INTERNACIONALES: ANALISIS E IMPLICANCIAS DE UN CONFLICTO EN CIERNES

Irán, el próximo objetivo, a pesar de las desmentidas

Más allá de el intento de desmentida del Departamento de Estado, consultado sobre una posible operación en Irán, conviene detenerse a analizar ciertos hechos que llevan a imaginar las características de un nuevo escenario de conflicto en Medio Oriente.

21 de Julio de 2010
La sentencia de la Secretaria de Estado, al respecto de que "un ataque a Irán no está en la agenda, por ahora", elude circunscribirse solamente a la no presencia de tal objetivo en la agenda. Por el contrario, las palabras clave aquí son el "por ahora". Muchos han escrito que, en la propaganda que antecede a los conflictos modernos, los tambores de la guerra se hacen sentir primero en la prensa. Tal es el globo de ensayo que el país de origen del ejército que tomará la iniciativa, lanza a modo de testeo de la opinión pública. Y Estados Unidos no está exento de esta práctica. Aunque lo llamativo del caso, es que la Administración Bush haya esperado tan poco tiempo desde la renovación de su mandato, para comenzar la arquitectura de un nuevo conflicto en pos de "combatir al terrorismo". Si hasta el mismísimo Tony Blair ha sufrido un ataque de amnesia temporal al respecto de la manera en que la opinión pública y los políticos de su país lo cuestionaron por el apoyo irrestricto a Bush en la invasión a Irak. En la última semana, ha vuelto a la carga junto a sus camaradas del norte de América, señalando que "Irán siempre fue un patrocinador de terrorismo". La susodicha fórmula se repite. Ya poco tiempo antes de la Guerra del Golfo de 1991, Estados Unidos se dedicaba a desmentir en todo ámbito que pudiera accionar militarmente en la región. El mismo Saddam Hussein había consultado a la embajada estadounidense, y ésta le dio luz verde para invadir Kuwait, alegando que no intervendrían para detenerlo. Y en la actualidad, las fases previas a los conflictos comienzan a volverse fácilmente predecibles, cuales ciclos económicos. No sólo los intercambios verbales entre autoridades de ambos países -Estados Unidos e Irán- constituyen las sospechas. En los últimos días, los militares iraníes han hecho saber que cazas estadounidenses entran y salen de sus radares, como queriendo "probar" la efectividad de las fuerzas iraníes para lanzar una alerta temprana de invasión de espacio aéreo. Obviamente, la respuesta de los uniformados americanos no se hizo esperar, y cierto general respondió al comentario iraní diciendo que "es característico que Irán haga esto; de este modo logran posicionarse como víctimas de una invasión que nunca se producirá. Pretenden poner a la comunidad internacional de su lado". Mientras Corea del Norte respira de alivio -al menos por cierto tiempo-, en Irán ya se están preparando para lo que será un largo conflicto -según ellos-. Los funcionarios iraníes se encargan en todo momento, de señalar que Estados Unidos no puede destruir su programa nuclear desde el aire en una operación al estilo Yugoslavia, porque las instalaciones se han repartido a lo largo de todo el país y en forma subterránea. Es que ya han leído los comentarios de renombrados militares de Estados Unidos, que dicen prever que la operación comenzará con un "bombardeo quirúrgico" de la infraestructura militar e industrial de Irán. Pero Irán no es Irak. Tal vez, las fuerzas armadas iraníes estén pobremente equipadas, estando el grueso de su fuerza aérea compuesta por vetustos Migs y Sukhois, y su ejército complementado con una dotación de 1,500 tanques rusos T-70 y similares en patético estado. Problemas a los que se suma la falta de repuestos, un mal que aqueja a aquellos países que adquieren armamento ruso. La dificultad para Estados Unidos viene dada por el hecho de que Irán cuenta con algo más de 60 millones de habitantes, de los cuales 18 millones se cuentan como potencialmente aptos para tomar parte en un conflicto. De fracasar la operación aérea inicial y enfrentarse a la necesidad de tomar posición en tierra, los soldados estadounidenses se encontrarían atrapados entre millones de personas que, como buenos fundamentalistas, se verían deseosos de morir por su patria y conocer a Alá. Y esto si no se considera la más que posible consecuencia de un resurgimiento del terrorismo internacional, con coches-bomba haciendo largas filas en las rutas que conducen a consulados estadounidenses. Durante la sangrienta guerra entre Irak e Irán, decenas de miles de jóvenes se anotaban del lado iraní para formar parte de escuadrones suicidas. Estos cruzaban la frontera, y por más que el ejército iraquí respondía con munición gruesa, los "candidatos" iraníes seguían llegando en oleadas. De ahí que los iraquíes siempre exhibieran un terror irracional a estos suicidas. Definitivamente, Irán no es el terreno ideal para que Estados Unidos pruebe nuevas armas ni para intentar exportar su "lucha por la libertad". Existe una probabilidad de que las cosas, esta vez, no salgan como se planean.
El Ojo Digital