INTERNACIONALES: MATIAS E. RUIZ

La Inteligencia Artificial como pilar estratégico: la modernización de la defensa china y su implicancia global

La Inteligencia Artificial (IA) se ha convertido en un elemento verdaderamente transformado...

16 de Febrero de 2025


La Inteligencia Artificial (IA) se ha convertido en un elemento verdaderamente transformador para las fuerzas armadas en el concierto internacional; y la República Popular China no es la excepción.

MIC2025, Matías E. Ruiz

Mediando una inversión masiva en investigación y desarrollo, Pekín busca posicionarse como líder en las aplicaciones de IA en defensa, reoconfigurando su doctrina militar en lo que las autoridades castrenses de la potencia asiática han denominado como "inteligentización" (*智能化和信息化*). 

 
En lo que respecta al contexto estratégico de la República Popular China en materia de IA y Defensa, cobran particular relevancia los objetivos nacionales formulados en el documento intitulado 'Made in China 2025', y en el trabajo 'New Generation AI Development Plan' (fechado en 2017). Ambos priorizan la autonomía tecnológica, incluyendo el concierto de las aplicaciones militares.  

En tal virtud, la fusión cívico-militar ('军民融合') promueve la colaboración entre firmas privadas de tecnología (como es el caso de Huawei o Baidu) y el Ejército Popular de Liberación (PLA).  
 
Asimismo, la doctrina militar china patrocina la transición hacia una guerra 'inteligente' basada en datos, respaldada en el empleo de sistemas autónomos, cibernéticos y de decisión rápida -con la subsiguiente implementación en dominios críticos: el espacio, el cibernético, el electromagnético y el submarino.

Así, pues, se destaca el desarrollo de vehículos no tripulados (UCAVs): drones de combate como el 'Gongji-11' (Sharp Sword), capaz de operar en enjambres o swarms, coordinados por IA. Y lo propio sucede con submarinos no tripulados, eventualmente desplegados para actividades de vigilancia marítima en el Mar de China Meridional. Complementariamente, ganan notoriedad también los sistemas autónomos de armamento (AWS), mediante la experimentación con tanques y robots logísticos autónomos -aunque Pekín ha declarado su adhesión a 'límites éticos'.
 
En el apartado referido a guerra cibernética y electrónica, Pekín ha pautado el empleo de IA a criterio de detectar y contrarrestar amenazas en tiempo real, así como para la ejecución de operaciones ofensivas (a título de ejemplo: acciones de desinformación a través del empleo de deepfakes). En tal sentido, proyectos como 'Tianjin Brain' se enfocan en el análisis predictivo de vulnerabilidades ajenas.

Otra variable destacada en la temática de referencia tiene que ver con acciones de monitoreo y reconocimiento. Adquieren relevancia en este contexto los sistemas de reconocimiento facial y el consiguiente análisis de datos (hoy mismo, por ejemplo, en terminales ferroviarias de grandes centros urbanos en China, estos sistemas cotejan información biométrica con la denominada 'huella digital' de ciudadanos del país y del extranjero). La integración de la AI en modelos vigentes de monitoreo masivo -cámaras que operan a base de algoritmos de 'persecución' de objetivos- es complementaria de estos protocolos. Aplicaciones más avanzadas convergen en el despliegue de satélites operados por IA, cuya misión es monitorear movimientos de fuerzas militares de terceras naciones.  

En lo que respecta a la toma de decisiones y simulación, China privilegia los ensayos a base de 'guerra de algoritmos'. Plataformas como la llamada 'System of System Operations' (SSOs) simulan diferentes escenarios de conflicto con la meta de optimizar el diseño de estrategias. A título complementario, la reestructuración del Ejército Popular de Liberación en 2015 ha contemplado el empleo de IA en la gestión de comandos unificados.  

El intrincado proscenio, sin embargo, comparte una serie de limitaciones y desafíos. Comenzando por el problema de la dependencia tecnológica: la República Popular China aún depende, en gran medida, de la obtención de componentes desarrollados en el extranjero, como semiconductores high end. Los mecanismos de sanciones -fundamentalmente, en estudio en los Estados Unidos de América- pueden comprometer el desempeño general de la cadena de valor (supply chain). De alguna manera, los chinos han intentado compensar este déficit, ampliando su esfera de influencia en el Africa (monopolizando así el input de metales raros o 'rare metals', críticos en la producción de materiales para la industria de la defensa).

Por su parte, aún en los mandos centralizados del sistema de defensa chino, continúa vigente el debate interno frente al empleo de AWSs letales, y el análisis de riesgos sobre una eventual escalada accidental.

En el epílogo, Pekín ya considera escenarios que ilustran una suerte de 'carrera armamentista' en el concierto de la IA, con las siguientes variables bajo análisis:
 
- Un teatro de operaciones de competencia directa con los EE.UU. en el desarrollo de sistemas autónomos y capacidades de guerra asimétrica.  
- La preocupación del ecosistema OTAN y de aliados asiáticos de Washington (Japón, la India) ante alternativas de desequilibrio estratégico.  
- La vigencia de lo que se conoce como 'incertidumbre normativa', alimentada por la carencia de marcos globales que regulen el empleo militar de IA, lo que amplificaría los riesgos de conflictos no deseados. 
- El impacto de la Inteligencia Artificial en el desarrollo de conflictos regionales: es decir, el incrementalismo aportado por las tensiones en torno a Taiwán y el cuadrante Indo-Pacífico, donde Pekín ha desplegado sistemas disuasorios desarrollados bajo algoritmos disuasorios de IA. 


En consecuencia, la Republica Popular China redefine hoy su poderío militar terciando el valor agregado de la IA, combinando innovación tecnológica con su imperativo geopolítico. Toda vez que los significativos avances refuerzan su posición de potencia global, es lícito reconocer la presencia de riesgos éticos y otros, más bien vinculados a la estabilidad estratégica. A la postre, la comunidad internacional debe lidiar ahora con el desafío de equilibrar la competencia tecnológica con mecanismos de transparencia y control, con un objetivo inclaudicable: evitar el incremento probabilístico de una escalada automatizada.  

La próxima década habrá de atender a esos riesgos, impulsándose un ámbito de diálogo bilateral entre Washington y Pekín, con miras a convenir estándares éticos en el terreno de la IA militar. A su vez, ello demandará inversiones en resiliencia cibernética, y en capacidades de contrainteligencia. A modo complementario también, habrá de patrocinarse un monitoreo acordado en torno al impacto de la fusión cívico-militar en la transferencia tecnológica que concierna al uso dual (civil/defensa).  


 
Sobre Matias E. Ruiz

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.