¿"Chiche" o Cristina? : una discusión que a muy pocos interesa
Los medios más destacados de la Argentina otorgan, por estos momentos, un exagerado espacio a las candidatas del Partido Justicialista para las elecciones de octubre. La estrategia de la política para distraer la atención de los temas importantes.
21 de Julio de 2010
Una práctica recurrente de la política en la Argentina es la de poner sobre el tapete en forma permanente, la discusión acerca de los candidatos más potables para la siguiente elección, y la difusión de los "tejes y manejes" que se esconden en las bambalinas de cada partido.
El sistema de la política en nuestro país, ya hace tiempo alejado de las necesidades reales de la ciudadanía, cada vez llama con mayor vehemencia a su propio rechazo.
La discusión del momento tiene que ver con el permanente "tironeo" entre el Presidente Néstor Kirchner y el comandante supremo del "aparato" justicialista bonaerense, el ex-presidente Eduardo Duhalde, del que todos los argentinos saben, define siempre cualquier elección.
El objetivo actual del Presidente es, cada vez más claramente, despojar al caudillo bonearense de su maquinaria "bélica". Pero la arquitectura de tal confrontación jamás será reconocida por él como de su autoría, y el discurso agresivo sólo provendrá de sus peones, uno de los cuales es el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Felipe Solá.
Felipe Solá es hoy el Gobernador de una provincia atada con alambre para no explotar, con los índices de delincuencia y muertes violentas más elevados del país, desempleo récord, pobreza extrema, con mayor crecimiento de villas miseria, y la tasa más alta de secuestros extorsivos en la Argentina.
Pero el Gobernador siempre tiene tiempo para comentarios extemporáneos, como "la inseguridad bajó en mi provincia", "prefiero a Chiche", o "mi compromiso es con el proyecto del Presidente Kirchner". Ama las portadas de los diarios y así se lo han ordenado "desde arriba".
No hace falta excederse en el esfuerzo del raciocinio para observar que Solá no tiene demasiado interés en mejorar la situación del distrito que gobierna. Su estrategia es la de mantener el statu quo, e incluso se sabe consciente de no poder esgrimir la falta de recursos como argumento, pues su presupuesto es el más elevado de todas las provincias argentinas.
Tal vez su único mérito haya sido mantenerse indemne ante los ataques incansables de la troupe de legisladores duhaldistas, en cuyos planes siempre estuvo la intención de propinarle al Gobernador un "golpe de Estado" institucional, ya sea por la vía del aumento exagerado de dietas, secuestros extorsivos "armados" para aumentar la sensación ya elevada de inseguridad, o a través de ataques verbales típicamente corporativistas. Intentos que el mismo Felipe ha sabido neutralizar, a través del único camino remanente : el posicionarse mediáticamente como el funcionario más servil de la Administración Kirchner. Y el objeto de tal asociación es, obviamente, enviar un claro mensaje a los duhaldistas.
Pero debajo de la alfombra de estas discusiones y peleas, los políticos argentinos se han preocupado estratégicamente de barrer una realidad indiscutible : que a pocos o ningún ciudadano interesa realmente conocer quién será la candidata en octubre -si Chiche o Cristina-, o si Duhalde o Kirchner "ganan" las elecciones.
En este turbio mundillo de favores y contrafavores, los medios de tirada masiva de la Argentina actúan como serviles de la política, cuando aceptan dar a estos temas el espacio y la importancia que no tienen. De esta forma actúa Van der Kooy en Clarín en su columna del domingo : desperdiciando decenas de líneas y talento literario para detallar la postura de Solá, los arrebatos verbales de Kirchner y la táctica de los duhaldistas para desestabilizar a los del otro bando. A veces es Joaquín Morales Solá quien aparece como menos permeable a los dimes y diretes de la pelea entre las dos candidatas, pero eventualmente termina ocupándose, también en exceso, de los secretos de alcoba de las participantes.
Tales líneas terminan sirviendo, finalmente, sólo para consumo interno.
La gente hace tiempo que percibe que la discusión eleccionaria cada año se presenta más temprano, al igual que los adornos y el cotillón de Navidad en los shoppings y almacenes de prístinos escaparates.
Esa misma gente, hace tiempo que percibe la torpeza de un sistema que deja libres a asesinos adolescentes, violadores y arrebatadores pero que va a buscar "con la fuerza pública" a aquel que no quiso ir a votar.
En un país donde todo está por hacer, el tratamiento mediático prematuro relacionado con los candidatos cala cada vez más hondo y aumenta la brecha ya existente entre el ciudadano y el político.
Desde la incurable política se insiste permanentemente en la falsa percepción de que la ciudadanía concurre cada vez más a votar, y destaca la muerte del "Que se vayan todos".
El sistema está vigente y se defiende con uñas y dientes. Y muy poco hace pensar que su escasa credibilidad termine por derribarlo. Tal vez la esperanza de los argentinos radique en asimilar la idea de que el mismo sistema necesita desesperadamente de los mismos ciudadanos para sobrevivir. Y a partir del reconocimiento de esta certeza, todos nos pongamos de acuerdo en exigir más de nuestros políticos -si acaso desean seguir viviendo de su "trabajo"-.
El Ojo Digital Sociedad