POLITICA ARGENTINA: SERGIO JULIO NERGUIZIAN

Sin aparato ni territorio, Milei instala un gobierno de opinión pública

Tanto Roque Saénz Peña como Lisandro de la Torre afirmaron, en su momento, un concepto...

10 de Septiembre de 2024

 

Tanto Roque Saénz Peña como Lisandro de la Torre afirmaron, en su momento, un concepto -que podría resumirse así: 'Yo sólo creo en el gobierno de la opinión pública'. Esta expresión carente de esfuerzo parece sensata: si la opinión pública adquiere un sesgo determinado, en alguna instancia, se manifestará electoralmente; o bien convalidará un golpe de Estado. Se presenta, sin embargo, la dificultad de que su análisis requiere precisar el objeto central: opinión pública. Una forma de aproximarnos a la definición puede ser la via negativa, un recurso provisoriamente útil.


Javier Milei, Quiebre del sistema de partidos tradicional, Gobierno de Milei
La opinión pública no es, únicamente,
 
1. La opinión de las mayorías,
2. La opinión de los grandes medios de comunicación,
3. La opinión de las voces con autoridad, esto es, aquellas prestigiadas por su permanencia y actualidad a través de artículos en medios de comunicación, ensayos y participación frecuente en debates y mesas de discusión,
4. La opinión de los políticos profesionales, beneficiados con una percepción más o menos generalizada acerca de su coherencia ideológica y probidad en el ejercicio de la función pública,
5. La opinión que recogen los encuestadores por intermedio de investigaciones de campo, que suelen contener discrepancias aún en torno de un tema determinado. Una dificultad anexa a estas mediciones estadísticas radica en que la seriedad de las empresas siempre es asunto polémico, más si se agrega la práctica anti-ética de que partidos y políticos suelen contratar a encuestadores para que la estadística retorne un resultado previamente convenido.

La opinión pública no es sino un complejo cocktail que reúne todos los elementos que hemos integrado en el listado. En ciertas y especiales circunstancias, pueden prevalecer unas fuentes sobre otras, para concluir con una opinión en la que el carácter de pública lo da la generalización con que es aceptada. Claro que el tema vuelve sobre sus pasos, conforme siempre será zona de discusión el método empleado para medir el rasgo de general y dominante de una opinión.

Aplicado al Caso Milei, podemos sondear algunas percepciones consolidadas:

a. El Presidente no tenía (ni aún tiene, en términos rigurosos) una estructura partidaria distribuída a nivel nacional con alguna prolijidad, como todavía la preserva el Partido Radical. En más de una oportunidad, el radicalismo tenía para ofrecer al mercado de la competencia partidaria una organización nacional imprescindible para el candidato presidenciable no radical. El caso del ascenso del macrismo al poder en 2015 es un ejemplo indubitable. Una constelación de comités en toda la República y una organización piramidal que, desde las bases, culmina en el congreso nacional de delegados, es lo que Javier Milei no podía exhibir. Sin embargo, a través de acuerdos precarios y desprolijos en las provincias, en las que no obtuvo resultados siquiera medianamente satisfactorios, el candidato sin aparato propio asumió el Poder Ejecutivo Nacional.

b. En 2023, las provincias decidieron -mayoritariamente- escindir las elecciones generales de las provinciales, a fin de evitar (como inteligentemente sospechaban) que un candidato cisne negro hiciera volar por los aires décadas de posesión de un poder afirmado en el control territorial vía red de punteros y rosqueros bien entrenados. 

c. Huérfano de aparato y de gobernadores de su frágil partido, el Presidente es el primero desde el retorno de la democracia en asumir al Primera Magistratura sin dominio territorial ni presencia significativa en Diputados ni Senadores.
 
En ciencia política, lucha arquitectónica es la suma de recursos, medios y métodos que el Poder emplea para consolidar su posición, expandirla y acopiar fuerzas para dar las batallas inexorables frente a los adversarios que aspiran a disputar su primacía. Milei, en medio de un cataclismo que, por ser sorprendente e inusitado, parece a veces arrastrarlo, ha apelado al único recurso disponible para dar su pelea sin endeudarse en demasía con socios hambrientos de espacio en el Palacio: su herramienta es la opinión pública. Su sensor de ideas generalizadas y dominantes le marcó estos puntos sensibles:

1. Los políticos constituyen una casta privilegiada, cuyo objetivo central es el interés personal en sumar poder y riqueza;
2. El Estado es un sitio en el que la casta ubica a quienes trabajarán para su crecimiento y consolidación. Amigos, amantes, vagos y mal entretenidos completan el elenco de los que engrosan la administración pública en sus tres niveles;
3. El Parlamento es un 'nido de ratas' y una madriguera de 'chorros';
4. La desregulación y el fin del intervencionismo estatal harán que los contribuyentes sientan que el Estado retira el botín que aprieta sus gargantas;
5. El periodismo cuenta con sujetos sostenidos económicamente para dar una visión interesada de la realidad nacional. Se trata de un ecosistema infestado de 'ensobrados';
6. El principio de libertad guiará a la República hacia su destino de potencia mundial, tal como la imaginaron los padres fundadores.

El Presidente es, por ahora, el principal operador de la campaña 'Créale a Milei'. Día tras día, construye el personaje que, operando sobre juicios y prejuicios dominantes, metaboliza errores impuestos por su impericia de novato de la política. A su vez, se esfuerza en presentar su propia torpeza de recién llegado a la liza, como la mejor prueba de que carece de prontuario. Acotaciones insólitas, groserías explícitas y, en general, una conducta empecinadamente disruptiva opera sobre la opinión pública como prueba inobjetable de inocencia.

Si procedemos ahora a un repaso del listado de factores que integran el siempre complejo concepto de opinión pública, podríamos quizás verificar la tarea de Milei en un campo en el que actúa apenas intuitivamente. Una vez más, cabe señalar que la exhibición de espontaneidad es astutamente empleada como sinceridad de propósitos.

1. La opinión de las mayorías: es probable que el nivel de aceptación de su gestión cubra una franja que va del 45% al 50%, según un prudente promedio de sondeos. Los sociólogos que estudian con detenimiento las encuestas, distinguen nivel de imagen positiva e imagen negativa, para aclarar enseguida que este índice no suele coincidir fatalmente con los indicadores de intención de voto;
2. La opinión de los medios de comunicación: dos grandes corporaciones de medios estarían controlando actualmente el 80% de los instrumentos de difusión. Ambos hicieron un viraje notable cuando se confirmaba el triunfo mileísta, por lo que, en la actualidad (y aún sin pauta publicitaria nacional) suelen convalidar la gestión, más allá de algunos atisbos muy cuidados de crítica, destinados a mejorar la verosimilitud del juicio favorable;
3. Las voces con autoridad: con los medios de papel en franca extinción, tanto a la televisión como a la radio acceden opiniones de personajes afines al liberal-conservadurismo gubernamental. Los medios que operan como refugio opositor tienen una gravitación claramente inferior;
4. La opinión de los políticos: una pesada capa de silencio cubre las opiniones opositoras que se suponen deberían ser enfáticamente discordantes. Los presagios catastrofistas de corto plazo han fracasado, y el gobierno se dispone a cumplir su primer año -dentro de noventa días. Todo el elenco del último gobierno resulta hoy impresentable. Los dirigentes que merecen el elogio de 'históricos' han sido devorados por el tiempo, por el hastío de las masas, o bien han sido arrastrados por el alud que sepulta a la política tradicional en general.

La frágil barca de la República sufre el embate del impiadoso oleaje. La mayoría de la tripulación ha confiado el timón a un grumete que se estrena como piloto de tormentas. Para asombro de muchos, el naufragio que se presagiaba inminente parece esfumarse. Una contundente mayoría ha preferido la novedad, y aún la sorpresa riesgosa.

Es un empecinamiento argentino, una obstinación en preservar el estado de convulsión permanente.


 
Sobre Sergio Julio Nerguizian

De profesión Abogado, Sergio Julio Nerguizian oficia de colaborador en El Ojo Digital (Argentina) y otros medios del país. En su rol de columnista en la sección Política, explora la historia de las ideologías en la Argentina y el eventual fracaso de éstas. Sus columnas pueden accederse en éste link.