POLITICA ARGENTINA: MATIAS E. RUIZ

Caos y Fluidez

Estimaciones y móviles en torno a la implosión del Sistema. Teoremas inconvenientes sobre la explotación política de la ruptura.

11 de Agosto de 2024

 

El sistema político argentino consolida hoy su proceso de implosión, por propia virtud -o, si se quiere, gracias al acopio de sus inherentes desperfectos. En este contexto, el arribo de Javier Gerardo Milei a la Casa Rosada es, apenas, un síntoma de esa fenomenología; contundente reflejo del problema somático que la dirigencia como colectivo venía cargando sobre sus hombros, desde hace ya décadas. Así las cosas, el bipartidismo vigente hasta entrados los años noventa, derivó en una marcada fragmentación partidaria, enajenada tiempo después por el Frente Para la Victoria de antaño (léase kirchnerismo; luego rebautizado Frente de Todos y, finalmente, Unión por la Patria); a la postre, el experimento partidocrático a los trompicones fenece en el proscenio actual, con una organización (LLA) que se exhibe como emergente o subproducto de la voladura, alimentado también por el menesteroso tercer puesto que el ex conglomerado ‘Juntos’ se anotara durante los últimos comicios presidenciales.
 
Causa y Efecto
Una aproximación argumentativa sustentada en la causalidad (ratio Causa y Efecto) podría, sin embargo, resultar insuficiente para debatir el output. Baste decir que ha sido el desgaste el factor preponderante o primordial verdugo de las aspiraciones estratégicas de los dos polos que hasta hace poco supieron monopolizar la centralidad de la agenda política nacional, con el kirchnerismo manteniéndose como adversario y vivaz protagonista durante veinte años (terciando la fugaz interrupción del ciclo 2015-2019), y con el microuniverso ‘Juntos’/PRO dilapidando la oportunidad histórica de cuatro años de mandato. Ahora, la consabida crisis existencial de ambos clanes conmueve profundamente el escenario: mientras que UxP acusa el impacto de las esquirlas iniciales del patético interdicto entre Alberto Fernández y Fabiola Yáñez (amén de la abundante carga negativa retornada por la extendida y orgullosa asociación con el elemento criminal de la narcodictadura venezolana), PRO -por cuanto ‘Juntos’ ha cesado su existencia en la práctica- asiste como testigo a la fuga en estampida de su caudal electoral hacia La Libertad Avanza.
 
El perjuicio para la nomenklatura K es particularmente atendible, en razón de que sacude los cimientos de su proposición ideológica otrora efectista: derechos humanos, feminismo, igualitarismo, y sus spin-offs. El profundo escrutinio que hoy pone en jaque a esas banderas diríase fundacionales del movimiento comporta un daño bastante más significativo que cualquier destrucción limitada a lo estrictamente material: amplifica la percepción de que filosofía política, retórica y verborragia fungían como maniobras de cobertura para enmascarar grotescas acciones de vaciamiento. Como en una carambola a dos bandas, la disputa Fernández/Yáñez agiganta las discrepancias entre lo declarado y lo actuado por el espacio, al tiempo que el escandaloso Affaire de las Aseguradoras profundiza el alcance de la onda expansiva. No solo el espacio de referencia ha volado por los aires, sino que, para sus activos residuales, será una misión imposible aclarar qué es lo que defienden -problema que de seguro se evidenciará en cónclaves legislativos del futuro cercano. La revelación de fotografías con las lesiones de la atribulada ex primera dama agravan el trastorno del colectivo, proyectándolos hacia el infinito. El descubrimiento a futuro del contenido de los intercambios telefónicos/electrónicos de María Gatín Cantero -la Mujer que Sabía Demasiado, en los ponzoñosos recovecos del conato fernandista- no hará otra cosa que acrecentar la corrosión y el desasosiego internos.
 
Por su parte, PRO -reducido hoy casi a un experimento periférico incorpóreo-, se exhibe rehén de cuestiones irresueltas, vinculadas a su identidad política. Ya este fenómeno había provocado cimbronazos intestinos que ganarían tracción y decibeles en la puja Bullrich-Rodríguez Larreta, stand-off que en rigor se debía más a una disquisición identitaria que a un debate sobre nombres, ideas y programática. En definitiva, aunque a contramano de lo que suele creerse, el universo ex ‘Juntos’ aún no ha despejado esas dudas; el enigma derivó en tres subnarrativas: 1) la eliminación/eyección de los abatidos larretistas, con su implacable mudanza hacia el Llano; 2) la desesperada supervivencia de los patobullrichistas (que hallaron cobijo en las trincheras prestadas de la Gestión Milei); y 3) el Limbo Macrista (esto es, la desmoralizada búsqueda de centralidad por parte de quienes se refugian bajo las alas de Mauricio Macri; en la sórdida calificación recurrida por maliciosos correveidiles, le llaman ‘El Club de los Desempleados’). Esta cruda realidad dirigencial halla su correlato en el plano estrictamente electoral (esto es, la audiencia o target de todo partido político) quienes, como consignaba el texto de Jorge Liotti (La Nación), fugaron hacia LLA. El tercer puesto de 2023, sencillamente, ilustró con números esa indefinición.
 
Existe, sin embargo, un sub-espectro que parecería serpentear con sospechosa parsimonia la exaltación experimentada por los consorcios mencionados. Hoy, en promontorios razonablemente conspiracionistas, gana fuerza la presunción de que Sergio Tomás Massa y algunos de sus comanditarios en el Frente Renovador operan en franca sintonía con la mundología mileísta -habiendo logrado posicionar a clandestinos factótums en una miríada de microcosmos por lo general ajenos a la mirada pública, como lo serían Transporte, Aguas Argentinas, Aerolíneas, AFIP/Aduana y Banco Central (BCRA). A lo largo de las últimas semanas, suspicaces correveidiles y contrabandistas de información subterránea han arriesgado incluso que el Ministro de Hacienda Luis Toto Caputo decidió invocar los buenos oficios de notorios players vinculados al massismo en el mercado de cambios, a efectos de morigerar el alza del dólar Blue: entre ellos, Ivo Rojnica (alias ‘Croata’) y Elías Piccirillo (personaje de estrambótica performance y, a la sazón, flamante partenaire romántico-comercial de Jésica Cirio).
 
Sospechas al margen, la eventual sinergia libertaria-renovadorista -perentoria o perpetua- respetaría una lógica atendible: bloquear (o bien neutralizar) a futuro cualquier intervención o resurgimiento de PRO, esto es, perpetuando su condición de tercera fuerza caída en desgracia. Las suspicacias se mimetizan en certeza cuando se intenta racionalizar el denodado empeño del Presidente en patrocinar la nominación del controvertido Ariel Lijo para la Corte Suprema de Justicia. Por momentos, la persistencia se parece al capricho, en especial al tomar nota la Administración de que el pariente de Freddy Lijo, excelso traficante de expedientes y criado en la Escuela Rond Point, es frecuentemente denostado por el ex presidente Mauricio Macri. Si el análisis se condice con la lógica, en PRO deberían preocuparse: en tiempos venideros, el oficialismo podría sopesar a consciencia la captura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en modalidad TEG. El custodio de la última Caja del Vecinalismo Amarillo es Jorge Macri, el eslabón más frágil de la cadena. ¿Cree el lector en casualidades? El GCBA acaba de notificarse de que el gobierno nacional se propone quitarle, por vía de DNU, los subsidios al transporte de colectivos.
 
Probablemente, los altos estamentos de La Libertad Avanza -léase: gobierno- se hayan aferrado a un formato de jerarquización confidencial de ciertos nodos del renovadorismo massista, dada su reconocida trayectoria en el áspero dominio de la confección de travesuras -y ésta confluencia serviría también para discernir por qué Milei se ha rehusado a sumar a Los Muchachos Macristas a su gestión porque, ¿para qué convocar a activos cuyo espacio uno se propone liquidar a futuro?
 
Como fuere, el Presidente y sus acólitos parecen interpretar que el Caos puede, tranquilamente, fungir como sinónimo de armonía y fluidez, en la confección de una Nueva Transversalidad. O, dicho de otro modo: la implosión de los Ajenos necesariamente redunda en pingües ganancias para el propio campo.
 
Consideraciones para la posteridad (y a las que atenderá nuestro próximo post): el análisis de factibilidad en torno a un éxito de Javier Milei en su gestión podría nutrir un proceso reorganizativo de la democracia argentina, acaso derivando a largo plazo en un prototipo al estilo El Salvador o en un molde con la impronta de Singapur. Traducción: un oficialismo funcional o eficaz y políticamente perdurable, frente a un compendio de estructuras opositoras endebles, inhábiles y languidecientes -privadas del favor del votante, a perpetuidad.



 
Sobre Matias E. Ruiz

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.