La Inteligencia Artificial como pilar estratégico: la modernización de la defensa china y su implicancia global
La Inteligencia Artificial (IA) se ha convertido en un elemento verdaderamente transformado...
La Inteligencia Artificial (IA) se ha convertido en un elemento verdaderamente transformador para las fuerzas armadas en el concierto internacional; y la República Popular China no es la excepción.
Mediando una inversión masiva en investigación y desarrollo, Pekín busca posicionarse como líder en las aplicaciones de IA en defensa, reoconfigurando su doctrina militar en lo que las autoridades castrenses de la potencia asiática han denominado como "inteligentización" (*智能化和信息化*).
En tal virtud, la fusión cívico-militar ('军民融合') promueve la colaboración entre firmas privadas de tecnología (como es el caso de Huawei o Baidu) y el Ejército Popular de Liberación (PLA).
Así, pues, se destaca el desarrollo de vehículos no tripulados (UCAVs): drones de combate como el 'Gongji-11' (Sharp Sword), capaz de operar en enjambres o swarms, coordinados por IA. Y lo propio sucede con submarinos no tripulados, eventualmente desplegados para actividades de vigilancia marítima en el Mar de China Meridional. Complementariamente, ganan notoriedad también los sistemas autónomos de armamento (AWS), mediante la experimentación con tanques y robots logísticos autónomos -aunque Pekín ha declarado su adhesión a 'límites éticos'.
Otra variable destacada en la temática de referencia tiene que ver con acciones de monitoreo y reconocimiento. Adquieren relevancia en este contexto los sistemas de reconocimiento facial y el consiguiente análisis de datos (hoy mismo, por ejemplo, en terminales ferroviarias de grandes centros urbanos en China, estos sistemas cotejan información biométrica con la denominada 'huella digital' de ciudadanos del país y del extranjero). La integración de la AI en modelos vigentes de monitoreo masivo -cámaras que operan a base de algoritmos de 'persecución' de objetivos- es complementaria de estos protocolos. Aplicaciones más avanzadas convergen en el despliegue de satélites operados por IA, cuya misión es monitorear movimientos de fuerzas militares de terceras naciones.
En lo que respecta a la toma de decisiones y simulación, China privilegia los ensayos a base de 'guerra de algoritmos'. Plataformas como la llamada 'System of System Operations' (SSOs) simulan diferentes escenarios de conflicto con la meta de optimizar el diseño de estrategias. A título complementario, la reestructuración del Ejército Popular de Liberación en 2015 ha contemplado el empleo de IA en la gestión de comandos unificados.
El intrincado proscenio, sin embargo, comparte una serie de limitaciones y desafíos. Comenzando por el problema de la dependencia tecnológica: la República Popular China aún depende, en gran medida, de la obtención de componentes desarrollados en el extranjero, como semiconductores high end. Los mecanismos de sanciones -fundamentalmente, en estudio en los Estados Unidos de América- pueden comprometer el desempeño general de la cadena de valor (supply chain). De alguna manera, los chinos han intentado compensar este déficit, ampliando su esfera de influencia en el Africa (monopolizando así el input de metales raros o 'rare metals', críticos en la producción de materiales para la industria de la defensa).
Por su parte, aún en los mandos centralizados del sistema de defensa chino, continúa vigente el debate interno frente al empleo de AWSs letales, y el análisis de riesgos sobre una eventual escalada accidental.
En el epílogo, Pekín ya considera escenarios que ilustran una suerte de 'carrera armamentista' en el concierto de la IA, con las siguientes variables bajo análisis:
En consecuencia, la Republica Popular China redefine hoy su poderío militar terciando el valor agregado de la IA, combinando innovación tecnológica con su imperativo geopolítico. Toda vez que los significativos avances refuerzan su posición de potencia global, es lícito reconocer la presencia de riesgos éticos y otros, más bien vinculados a la estabilidad estratégica. A la postre, la comunidad internacional debe lidiar ahora con el desafío de equilibrar la competencia tecnológica con mecanismos de transparencia y control, con un objetivo inclaudicable: evitar el incremento probabilístico de una escalada automatizada.
La próxima década habrá de atender a esos riesgos, impulsándose un ámbito de diálogo bilateral entre Washington y Pekín, con miras a convenir estándares éticos en el terreno de la IA militar. A su vez, ello demandará inversiones en resiliencia cibernética, y en capacidades de contrainteligencia. A modo complementario también, habrá de patrocinarse un monitoreo acordado en torno al impacto de la fusión cívico-militar en la transferencia tecnológica que concierna al uso dual (civil/defensa).
![](https://www.elojodigital.com/sites/default/files/matias-e-ruiz1.jpeg)
Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.