El dolor y la vergüenza en el caso Maccarone
Con mucho dolor y después de mucho meditar he decidido expresar mi opinión en un tema triste y doloroso para todos los que nos sentimos hijos e hijas de la Santa Madre Iglesia.
21 de Julio de 2010
A diferencia de otras ocasiones, en esta oportunidad las palabras y los conceptos surgen lastimosos en mi pluma, y hasta el último instante, una dura resistencia interior me urgía a permanecer en silencio. Pero como dice una amiga muy preciada, a los problemas conviene enfrentarlos desde el inicio y el cerrar los ojos a la realidad no hace sino incrementar los efectos negativos. Por eso trataremos de abordar el asunto desde todos los puntos de vista, con objetividad y rigor ante el error cometido, aunque también con amor e indulgencia ante el pecador.
La Hipocresía de los Medios
Empecemos por lo menos importante. Algo que en principio llama poderosamente la atención del lector desprevenido es la reacción de la prensa ante el hecho consumado. Los medios oficialistas, ya sea los de extrema izquierda como los progresistas moderados; al igual que algunos medios de la oposición, todos se han alineado para minimizar el acto del escándalo... todos han puesto el acento en la presunta existencia de un complot mafioso orquestado contra la pobre figura del Obispo. Un contraste manifiesto con la actitud asumida por los mismos medios hace pocos años con los casos de Monseñor Storni y el Padre Grassi, donde las acusaciones nunca pudieron ser probadas, pero que igualmente los clérigos tuvieron y aún tienen que sufrir la descalificación permanente por una presunta conducta aberrante.
Para esta prensa poco comprometida con la verdad, el homosexualismo vivido por los progresistas alineados con el poder político es una comprensible debilidad humana, en cambio, los mismos actos cometidos por los sectores alineados con una visión conservadora, merecen el escarnio y la reprobación más absoluta, aún cuando, como quedara expresado en párrafos anteriores, los hechos nunca pudieron ser comprobados.
El complot extorsivo
Políticos oficialistas, una buena parte del periodismo, la cúpula de la Iglesia Católica, y hasta el propio inculpado, con diferentes matices en la forma, han puesto el acento en la existencia de un proceso extorsivo de tinte mafioso, para explicar lo sucedido. Casi todos apuntan al juarismo, a la inteligencia policíaca, a las corporaciones económicas y hasta algunos con más imaginación que neuronas, aventuraron la culpa a la connivencia de sectores ultraconservadores de la propia Iglesia, para boicotear la carrera eclesiástica de este Obispo comprometido con los pobres.
Dejando de lado la clara existencia de un proceso violatorio a la intimidad personal, más que difundida por todos los medios, quisiera simplemente agregar una hipótesis respecto del posible actor responsable de esta maniobra delictiva. Si de inventar se trata, el razonamiento que expondré a continuación no es ni más ni menos creíble a los que ya circulan por todos los mares.
Y mi teoría se apoya en la respuesta a este sencillo interrogante: ¿Quiénes han salido fortalecidos o favorecidos de este triste incidente en el seno de nuestra Madre? ¿El juarismo, el menemismo, la Iglesia, las grandes corporaciones económicas o el progresismo izquierdista encaramado en el poder?. Sabido es que la Conferencia Episcopal Argentina, en la reunión programada para mediados de agosto, tenía pensado la elaboración de un documento muy crítico respecto a la situación social y a la agresividad política del gobierno, en la campaña proselitista de cara a las elecciones legislativas de octubre.
Pero, frente al caso Maccarone, las autoridades eclesiásticas habrían quedado desarmadas moralmente para requerir al gobierno un dejo de ética, cuando no de raciocinio, en la mentada campaña. No es el momento oportuno, se habría filtrado desde fuentes clericales... entonces... remedando a la primera dama... si las brujas existen no resulta coherente descartar de la presunta culpabilidad del hecho a los únicos realmente beneficiados de este escándalo público.
Por otro lado, todos sabemos, que con el beneplácito del gobierno, sectores "progresistas" de la sociedad vienen instalando en la opinión pública la necesidad de aggiornar nuestras leyes y abandonar el oscurantismo "medieval" impuesto por la visión "arcaica" de la iglesia. Así por ejemplo, las iniciativas en torno a lograr la despenalización del aborto, la aceptación de las uniones homosexuales y su derecho a la adopción de niños, la distribución indiscriminada de preservativos en los hospitales públicos a menores, con y sin autorización de los padres... etc, etc, etc... Y la realidad del asunto es que el caso Maccarone le viene de perillas a esta campaña destructiva de los valores permanentes de la sociedad... porque desprestigia a una de las instituciones que con más fuerza se opone a esta visión deshumanizada de la sexualidad humana.
Por lo expuesto, entre tantas teorías e hipótesis conspirativas, yo no buscaría muy lejos de los estrados del actual poder político de la nación, a los verdaderos responsables de este procedimiento extorsivo.
Finalmente, lo más importante y lo más doloroso
He dejado para el final algunas reflexiones en torno a lo que no se dice o se dice con demasiado edulcorante para mi gusto personal. Dejando de lado el derecho a la intimidad y a la inmoralidad del procedimiento utilizado para difundir el hecho... no puede soslayarse, ni muchos menos minimizarse la responsabilidad personal de Monseñor Maccarone en un escándalo que ha causado y seguramente causará un daño muy grande a la Iglesia Católica.
Los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados y graves depravaciones éticas porque se contraponen a la ley natural, cierran el acto sexual al don de la vida y no proceden de una complementariedad afectiva y sexual verdadera. No pueden recibir aprobación en ningún caso. Mucho menos en un hombre que por haber recibido la triple potestad de santificar, enseñar y regir a sus fieles, debería guardar una coherencia de vida, que ilumine a su rebaño en el seguimiento de Cristo.
Para Monseñor Maccarone hombre, en cuanto ser humano, nos queda, como su familia en Cristo, la misericordia, la oración y el apoyo espiritual para que pueda sobrellevar su cruz y superar el calvario que representa una tendencia contranatura, sabiendo que fue Nuestro Señor Jesucristo quien nos intimara: "el que no tenga pecado, que arroje la primera piedra", para después decirle a la Magdalena: "Vete en Paz y no Peques más".
Pero esta actitud cristiana para con el hombre no puede significar nunca una aceptación, comprensión o solidaridad para con el aberrante escándalo en que ha incurrido un hombre de la Iglesia, cuya conducta nos recuerda la traición de Judas relatada en el Evangelio. Quiera Nuestro Señor iluminar su inteligencia y fortalecer su voluntad, para que a ejemplo de San Pedro, después de haberlo negado tres veces, pueda reencontrar la paz que brinda la recuperación de la Gracia de Dios.
María Cecilia Pando de Mercado