La Guerra del Silicio: conato de tensión tecnológica entre los Estados Unidos de América y la República Popular China
Bien entrado el siglo XXI, los microchips y semiconductores se han convertido en la piedra angular...
19 de Enero de 2025
Bien entrado el siglo XXI, los microchips y semiconductores se han convertido en la piedra angular de la economía global y, a modo crucial, en la base del desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA).
La competencia entre los Estados Unidos de América y la República Popular China por el dominio de esta vital tecnología se ha intensificado en años recientes, configurando un nuevo formato de interdicto tecnológico, portador de profundas implicancias geopolíticas y también económicas.
La Importancia Estratégica de los microchips
Los semiconductores son componentes esenciales para el desarrollo de una amplia gama de dispositivos electrónicos, desde teléfonos inteligentes y computadoras hasta automóviles, equipos médicos y sistemas de defensa. Su importancia radica en variopintos factores, como ser: poder de computación (siendo estos componentes el cerebro de los dispositivos electrónicos, lo que determina su capacidad de procesamiento y rendimiento); facilitadores para la IA (la inteligencia artificial, en particular el deep learning, demanda una enorme potencia de cómputo proporcionada por microchips avanzados, como las unidades de procesamiento gráfico -GPU- y las unidades de procesamiento neuronal -NPU-); infraestructura crítica (los microchips son fundamentales para el funcionamiento de infraestructuras vitales como redes de comunicación, sistemas de energía y transporte).
Finalmente, la supremacía en el diseño y desarrollo de semiconductores otorga a sus beneficiarios ventajas militares significativas, en razón de que esos componentes habilitan el desarrollo de sistemas de armamento avanzado, y aún la optimización de la infraestructura de ciberseguridad.
Finalmente, la supremacía en el diseño y desarrollo de semiconductores otorga a sus beneficiarios ventajas militares significativas, en razón de que esos componentes habilitan el desarrollo de sistemas de armamento avanzado, y aún la optimización de la infraestructura de ciberseguridad.
El escenario de competencia sino-estadounidense
Los EE.UU. han liderado, históricamente al menos, el diseño y la fabricación de microchips, con empresas de la magnitud de Intel, NVIDIA y Qualcomm a la vanguardia. No obstante, la República Popular China ha consolidado su posición como formidable competidor: Pekín ha invertido sostenida y masivamente en su propia industria de semiconductores, con la meta de apuntalar sus ambiciones de autosuficiencia tecnológica y, en el largo plazo, superar la preeminencia norteamericana.
Por su parte, los Estados Unidos concentran su fortaleza en aspectos tales como su liderazgo en el diseño de chips, propiedad intelectual, número de firmas de software de avanzada, y la vigencia de un destacado ecosistema de capital de riesgo. En el cómputo de las debilidades, Washington sigue rehén de la fuerte dependencia de los procesos de manufactura en el extranjero (fundamentalmente, Taiwán, con su archiconocida ventaja en costos), en tanto acusa una escasez de mano de obra especializada.
A criterio de combatir esa colección de déficits, Washington ha impulsado la puesta en marcha de la legislación CHIPS y Ciencia, que ha facilitado el despacho de miles de millones de dólares a investigación, desarrollo y fabricación de semiconductores en suelo estadounidense -al tiempo que la letra de la ley restringe el acceso de Pekín y sus subsidiarios a tecnologías avanzadas.
China, mientras tanto, contabiliza una serie de ventajas no menores; comenzando por su gigante mercado interno, la sólida inversión estatal a programas de alta tecnología, y el empeño puesto en la ya comentada autosuficiencia tecnológica. Asimismo, registra debilidades que deben atenderse; a saber, la dependencia de tecnología extranjera para la manufactura de circuitos integrados avanzados, y superar desafíos en el terreno de la calidad. A instancias de las directivas del Partido Comunista Chino (PCCh), Pekín ha desplegado un número de acciones puntuales: un ciclo de inversiones de magnitud en firmas dedicadas a la producción de semiconductores, y la creación de zonas económicas especiales para su fabricación. En simultáneo, el sector estatal del gigante asiático habilita -y aún alienta- el robo de propiedad intelectual a terceros países. Los resultados de esta prerrogativa pueden verse en una plétora de productos terminados para mercados internacionales, y en la producción de aeronaves militares.
El Impacto en la IA
La competencia por los microchips evidencia un impacto directo en la carrera por el liderazgo en el novedoso teatro de operaciones de la Inteligencia Artificial. En tal virtud, el desarrollo de IA avanzada, citándose el ejemplo de los Large Language Models (LLM) y distintos sistemas de visión por computadora, demandan el funcionamiento de microchips cada vez más potentes -y, a su vez, mayores cantidades de energía. Es aquí donde cualquier ensayo de restricción de acceso a estas tecnologías podría dar lugar a retrocesos en la fase de desarrollo, en cualesquiera de ambas naciones.
No sorprenderá, entonces, que la legislación CHIPS americana busque interponer obstáculos al programa chino, especialmente a las iniciativas paraestatales que cobran forma en el espionaje industrial. A la postre, si Washington lograre consolidar su dominio en este territorio y, al mismo tiempo, bloquear a su principal competidor, las implicancias no pasarán inadvertidas para nadie.
Al respecto de este espinoso punto, el abogado, economista y consultor para la comunidad de inteligencia de los EE.UU. James Rickards ha desarrollado incidencias periféricas, en su reciente libro MoneyGPT: La Amenaza de la IA Sobre la Economía Global. En oportunidad de ofrecer una reciente entrevista a Financial Sense, consignó: 'Existen actores maliciosos en el mundo. Hay buenas personas, pero también malas. Y algo como la unidad de ciberguerra china, que no está ahí para hacer dinero: su misión es destruir la riqueza de los Estados Unidos. Cuando Usted piensa en una guerra, piensa en desplegar bombarderos y misiles o drones y comandos, para volar por los aires alguna cosa del otro bando. Usted destruye. ¿Qué busca destruir? Pues, la infraestructura económica del oponente: autovías, aeropuertos, vías férreas, bases, la red eléctrica, etcétera. Usted destruye y degrada la capacidad económica de su enemigo, de tal suerte que pueda ganar la guerra. Pero, ¿qué sucedería si Usted pudiera hacerlo desde una computadora? Usted podría ahorrarse los bombarderos y todo lo demás, penetrar sistemas, crear una colección de deep fakes, dar inicio a una ola de venta de activos en pánico que se retroalimente; es entonces cuando la IA hace su entrada. Una IA ejecuta el ataque, mientras otra responde: "Bueno, están utilizando deep fakes; entonces, venda todo, y pasemos todos los activos a dinero en efectivo". Bien, entonces, los mercados cierran. No digo que esto vaya a suceder hoy, pero digo que podría ocurrir mañana'.
Al respecto de este espinoso punto, el abogado, economista y consultor para la comunidad de inteligencia de los EE.UU. James Rickards ha desarrollado incidencias periféricas, en su reciente libro MoneyGPT: La Amenaza de la IA Sobre la Economía Global. En oportunidad de ofrecer una reciente entrevista a Financial Sense, consignó: 'Existen actores maliciosos en el mundo. Hay buenas personas, pero también malas. Y algo como la unidad de ciberguerra china, que no está ahí para hacer dinero: su misión es destruir la riqueza de los Estados Unidos. Cuando Usted piensa en una guerra, piensa en desplegar bombarderos y misiles o drones y comandos, para volar por los aires alguna cosa del otro bando. Usted destruye. ¿Qué busca destruir? Pues, la infraestructura económica del oponente: autovías, aeropuertos, vías férreas, bases, la red eléctrica, etcétera. Usted destruye y degrada la capacidad económica de su enemigo, de tal suerte que pueda ganar la guerra. Pero, ¿qué sucedería si Usted pudiera hacerlo desde una computadora? Usted podría ahorrarse los bombarderos y todo lo demás, penetrar sistemas, crear una colección de deep fakes, dar inicio a una ola de venta de activos en pánico que se retroalimente; es entonces cuando la IA hace su entrada. Una IA ejecuta el ataque, mientras otra responde: "Bueno, están utilizando deep fakes; entonces, venda todo, y pasemos todos los activos a dinero en efectivo". Bien, entonces, los mercados cierran. No digo que esto vaya a suceder hoy, pero digo que podría ocurrir mañana'.
Implicancias geopolíticas y económicas
Por supuesto, el monopolio de tecnologías vinculadas a cálculos avanzados es acertadamente ponderado como un asunto de seguridad nacional -como ya se comentara, influyendo en la capacidad de una nación dada a la hora de desarrollar sistemas de defensa de última generación.
Análogamente, la supremacía en el proscenio de los semiconductores conllevará una constelación de ventajas competitivas críticas para cualquier sector industrial: piénsese en cómo la optimización de la velocidad en procesos de fabricación, acompañado ello con altos estándares de calidad, podría impulsar el superávit comercial de una nación en particular. Será lícito considerar esta ventaja en rubros tales como la electrónica de consumo hogareño, la industria aeroespacial, o la industria automotriz (todos los cuales podrán acelerar la implementación de protocolos que, cada vez más, prescindan del Factor Humano). En este tren de pensamiento, tales escenarios de supercompetencia proveerán a una acelerada reconfiguración de las supply chains o cadenas de valor.
Sobra decir que la evolución de este conato de competencia definirá, en los próximos pocos años, el panorama tecnológico y geopolítico. Influyendo -de igual modo- en el modus vivendi de miles de millones de seres humanos.