Japón y el precipicio del Yen: consecuencias de la crisis monetaria en el Sol Naciente

En las últimas horas, el Yen -la moneda japonesa- ha acaparado los titulares de la prensa internacional. La divisa nipona ha registrado una caída que no observa precedentes en tiempos recientes. Tradicional refugio para inversores en épocas de turbulencia macroeconómica, la crisis del Yen hoy atenta contra ese histórico beneficio.


Pero lo cierto es que la moneda del Japón ha acusado un fuerte impacto devaluatorio, a consecuencia de la brecha existente entre las tasas de interés comunicadas por la Reserva Federal de los Estados Unidos de América (la Fed) y los tipos definidos por el banco central de la potencia asiática.

 

En tal virtud, el Yen ha perdido más de un 25% de su valor frente al dólar estadounidense, durante el último año -alcanzando mínimos de los últimos veinticinco. Las novedades consignan un retroceso por debajo de la frontera psicológica de 150 yenes por dólar de los EE.UU., concierto en el que la dirigencia nipona no ha descartado tomar acciones específicas.
 

Así las cosas, entendidos en la materia han señalado que, en gran medida, la fortaleza de la divisa norteamericana ha fungido como principal impulsor de la fragilidad del Yen. En un escenario en el que la Reserva Federal limitase sus tasas de interés, el Yen interrumpiría su caída, sin volverse necesaria una intervención de última instancia.

 

Una consecuencia palpable de este desarrollo es que la fragilidad de la divisa nipona está sirviendo como poderoso incentivo para los exportadores de la nación asiática, mientras se dispara el costo de las importaciones de materias primas críticas para la industria local. A su vez, la repercusión se observa directamente en los hogares japoneses.

Alerta ante el delicado concierto, la gestión del primer ministro del Japón, Fumio Kishida, no ha descartado la confección y luego implementación de un presupuesto suplementario -medidas que tendrán por fin morigerar el impacto del repunte inflacionario.