Francisco quiere al PJ unido: el jesuita sabe de estrategia, pero ha movido a destiempo

Hace ya 490 años, un militar vasco que había recuperado su salud tras ser herido en combate, hizo votos de pobreza y obediencia al Papa; esta figura histórica fundó la Orden de los Jesuitas. La dotó de una organización similar a la castrense, y designó a sus miembros como 'generales' y 'tenientes'. Después de una azarosa historia de reconocimientos y expulsiones, por fin en 2013, uno de sus miembros, de nacionalidad argentino, alcanzó el Pontificado -convirtiéndose en el primer Papa no europeo en 1.200 años.
 

El Jefe espiritual de, aproximadamente, mil millones de fieles se hace tiempo para ocuparse de las vicisitudes de su país de origen, en medio de las tensiones crecientemente exaltadas que agobian al planeta. Con criterio de un buen analista de mercado, necesita preservar para la Iglesia la masa de fieles que, desde 1945, suele asociarse con el proletariado y el campesinado, de tal manera que la base electoral del peronismo constituye la 'columna vertebral' de la efectivamente denominada en su momento Iglesia Nacional Argentina. Un templo en Roma recuerda esta experiencia excepcional de fusión de base de pirámide social, catolicismo y doctrina política.

La crisis eventualmente terminal del peronismo histórico (es decir, el asociado con los caracteres fundacionales del Movimiento Nacional Justicialista) y la derrotas acumuladas por su vertiente progresista y legitimadora de la violencia partisana de los años setenta, han convencido a Francisco de que el alud cuyo tronar escucha su oído privilegiado, debe ser eludido con jugadas enérgicas y audaces. No hacerlo, implicaría un retroceso severo en los planes de la Iglesia, tendientes a recobrar su antigua primacía local en custiones de fe. Quizás por esta razón, hace días comentó ante la ávida cámara de un medio, la confesión de un empresario dudosamente sorprendido por el pedido de coimas ante la presentación de un proyecto de inversión en nuestro país. Es altamente probable que Francisco haya recibido en oportunidades anteriores relatos similares. Esta vez, creyó inteligente utilizar la daga confiada y asestar la primera estocada sobre la humanidad de quien lo calificara de 'representación del Maligno'. En un tono que explica por qué el nombre de la Orden es también un adjetivo, el Sumo Pontífice disculpó al Presidente Milei con un generoso '¿Quién no cometió algún error en su juventud?'.

El actual estado de vulnerabilidad del Justicialismo y, consecuentemente, el carácter impredecible de su futuro inmediato, dieron a Francisco un primer cuadro de situación, expresión de uso militar que conjuga con la Compañía. Así puédese anotar las citas de referencia que siguen:

1. La debilidad del Movimiento y la crisis de dirigentes, su deriva fatal, constituyen una oportunidad para que el Jefe de la Iglesia Católica asuma un liderazgo moral (en tanto, formalmente no institucional) y encabece el proceso de reconstrucción. El fortalecimiento en número y convicción de la feligresía local deberían constituir insuperable recompensa para un Papa de 87 años que arrastra serios problemas de salud.

2. Todo empeño resultaría mezquino a la hora de recortar el ascenso de la presente versión mileísta del liberalismo: la separación de la Iglesia de la estructura estatal, la educación laica y la aversión a los fenómenos de masas que impulsó la generacion de 1880 son recuerdos de ayer a la tarde en la memoria de un jesuita. Cuando, a su vez, se tiene presente que los integrantes  de dicha generación fueron miembros de la masonería mayoritariamente (y excomulgados de la Iglesia, según bula papal aún vigente), se termina de contar con un escenario legible. 

3. La unidad del peronismo sólo habrá de ser alcanzada con los mismos recursos dialécticos que empleara su fundador: primacía de la solidaridad sobre el egoismo del individuo; democracia interna restringida, para dotar a la conducción de eficacia y simplicidad práctica; equidistancia frente a las opciones idelógicas y el posicionamiento internacional; revitalización de las organizaciones de trabajadores, para evitar utopías materialistas y socializantes.

 

Francisco, como todo jesuita, carga un pasado en el que la Compañía ha sufrido persecusiones, expulsiones y regresos triunfales. Sus pasos son guiados por apotegmas que le recomiendan 'ser pacíficos como las palomas, desconfiados como la serpiente'. Ha decidido jugar, en la creencia de que el tiempo actual es el propicio y, en esta convicción, puede estar el riesgo del fracaso.

Veamos: Francisco ocupa el escenario, y es evidente que va por el fracaso de la por momentos desordenada experiencia mileísta. Sin embargo, es a todas luces prematuro anticipar la derrota del modelo ultra-liberal sui generis. En efecto, es de tal magnitud la aversión de la población al martirio de la inflación, que soporta estoicamente un ajuste de severidad sin antecedentes. Si el Presidente ganare esta batalla y los niveles de inseguridad descendieran, es probable que el voto de las clases medias sea decisivo para imponer la convalidación del modelo liberal en un balotaje. 

Francisco ha jugado su primera carta en estos días. Es probable que haya cometido un error de oportunidad. Es casi seguro que la falsa apreciación lo arrastre a ratificar el rumbo.

Una nueva derrota del peronismo puede involucrarlo en el fracaso. Pero, claro; es un jesuita. Es decir, que siempre tiene otro as en la manga.