Argentina, ¿hacia dónde vamos?
La Argentina tiene un problema de MANDO POLITICO. Sin embargo, no se trata tan sólo de la ausencia total de un Poder Político que restaure al Estado en sus funciones específicas. La ausencia de ese Poder ya es suficientemente grave de por sí pero para nuestra desgracia se halla aumentada y multiplicada por una falta de capacidad de mando en TODOS los órdenes y sectores de la vida nacional.
21 de Julio de 2010
No solamente no tenemos un Gobierno que gobierne. Tampoco tenemos políticos que hagan Política.
Y encima, tampoco tenemos empresarios con espíritu de empresa, juventud con ideas jóvenes, militares con eficacia guerrera, civiles con coraje civil. A todo lo largo y ancho del país es dudoso que existan mas de cien funcionarios incorruptibles. Nuestros mejores profesionales se han ido. En un país escasamente poblado como el nuestro, el verdadero talento se ha metido en cuarteles de invierno o se ha mandado a mudar. El vacío de poder no es sólo político-gubernamental, es TOTAL. En ningún ámbito existe una personalidad con autoridad decisiva e incuestionada por su propio sector. Tenemos muchos personajes pero ninguna gran personalidad, "Esto es lo que pasa cuando una Nación queda huérfana de personalidades auténticas y decisivas. Aprendámoslo.
Vivimos en un vacío absoluto de Poder. Los Poderes sinárquicos naturalmente no operan mostrándose en la vidriera pública y así nadie tiene Poder real y legítimo en la Argentina.
NADIE SE ATREVE A MANDAR PORQUE NO ESTÁ SEGURO DE SER OBEDECIDO, Entonces prefiere no mandar. Y todo el mundo se las arregla como puede.
Los que deciden con sus manejos de trastienda no dan la cara y los que dan la cara no son capaces de imponerse y mandar. Las cosas simplemente pasan. Nadie sabe por qué. No hay responsables. No hay autores ni hay Autoridad. Eso, exactamente eso, es lo que nos pasa.
Contra ello sólo hay una cosa que podemos hacer: buscar Hombres capaces, formarlos y forjarlos políticamente, encuadrarlos en una estructura eficaz y darles un Poder legítimo y real. Necesitamos auténticos políticos con talento de estadistas, con coraje revolucionario y con capacidad de mando. Necesitamos auténticos empresarios con visión de futuro, imaginación y sentido social. Necesitamos auténticos sindicalistas con verdadera solidaridad social, integridad moral y sentido de justicia. Necesitamos Hombres de verdad, con GANAS de trabajar y con CAPACIDAD para hacerlo.
Construyamos una Nación
Tenemos un país magnífico, con posibilidades casi infinitas y un buen material humano. Lo que ya no tenemos es tiempo. Entendámoslo: no nos queda mucho tiempo. Ahora vivimos porque tenemos una guerra solapada de todos contra todos. AHORA es el momento de hacer algo. Si no hacemos algo ahora, la "paz" va a ser terrible. El desafío es aquí y ya mismo. Peleemos la batalla mientras aún podamos ganarla y no nos dejemos robar una victoria posible. Demostremos al mundo que la Argentina es Nación para rato porque aquí hay Hombres que no se rinden, que saben hacer las cosas bien, que se sienten orgullosos del país que tienen y que de última hasta pueden darse el lujo de ser un ejemplo para todos los pueblos de Occidente que quieren reconquistar su Soberanía.
El lugar donde tendría que estar el "Soberano Interior" se halla vacío. Ojalá fuese este "Soberano Interior" el que opusiese la ley pura de su propio Ser a toda falsa ley exterior, a toda hipocresía o a toda mentira (como Stimer, Nietzsche, Ibsen), Pero no es así. Se vive al día en una forma que al final de cuentas, sólo resulta muy estúpida y en donde únicamente en algunos raros momentos se tiene una toma de conciencia que se traduce en aburrimiento y repugnancia.
En lo externo falta una verdadera autoridad y verdaderos Hombres de mando en el organismo estatal. Y falta también una formación interna en los individuos. Ambos fenómenos son solidarios, el uno corrobora al otro al punto que no se puede evitar el pensar que, tal vez, se trate de dos aspectos de un fenómeno único característico de nuestros evolucionados y democráticos tiempos.
Dentro de mil años nuestros descendientes observarán nuestras tumbas desde una distancia medida en años luz. Está en nosotros hacer que respeten nuestro recuerdo tal como algunos de nosotros aún respetamos la memoria de un Leónidas y sus formidables espartanos.
Porque si no es así, los Jóvenes Auténticos que hoy vamos teniendo de a poco escupirán sobre nuestras tumbas y eso es, precisamente, lo que debemos evitar. Porque seria un espectáculo lamentable. Porque no sólo nos estarían reprochando el haberles legado un mundo absolutamente degradado sino que nos estarían acusando de haberlos condenado a pagar por nuestros propios fracasos.
Y eso no puede ser. No debe ocurrir. Es nuestra responsabilidad que no suceda.
El Tábano Informa