El Gobierno declara la guerra a Shell
El Presidente Kirchner atacó a Shell con dureza, debido a su decisión de aumentar las naftas y pidió un "boicot nacional" contra la empresa. Ante el discurso presidencial, los piqueteros "oficialistas" de Luis D Elía ya programaron marchar contra Shell y bloquear 30 estaciones de servicio.
21 de Julio de 2010
El Presidente exhortó hoy a que la ciudadanía boicotee a las empresas que aumenten los precios, en alusión directa a la petrolera Shell, que incrementó el precio de sus naftas y el gasoil hasta en un 4,2%.
Pero el aguerrido discurso presidencial fue polémico y ciertamente criticable. Aún cuando la intención ulterior sea buena, sus dichos sientan un nuevo precedente de cómo un gobierno no debe relacionarse con el sector empresario en un país civilizado. Tal boicot, de tener éxito, solo logrará que la empresa deje a muchos de sus empleados en la calle, aunque esta no es la peor noticia. La verdadera mala noticia es que los piqueteros "oficialistas" de Luis D Elía ya programaron protestar contra Shell y bloquearán algunas de sus estaciones de servicio.
La estrecha relación del Presidente con el piquetero D Elìa sólo hace suponer que el segundo es utilizado por el primero para hacer de "fuerza de choque oficial" frente a escenarios puntuales.
D Elía participó con un grupo de piqueteros, no mucho tiempo atrás, en la toma de una comisaría de la Boca. La seccional fue destruída y saqueada, y el argumento fue que los policías no actuaban para atrapar al asesino de un individuo que militaba en el piqueterismo de aquel barrio. Posteriormente se comprobaría que la víctima era parte de una banda rival que traficaba con estupefacientes. Y D Elía nunca pudo ser llamado a prestar declaración por el incidente, ya que gozaba de fueros por ser diputado provincial. Funcionarios del Gobierno Nacional tampoco pudieron ser citados por la Justicia, y luego de los incidentes, la oposición señaló que el Gobierno Nacional protegía a Luis D Elía y que le había dado carta blanca para cometer tropelías. Al día de hoy, tal sospecha no ha desaparecido ni de la oposición ni de la ciudadanía.
Con respecto a la cuestión de los combustibles, es conveniente recordar que los precios de los combustibles están prácticamente congelados desde antes de la asunción de la actual Administración, y las empresas han intentado subir los precios en reiteradas oportunidades. Las veces que lo intentaron, se encontraron con las amenazas del mismo Presidente Kirchner de llevar las retenciones a niveles aún más elevados.
Ya desde el Gobierno Nacional se había puesto a Shell bajo la lupa, e incluso una fuerte ola de rumores sugirió que la empresa se retiraría de la Argentina, y que vendería sus estaciones de servicio a PDVSA. Tanto desde el Gobierno Argentino como desde el lado de Hugo Chávez se escucharon idénticas versiones.
Pero la petrolera respondió y su director en la Argentina se encargó de dejar bien en claro que, aún cuando las pérdidas de la empresa habían sido elevadas durante 2003, en 2004 no fueron tan grandes y que ello ameritaba continuar con la presencia en nuestro país. Además, Shell cuenta con más de 80 años de trayectoria en la Argentina.
En el Gobierno Nacional no le perdonan a Shell esta actitud confrontativa -que sólo consistió en defender sus intereses como empresa-.
Ahora, la petrolera incrementó el precio de sus naftas, y la escalada entre ambas partes se eleva un nivel más.
En el Gobierno no se oculta la furia por esta decisión de los hombres de marketing de la petrolera, precisamente porque un aumento de las naftas en este momento de preocupaciones inflacionarias podría ciertamente patear el tablero de los logros del Presidente y Lavagna, el Ministro estrella. Y sabido es que cuando una de las petroleras aumentó sus precios, la siguieron, casi inmediatamente, las demás.
El caso de Shell es muy especial, ya que es una empresa avocada a proveer productos premium, que tradicionalmente siempre fueron más caros que los de la competencia. Además, son la única empresa que provee naftas de mayor octanaje, como V-Power y Pura-Diesel. Su estrategia de mercado apunta claramente a capturar a un segmento de alto poder adquisitivo, y es difícil que lo pierda por un boicot, como lo pide el Presidente.
Su politica de pricing consiste precisamente, en elevar los precios en períodos determinados de tiempo. El problema es que, en la práctica, las compañías "rivales" siguen sus pasos.
El Presidente debería comprender que una guerra contra las petroleras no se puede ganar, y aún cuando la posibilidad de la victoria existiera, ésta no se lograría sin el elevado costo de mayor inflación y más pobreza.
Paralelamente, los temores derivados de la inclusión del factor piquetero en el problema sólo contribuyen a complicar el panorama. El Presidente debería aclarar en lo inmediato su relación con D Elía y despegarse de semejante mala influencia.
Mientras tanto, las señales que la Argentina envía a la comunidad internacional de negocios continúa siendo ciertamente pobre. Normalmente no se debería esperar un crecimiento de las inversiones en este escenario.
El Ojo Digital