INTERNACIONALES: TYLER O'NEIL

Argumento: por qué el proceso de destrucción creativa de DOGE es lo que Washington necesita

En apariencia, el Departamento de Eficiencia Gubernamental es 'malo' para los Estados Unidos.

01 de Marzo de 2025

 

En apariencia, el Departamento de Eficiencia Gubernamental es 'malo' para los Estados Unidos.

Elon Musk, padrino de DOGE, ha celebrado la proliferación de recortes presupuestarios en el gobierno federal, motosierra en mano. La legisladora Melanie Stansbury (del Partido Demócrata) ha calificado a DOGE como 'La Masacre con Motosierra de Elon Musk' ('Elon Musk chainsaw massacre', en referencia a la antigua película de terror de los años ochenta).

Elon Miusk, Motosierra, Javier Milei, DOGE

Conforme DOGE maniobra a través de los laberintos del gobierno federal estadounidense, trabajadores estatales se quedan sin empleo, los contratos con el gobierno se abrazan a la confusión, y todo indica que el Distrito de Columbia se halla inmerso en el caos. Esto podría compartir un mensaje: los EE.UU. no son estables, ni confiables.

Más bien, sucede lo contrario: DOGE es un esfuerzo que debió ponerse en marcha mucho tiempo atrás, en tanto representa un esfuerzo con miras a restringir el avance de una paquidérmica burocracia federal, restaurándola bajo la apropiada autoridad del presidente electo del país. Acto seguido, una explicación al respecto de por qué este empeño es positivo -y necesario.


1. Una burocracia que se niega a rendir cuentas

La mayoría de los ciudadanos en los EE.UU. tienen claro cuáles son los tres órganos del gobierno: el Congreso -o bien, la rama legislativa- que hace las leyes; el presidente, quien supervisa el poder ejecutivo que aplica aquellas leyes; y la Corte Suprema de Justicia, que supervisa a los cuerpos legislativos que resuelven las disputas legales emergentes.


Pocos conocen, sin embargo, los alcances del cuarto ecosistema del gobierno -que es ciertamente efectivo-: las 438 agencias que, bajo la rama ejecutiva, ténicamente deben informar al presidente. Pero que disfrutan de numerosos beneficios y protecciones que las aíslan del control efectivo del jefe de Estado americano.

Cada año, esta vasta burocracia emite más reglamentaciones —denominadas 'normativas'—, al comparárselas con la cifra de leyes que parten del Congreso. En 2023, por citarse un caso, esas agencias emitieron un total de 3.018 reglas -englobadas en tomos que totalizan 89.368 páginas-, mientras que el Congreso apenas aprobó 68 leyes. Las normativas, por lo general, cuentan con fuerza de ley.

Mientras tanto, en aras de la 'protección del servicio civil', el gobierno cuenta con sistemas especiales que protegen a los burócratas federales. Los empleados del gobierno federal reciben pensiones, demasiadas jornadas de vacaciones o descansos, cobertura médica, seguros de vida, subsidios para el cuidado de sus hijos, y tantos otros beneficios. Con solo contar más de dos años de servicio, se hacen acreedores a beneficios tipificados en el Comité de Protección de Sistemas de Mérito -que respalda cualesquier reclamo que los empleados decidan elevar.

Por su parte, los empleados del sector privado también disfrutan de beneficios -pero los empleados del sector público federal portan consigo la reputación de hacer prácticamente nada, volviendo imposible su despido.


El primer período de gobierno del presidente Donald Trump y la pandemia de COVID-19 también sirvieron para revelar que los burócratas federales tienen una mentalidad basada en derechos perpetuos -se autoperciben moralmente superiores al público en general. Aún cuando la ciudadanía eligió nuevamente a Trump en las elecciones, numerosos empleados federales trabajaron en aquella oportunidad para demoler su gestión, desde el interior del sistema. En ocasión del COVID, por ejemplo, el establishment médico del país mintió abiertamente al público estadounidense, y urgió a las firmas más destacadas del sector tecnológico para que censuraran a cualquier persona que intentara desmentir la narrativa oficial.

Esta mentalidad explica por qué el 64% de los empleados federales que residen en Washington, D.C., y que votaron por Kamala Harris el pasado año, desoirían cualquier orden emitida legalmente por Trump, si la consideran como una política equívoca. Los burócratas que hoy planifican un esfuerzo pro 'deep state' contra el presidente representan una seria amenaza contra su autoridad, legítimamente constituída, y contra el mandato que le fuera asignado por el pueblo de los Estados Unidos.

DOGE representa un paso adelante a la hora de obligar a esos empleados federales a rendir cuentas, restaurando la autoridad que el presidente tiene, en los hechos, sobre ellos.

Finalmente, ¿por qué estos burócratas en particular disfrutan de convenios tan beneficiosos? Parte de la respuesta tiene que ver con los sindicatos que funcionan en el sector público.

 

2. La infraestructura que atenta contra el reformismo

Cuando la ciudadanía estadounidense reflexiona sobre los sindicatos, por lo general nos hacemos a la idea de una fábrica en donde los trabajadores se únen para hacer lobby, con miras a mejorar sus condiciones laborales; como ejemplo, hombres y mujeres que trabajan con sus manos exigen, lícitamente, descansos adicionales, o bien demandan aumentos de salarios para honrar mejor su duro trabajo y mantenerse a tono con la inflación.

Hoy día, los sindicatos del sector público dan forma a una monumental superestructura que despliega financiamiento para causas contaminadas por agendas políticas ideologizadas. Los más importantes sindicatos del país no solo se han inclinado hacia el espectro ideológico izquierdista; ahora, contribuyen abiertamente con fondos para el Partido Demócrata -y canalizan dinero hacia grupos radicalizados que saturaron la pasada Administración Biden. El movimiento de los trabajadores se ha visto obstaculizado en el sector privado; pero los trabajadores gubernamentales acuden en estampida hacia los sindicatos del sector público.

Incluso el ex presidente Franklin D. Roosevelt -pionero del estado administrativo americano, se oponía a la idea de los sindicatos del sector público.

“La naturaleza y propósitos del gobierno hacen imposible que los funcionarios administrativos representen al empleado de manera abarcativa, aún acercarlo en conversaciones recíprocas con organizaciones dedicadas al resguardo de los empleados gubernamentales", escribió Roosevelt, en una misiva fechada en 1937. “El empleado es, al mismo tiempo, el pueblo, que habla a través de leyes aprobadas por sus representantes en el Congreso”.

Cualquier negociación con los sindicatos de empleados públicos remitiría a una pérdida de la autoridad popular, reflexionó el fundador del New Deal.

Roosevelt consideró 'impensables e intolerables' a las huelgas ejecutadas por sindicatos, porque estos desarrollos provocaban 'la parálisis del gobierno, perpetrada por aquellos que juraron respaldarlo”.

Hoy día, sin embargo, la Federación Estadounidense de Empleados Públicos representa a un total de 600 mil trabajadores federales en los EE.UU. y en el extranjero. Este sindicato ha presentado numerosas demandas judiciales, a criterio de bloquear el empeño reformista de Donald Trump.

El referido gremio y otros de igual tenor ven a DOGE como una amenaza, porque Trump se propone recortar los excesos burocráticos. En tal virtud, los sindicatos se benefician de un Estado inflado.

DOGE representa un paso adelante en la conquista de la burocracia federal, y en el objetivo de obstaculizar la perturbación generada por los gremios estatales -contra los cuales hasta Roosevelt se opuso tenazmente.

 

3. En rigor, DOGE está restaurando la Constitución Americana

De acuerdo a la Constitución de los Estados Unidos, “el poder ejecutivo habrá de cobrar forma en un presidente de los Estados Unidos de América”.

Si un presidente se viera imposibilitado de despedir a burócratas que se desempeñan en la rama ejecutiva, ¿cuenta genuinamente el jefe de Estado con poder?

Trump ha prometido desterrar a las destructivas ideologías que ganan tracción en la 'diversidad, la igualdad y la inclusión'; eliminar la ideología de género; y desplazaar al alarmismo climático del gobierno federal -siendo que estas imposturas extremistas se han colado profundamente en la burocracia federal. Dado que el pueblo eligió, de manera abrumadora, a Trump, los esfuerzos encarnados por burócratas que pretenden obstaculizar aquella promesa representan una amenaza contra la transición democrática.

Toda vez que Trump intenta desterrar el despilfarro, el fraude y el abuso del gobierno federal, sindicatos como la Federación de Empleados Gubernamentales han interpuesto demandas judiciales; los magistrados, por su parte, han dado lugar -impidiendo al presidente ejercitar su autoridad constitucional. A la postre, muchas de esas demandas podrían finalizar su camino en la Corte Suprema.

En ese sentido, y a la luz de la influencia de estos subsistemas burocráticos en el seno del gobierno, se vuelve necesario que la Corte restaure la autoridad presidencial sobre el órgano ejecutivo.

 

Réplica a las objeciones

Las motosierras, como cualquier otra herramienta, pueden ser empleadas para el bien, como para hacer el mal. Musk no celebra la idea del despido de burócratas motosierra en mano; simplemente, empuña la motosierra para poner fin a un Estado administrativo exacerbado -y, por momentos, inconstitucional.

Trump ha apurado el paso con el accionar de DOGE, clausurando la Agencia de los EE.UU. para el Desarrollo (USAID), y congelando la asistencia financiera al extranjero -para examinar dónde se despliega ésta. Este procedimiento ha generado incertidumbre, y algunas personas -que trabajan con esmero- en el gobierno federal podrían temer perder sus empleos.

Dicho esto, los trabajadores del sector privado están acostumbrados al 'downsizing' -mientras que los esfuerzos de destrucción creativa tardaron demasiado tiempo en llegar al gobierno federal de los EE.UU..

El espectro conservador no debería celebrar el despido de empleados federales. Los burócratas, sin embargo, deberían recordar que han disfrutado de ostensibles beneficios -previo a elevar quejas, ante una realidad que es costumbre en el sector privado.



Artículo original, en inglés

 

Tyler O'Neil, autor del texto, se desempeña como editor senior en el sitio web estadounidense The Daily Signal, en Washington, D.C.