La apuesta marítima de China: más allá de la coerción de 'Area Gris' en el este de Asia
El incremento de la agresión de índole militar en la periferia de Taiwán, desde que la llegada al poder del presidente...
El incremento de la agresión de índole militar en la periferia de Taiwán, desde que la llegada al poder del presidente Lai Ching-te el pasado mes, definen hoy una provocativa y novedosa postura castrense de parte de China. En simultáneo, violentos choques con las Filipinas están registrándose en el Mar del Sur de China, en torno al arrecife Second Thomas. El nuevo compromiso de Pekín en el patrocinio de la escalada revela un abandono de su manual operativo previo -esto es, el de ejecutar acciones de 'Area Gris'-, en tanto hoy disparan inédita inquietud en Washington.
Acto seguido, ¿cómo el novedoso comportamiento de Pekín en ambos espacios sintoniza con sus ambiciones estratégicas? Y, más importante, ¿qué sucederá después?
La más reciente demostración marítima china provino luego del discurso inaugural del nuevo presidente electo de Taiwán, el 20 de mayo. Lai fue vilipendiado en Pekín y, en tal virtud, China no perdió la oportunidad de exhibir su insatisfacción, a través de un despliegue de fuerza.
Durante pocos días, la presencia militar china en el Estrecho de Taiwán se mantuvo en estándares de normalidad. Eso cambió el 24 de mayo, cuando China ordenó una serie de ejercicios militares en la periferia de Taiwán, que dieron en llamarse Espada Conjunta-2024A.
Los ejercicios dieron lugar a la mayor actividad del año, con el protagonismo de aeronaves pertenecientes a la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación (PLA). De 63 aeronaves detectadas, 47 cruzaron la línea media en el Estrecho de Taiwán -una acción más que provocativa.
Asimismo, la actividad de la Armada del PLA alcanzó su instancia cenital el 25 de mayo pasado, con 27 navíos activos en torno a Taiwán. Se trató de la actividad más notable desde que se comenzó a tomar registros, en noviembre del 2000 -el episodio incluso superó en magnitud a la réplica de maniobras dirimida a consecuencia del viaje de la Vocero Nancy Pelosi a Taiwán, en 2022.
Más aún, la demora de tres días acusada por los ejercicios Espada Conjunta fue ciertamente ilustrativa. Al tomar nota de eventos pasados que suscitaron una respuesta militar de parte de Pekín, emerge ahora un patrón de conducta. Sin importar que Pekín fuera sorprendida con la guardia baja, como pareció ocurrir con el discurso de Lai, China ha certificado que puede responder y sostener una presencia militar incrementada en la periferia de Taiwán, durante varios días.
Hacia el 25 de mayo, la actividad militar china comenzó a menguar, para retomar una suerte de cénit en réplica a la llegada de una delegación estadounidense a Taiwán el 26 de mayo, liderada por el legislador Michael McCaul (presidente del Comité de Asuntos Extranjeros en la Cámara de Representantes del congreso norteamericano).
La visita no debió representar una sorpresa para Pekín, pero transcurrieron cuatro días hasta registrarse la acción militar china. El 30 de mayo, la Fuerza Aérea del PLA desplegó 38 aviones en cercanía de Taiwán, con 28 de ellos cruzando la línea intermedia.
Entre el 21 de junio y el 27 del mismo mes, se registró otra instancia operativa de magnitud. En su jornada más destacada, 41 aeronaves chinas sobrevolaron la periferia de Taiwán, con 31 de ellas cruzando la ya citada línea intermedia.
Este repunte de la actividad coincidió con los choques registrados en el arrecife Second Thomas, aunque también sintonizó con el incremento de los entrenamientos y ejercicios militares clásicos de la temporada estival en el cuadrante.
Adicionalmente, en lo que consignó un perturbador abandono frente a posturas pretéritas, aviones de la Fuerza Aérea del PLA cruzaron la línea de demarcación intermedia en casi un 70% de los días del año en curso. Esta recurrencia ha servido a la normalización de esta impostura agresiva. Previo a septiembre de 2020, el PLA solo había cruzado la línea intermedia en el Estrecho en cuatro oportunidades, desde que la franja demarcatoria fue establecida en 1954.
Ahora, cada episodio de escalada militar es percibida como menos amenazante, en razón de que el argumento para la definición de lo que constituye una 'actividad normal', ha sido modificada gradualmente -comportamiento que complica cualquier clase de ejercicio predictivo de cara al futuro. Cuando las escaladas militares se normalizan, también el cálculo de los analistas habrá de adecuarse, pero esto sucede en clara ventaja para el agresor, contando los ecosistemas defensivos con menos tiempo para reaccionar.
La inconveniente tendencia ha adquerido una dimensión más amplia, e involucra cada vez a más aeronaves y navíos militares. El 18 de junio, un submarino chino de propulsión nuclear emergió en el Estrecho de Taiwán -se trató, probablemente, de un submarino con misiles balísticos de la clase Jin, con asiento de la Isla de Hainan. Esta fue apenas la cuarta oportunidad en la que fue avistado un submarino en el Estrecho, desde el año 2019.
Finalmente, oficiales de la Guardia Costera china abordaron de forma ilegal un bote turístico taiwanés, en un claro acto intimidatorio; esto sucedió en la isla taiwanesa de Kinmen, y consignó otra novedad en torno al incrementalismo chino durante 2024. Previo a este desarrollo, China siempre respetó el control taiwanés de las aguas en torno a Kinmen. La maniobra responde a la introducción de una ley china que autoriza el empleo de fuerza letal, y de otra novedosa letra de ley que habilita que ciudadanos extranjeros sean arrestados en aguas declaradas como propias por parte de Pekín.
Esta colección de hechos invita a considerar seriamente los eventos que se sucedan en el Mar del Sur de China -otra área que se vuelve cada vez más crítica para las prioridades regionales de Pekín.
Luego de décadas de esfuerzos consensuados, el Mar del Sur de China comienza a parecerse cada vez más a un lago chino. Durante la década pasada, el PLA montó una serie de islas artificiales que mantienen una presencia militar y naval sostenida, en cuadrantes en disputa que, en rigor, se encuentran alejados del territorio chino.
Pekín ejecutó esas maniobras a pesar de haber garantizado el líder Xi Jinping al entonces presidente estadounidense Barack Obama, en 2015, que China 'no tenía intención alguna de militarizar' las islas artificiales. Sin embargo, tales sitios han sido utilizados, desde entonces, para despliegues cada vez más agresivos por parte de la Armada del PLA, y de milicias marítimas en el Mar del Sur de China.
De igual modo, Pekín ha impuesto prohibiciones de índole estratégica contra la pesca para, según se ha informado, otorgar una posición de fuerza a sus propias flotas pesqueras, que en los hechos fungen como milicias marítimas. Todo lo cual derivó en un incremento en las frecuencias de los choques, con heridos y daños para fuerzas marítimas de terceros países.
Esta realidad se ha tornado insostenible, en tanto las escaladas pueden, rápidamente, mutar en conflictos más serios. El presidente filipino Ferdinand Marcos Junior ya ha advertido que, si un ciudadano de su país perdiera la vida en estos incidentes, ello sería interpretado como un acto de guerra: 'Casi ciertamente, equivaldrá a cruzar un límite intolerable'.
El análisis de compendios originados en la Iniciativa Informativa sobre el Mar del Sur de China (South China Sea Data Initiative) ofrece una valiosa perspectiva a la hora de observar las actividades de Pekín en el Mar del Sur de China. Por ejemplo, el promedio de instancias que revelaron actividad marítima china durante 2015 en el Mar del Sur de China se acercó a cuatro. En 2019, el promedio mensual fue de 26, incluyendo al estratégicamente importante Estrecho de Luzón (entre Taiwán y las Filipinas).
Este cuadro comparte una clara desmentida de las promesas realizadas por Xi a Obama.
Mientras que no es sencillo detectar información Open Source para documentar con mayor profundidad esta tendencia, la escalada patrocinada recientemente por Pekín sirve como ejemplo de una de orden superior. El 19 de junio, se registraron agresiones inéditas en la periferia del arrecife Second Thomas, ahora reconvertido en una zona caliente. En esta oportunidad, navíos de la Guardia Costera china embistieron a barcos filipinos, con el personal chino incluso agrediendo a marineros filipinos con cuchillos -en esta serie de incidentes, un marinero de las Filipinas resultó gravemente herido.
Semejante despliegue de agresiones no era esperable hasta hace poco, conforme China se aferraba a un patrón establecido de provocaciones de 'área gris'.
Igualmente alarmante fue el desplazamiento de navíos de guerra de gran porte (del Tipo 075), con infantería de marina y helicópteros chinos en el cercano arrecife Sabina -a apenas 36 millas de distancia. El recurrente apetito de Pekín por el riesgo debería servir para evaluar su futuro comportamiento frente a Taiwán.
La réplica de los Estados Unidos y de sus aliados a las provocaciones chinas en el Mar del Sur de China es información que, ciertamente, Pekín aprovecha para confeccionar su cálculo estratégico.
La reciente actividad china en el Mar del Sur de China continúa siendo objeto de debate entre analistas y entendidos en seguridad naval. No obstante, suele hacerse a un lado la consideración de un factor crítico: China está testeando los límites del respaldo estadounidense a sus aliados, al tiempo que refina sus réplicas operativas potenciales de cara a una futura confrontación.
Esto explicaría por qué China pone en la mira intencionalmente a las Filipinas, el único país con el que Pekín mantiene disputas en el sudeste asiático y que cuenta con un acuerdo recíproco de defensa con Washington. La información obtenida de los resultados de estas provoaciones muy probablemente servirá para que China evalúe cómo los EE.UU. replicarían en las etapas iniciales de un eventual conflicto kinético -en el que debería sopesarse el involucramiento del factor Taiwán.
Pekín se ha envalentonado cada vez más, ejecutando operaciones en aguas que reclama para sí. El abandono de normas de comportamiento previas debería preocupar a los analistas estadounidenses. Pekín no muestra señales de querer buscar la paz en el Estrecho de Taiwán, ni en el Mar del Sur de China.
Dado el costumbrismo de Xi en desplegar señales de orden geopolítico e influencia en altamar, nuevos desarrollos podrían estar aproximándose.
El Anillo del Pacífico, un destacado ejercicio naval internacional, se desarrollará hasta el 1ero. de agosto, con numerosas etapas planificadas en las aguas en torno a Hawaii. Naturalmente, China también presta especial atención a los comicios presidenciales estadounidenses de noviembre próximo.
Dadas estas oportunidades en el horizonte y los precedentes históricos, es probable que China incremente su nivel de presión aún más, poniendo a prueba la firmeza estadounidense de forma más directa. A menos que Washington le agregue acciones militares a su retórica diplomática y se decida a priorizar la región, Pekín no tendrá razones para retroceder.
Artículo original -incluye infografías-, en inglés
- El autor, Brent Sadler es senior fellow en guerra naval y tecnología de avanzada en el think tank estadounidense The Heritage Foundation, en Washington, D.C.. El presente texto fue desarrollado con la colaboración de Ruben Frivold.