INTERNACIONALES: CARRIE SHEFFIELD

Los recortes de DOGE a USAID son necesarios: en ocasiones, la asistencia exterior conlleva más perjuicios, que beneficios

La nueva Administración Trump está adoptando un enfoque cauteloso de cara a la asistencia exterior...

13 de Marzo de 2025

 

La nueva Administración Trump está adoptando un enfoque cauteloso de cara a la asistencia exterior, buscando asegurar una gestión prudente de cada dólar aportado por los contribuyentes estadounidenses.
 
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El Secretario de Estado Marco Rubio anunció el lunes en su perfil de X que, tras llevarse a cabo un proceso de auditoría de seis semanas de duración, el gobierno federal está cancelando el 83% de los programas de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional.

"Los 5,200 contratos que ahora se cancelan gastaron decenas de miles de millones de dólares de maneras que no han servido (y, en algunos casos, incluso perjudicaron) a los intereses nacionales fundamentales de los Estados Unidos de América," escribió Rubio, revelando su aspiración de que el 18% restante de los programas -un aproximado de mil de ellos- comiencen a ser gestionados de manera más eficiente por el Departamento de Estado. Este proceso, liderado por el Departamento de Eficiencia Gubernamental (que Rubio agradeció en su publicación en X), provocó que sectores afines a la izquierda calificara al equipo de Trump como insensible, a pesar de que el acopio de la evidencia certifica que la ayuda exterior a menudo conlleva más perjuicios que beneficios.

Por ejemplo, los profesores de economía Brian Fikkert y Steve Corbett escribieron un famoso libro llamado "Cuando Ayudar Duele", explicando que la asistencia al extranjero, tal como sucede con el sistema de bienestar social de los EE. UU., con frecuencia comporta efectos contraproducentes en las personas a las que se pretende ayudar.

En tal virtud, ese modelo distorsiona los mercados y fomenta relaciones de dependencia y resentimiento latente poco saludables. Mantiene a las personas—y, lo que es igualmente importante, a sus líderes del gobierno —alejadas de la posibilidad de convertirse en genuinos agentes de su propio progreso, transformando a los ciudadanos en rehenes de una compleja red de disfunción y desesperanza aprendida.

Con la excepción de coyunturas de crisis más urgentes (como es el caso de desastres naturales, plagas, etcétera), un empleo óptimo a largo plazo de fondos dedicados a asistencia debería ser la inversión privada extranjera directa, que en efecto aleja a las personas de la pobreza de modo más permanente, al fomentar el desarrollo de sistemas políticos y económicos más saludables, basados en reglas y menos corruptos.

Los ex-empleados de USAID despedidos bajo la presidencia de Donald Trump harían un bien al mundo si se mudasen a empleos en el sector privado—incluyendo en áreas en desarrollo que les apasionen—para crear ciclos de transformación generacional y creación de riqueza verdaderamente sustentables.

Cabe también citar a Patrick Lowndes (de Pragma Advisors) y Andrew Winker (de ibex): se trata de dos expertos en este campo que quien esto escribe conoció el pasado año, cuando ambos visitaron Washington, D.C. para compartir una ponencia ante personas interesadas en resolver la pobreza global. Lowndes y Winker pusieron el foco en cuadrantes de Africa del Norte, Medio Oriente y Asia. Se explayaron en torno a una constelación de modalidades en las que los estadounidenses (y otros inversores) pueden invertir en la creación de empleo en naciones en vías de desarrollo.

Infortunadamente, la asistencia al extranjero a veces cae en manos de déspotas que luego enajenan discrecionalmente el dinero -u otros recursos-, empleándolos luego para reprimir con mayor crudeza a sus propios conciudadanos.

Por desgracia también, otros programas de USAID disfrazados de "asistencia" bajo Administraciones lideradas por demócratas funcionaban como una mera cobertura para el patrocinio de agendas partidistas y de programas basados en 'igualdad e inclusión' (DEI, bajo su acrónimo en inglés), en lugar de fomentar el diseño de misiones humanitarias de rescate fundadas en la buena voluntad, universalmente aceptadas y bipartidistas.

Rubio explicó cómo los programas de USAID a veces promocionan valores saturados de toxicidad, financiados por los contribuyentes del país. Como ya lo han consignado los académicos de la Heritage FoundationMax Primorac y James M. Roberts, la Administración Biden utilizó los programas de ayuda exterior para financiar la ideología de género e identidad, y el alarmismo climático. Y el régimen de ayuda exterior de Biden a menudo hizo que las comunidades locales se repelieran ante la conciencia social estadounidense.

'La agenda de ayuda exterior de Biden choca con los valores conservadores del mundo en desarrollo, que son incompatibles con la idea de que el género puede separarse del sexo biológico y que rechazan el ateísmo que sustenta la ideología progresista', escriben Roberts y Primorac. Primorac es un ex administrador de USAID en la Oficina de Asistencia Humanitaria, y ex asesor principal en la Oficina de Oriente Medio, por lo que ha visto la putrefacción burocrática de primera mano.

Roberts y Primorac también han detallado los modos en que un programa de USAID bajo el presidente Joe Biden promovió la capacitación bajo el trabajo de Donatella della Porta, una profesora italiana que abraza el marxismo.

'Esta es la primera vez que el gobierno de EE. UU. respalda explícitamente el marxismo como el principio rector para la asistencia exterior', escriben Roberts y Primorac.

Amén del impacto negativo directo de la asistencia extranjera, subyace el problema de que la ayuda y los empleos gubernamentales son esencialmente gastar "dinero falso" o "dinero de juego de Monopoly" de un valor que no fue creado por el gobierno. La ayuda extranjera directa destruye el valor creado por el sector privado productivo. Y carga a los contribuyentes estadounidenses con deuda en el proceso.

Vimos esto a nivel nacional, donde las estadísticas de empleo de la Administración Biden fueron exageradas por una ambicion de creación desproporcionada de empleos gubernamentales, en lugar de patrocinar la creación de puestos de trabajo genuinos en el sector privado.

Con demasiada frecuencia, la asistencia destinada al extranjero es ineficaz en su propósito declarado de quebrar los ciclos de pobreza global; con frecuencia también, incurre en la defraudación de fondos aportados por los contribuyentes. En este apartado, es lícito congratular a Trump y a Rubio, dadas sus valientes acciones en pos de un sano cambio de rumbo.


Artículo original, en inglés


La autora, Carrie Sheffield, es escritora; y colaboradora frecuente en el sitio web The Daily Signal, en los EE.UU.