A su vez, la logia que conducía la revolución ignoraba que un Coronel de su plana mayor atesoraba otros planes. Cuando intentó abortarlos, ya era tarde: el ciclo bonapartista se habría de consolidar como Movimiento Nacional Justicialista. 

2. El proceso de sustitución de importaciones, iniciado con firmeza tras el fin de la Primera Guerra, se aceleraría incluso durante la Década Infame, con el consentimiento sólo aparentemente paradójico de la gerencia de la Sociedad Rural. Se expande la fábrica como realidad sociológica, y se afirma la precondición que consolida al joven proletariado, en particular en lo que hoy llamamos AMBA.

3. La dirección de la Iglesia Católica ve con buenos ojos el proceso en marcha, y articula sus por entonces poderosos mecanismos de legitimación, a efectos de bendecir a un movimiento de masas que quedará aislado del contagio con el materialismo ateo y disolvente que fluye de la exitosa experiencia de una pujante Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

4. El Estado de 1946 ratifica la función reguladora e intervencionista que el liberalismo oligárquico había impulsado con herético impudor a partir del golpe de 1930. Se consolida, pues, el Estado Empresario; acto seguido, la administración de la energía y el transporte en todas sus modalidades será juridicción de la Administración gubernamental.

5. La sindicalización toma la forma de  un proceso de organización de la clase obrera en la que el Estado se reserva la facultad de discernir autenticaciones exclusivas por rama de actividad. Como recompensa, será considerada 'columna vertebral del Movimiento'.

6. Los factores de poder real exhiben una estructura de mando inapelable y severamente vertical. Dos de éstos ya la detentaban como instrumento idóneo operacional: las Fuerzas Armadas y la Iglesia. Ergo, el Movimiento copiará el curso de las corrientes de mando, que también fluirán, en su seno, desde la cúspide hacia la base.

 

2024: revisión para actualizar y límites de la habilidad proteica del peronismo

 

La reinvencion implicará revisar los postulados históricos y sociopolíticos que dieron por resultado la conformación del principal movimiento de masas, considerado tanto como acontecimiento nacional como precursor en la América del Sur. El listado que el paciente lector ha seguido hasta aquí podría ser revisitado con provecho, a fin de aportar material a la tarea que nos proponemos.

1. Juan Domingo Perón dirá, alguna vez: 'Yo soy sindicalista; por lo tanto, anticomunista'. La preocupación por la expansión del marxismo que motivara en 1943 a los Jefes del Ejército, parece agotada en el presente 2024. La caida de la URSS selló el cadalso del socialismo y no quedan ya partidos con aspiraciones de poder en la Argentina que levanten o insinúen siquiera las banderas arriadas a partir de 1989 con la caída del Muro.

2. El proceso de sustitución de importaciones ha devenido en un proyecto imposible de sostener con el empuje que detentó hasta 1960. La altísima concentración de capitales multinacionales, transversales a gobiernos y regímenes políticos, determina que las naciones países en vías de desarrollo (en conformidad con el eufemístico calificativo que propiciara la CEPAL) no estén en condiciones de competir útilmente con la producción industrial de los respectivos centros mundiales, en la mayoría de los rubros. Son excepción la industria derivada del agregado de valor a la producción agrícola y minera, en la que se cuente con ventajas competitivas.

3. El rol de la Iglesia Católica y de las iglesias no católicas en general (éstas últimas, declinando luego de un ciclo de expansión ya finiquitado) coincide con el debilitamiento progresivo de la convicción en la trascendencia de la vida humana. La expansión irrefrenable de los mercados en la aldea global y la sustitución de la fe por el efecto analgésico del consumismo explican el fenómeno, entre otras razones -cuyo análisis es ajeno a estas reflexiones.

4. En la Argentina, ha sumado un 56% de los votos un programa que abomina del Estado regulador, intervencionista o empresario. Aunque no se observe hoy con claridad la duración de este período duramente pro-mercado, lo cierto es que la cosmovisión acusa un crecimiento en el concierto occidental. Ningún partido con pretensiones reales de acceso al Poder puede ignorar el fenómeno aunque, sin dudas, es posible matizar, relativizar y mensurar -pero que no parece sensato ignorar o defenestrar.

5. El proceso de desindustrialización está determinando la paulatina reducción de la influencia de los sindicatos industriales. Los sindicatos no industriales en general no tienen peso gravitacional propio, o bien sucede que sus cúpulas son discretamente burguesas y prudentes. El carácter otrora vertebral del movimiento obrero no parece sustentable en el mediano plazo, en tanto su ostentación como herramienta proselitista no parece ser una idea acertada -al considerarse el descrédito de las conducciones sindicales, en proporción notable.

6. La negación de la democracia interna al interior de los partidos tiene, en la actualidad, una repulsa sin atenuantes. El modo vertical, vigente en el Justicialismo desde hace décadas y encubierto institucionalmente mediante una intervención en los hechos, es una mecánica que logra reunir, sin esfuerzo, una condena masiva y sin atenuantes.

 

El Movimiento ha ingresado en una cuenta regresiva. Si sobrevalora su histórica habilidad para alcanzar poder, aún al precio del sacrificio de sus postulados fundacionales, es muy probable que reciba una dolorosa y reiterada lección de la Historia: jamás ha de cruzarse nuevamente el mismo río. Si, por el contrario, advierte que el transcurso del tiempo no siempre es inocente y encara una actualización que se abrace a una revalorización del rol del individuo afiliado o simpatizante por sobre las consignas torpemente autoritarias, es posible que retenga su histórica tarea como alternativa al Gobierno de la República.