INTERNACIONALES - POR MATIAS RUIZ PARA EL OJO DIGITAL: RECURSOS NATURALES Y TERRITORIO, BAJO AMENAZA

Las hipótesis de conflicto de la Argentina en el siglo XXI

Recientemente, algunos medios se ocuparon en referir determinados cambios en las hipótesis de conflicto para la Argentina, para lo que resta de este siglo. La reorientación apunta ahora hacia la defensa de los recursos naturales nacionales. Pero la cuestión parece aún más complicada y lo correcto es referirse a ella con cautela y considerando cada variable en profundidad.

21 de Julio de 2010
Recientemente, el Ejército Argentino dio a conocer su lista de novedosas hipótesis de conflicto para las próximas décadas, con lo que la doctrina militar nacional en materia de defensa sufre drásticos cambios. Pero tales cambios se perfilan como positivos, en vista del abandono y destrucción que las Fuerzas Armadas sufrieron durante las administraciones de Carlos Menem y Fernando de la Rúa. En aquel entonces, los ministros de defensa a cargo optaron ingenuamente por abandonar unilateralmente toda hipótesis de conflicto, aún aquellas que tenían en sus carpetas a algunos países limítrofes. La nueva doctrina no tiene mucho de original, pues está basada en el nuevo enfoque de defensa brasileño, pero no por ello deja de ser bienvenida. Sostiene que, en el futuro, la Argentina deberá enfrentar la amenaza potencial de un país o grupo de países, militar y tecnológicamente superiores, que se movilizarán u operarán con el objetivo de controlar los recursos naturales nacionales, entre los cuales el agua figura como primero en la lista. El informe refiere primordialmente a la nueva estrategia de defensa del Acuífero Guaraní, que aparentemente sería el principal objetivo del futuro agresor o grupo de naciones agresoras. Concretamente, el brainstorming y desarrollo posterior de este nuevo enfoque tiene su origen en la filtración a los medios estadounidenses The New York Times y The Guardian de un informe que hiciera el Pentágono para el congreso de Estados Unidos. En aquel informe, el Pentágono insta a las esferas políticas de Washington a que promuevan la relocalización de bases militares americanas en todo el mundo, con el objetivo de controlar o monitorear las fuentes acuíferas en el globo. El motivo es que, -tal como lo señala el informe- para fines del año 2030, el 90% de los 8 mil millones de habitantes del planeta tendrán problemas severos para acceder al agua potable. De modo tal que ni la Argentina ni Brasil necesitaron recurrir a operaciones clandestinas de inteligencia para la obtención de la información. El simple filtrado a los medios americanos sirvió para evitar el gasto. Cabe recordar que un informe similar salió recientemente del ministerio de defensa británico. Aquel reporte también se refería al problema del agua y los recursos naturales, aunque enumeraba también las modernas amenazas a las que naciones desarrolladas como Inglaterra deberían hacer frente para fines de 2020 y 2030. Ambos informes tienen muy en cuenta la variable de la superpoblación como el gatillo para la conquista de los recursos naturales y energéticos de otras naciones. Pero, por momentos, se exagera este factor de peligro, dado que la población de Europa, por ejemplo, es mayormente anciana y las tasas de natalidad son ínfimas. El incremento en las tasas de natalidad se dan, principalmente en las naciones africanas, pero allí, las tasas de mortandad son igualmente importantes, y el equilibrio poblacional se mantiene, alimentado por el subdesarrollo de aquellas naciones, los conflictos regionales y la corrupción extrema de sus líderes. Por otro lado, las naciones del Africa subsahariana, que acusan este tipo de problemas, no están en condiciones de representar amenaza militar alguna para países situados en otras regiones o continentes. Por otra parte, la amenaza sí podría provenir de naciones asiáticas. China y Japón tienen, desde hace ya décadas, problemas aparentemente insolubles en materia poblacional. Si bien no es factible prever alianzas militares entre ellos, el seguimiento de la situación demográfica y política en aquellas naciones es una cuestión vital para las potencias militares del mundo occidental. La India es un caso aparte. Esta nación sufre de idénticos inconvenientes en relación a la variable de la explosión demográfica, y a la vez está convirtiéndose en un referente de las nuevas economías y la tecnología de la información. Es cuestión de tiempo para que sus fuerzas armadas -que cuentan con material mayormente obsoleto- comiencen a ser dotadas de tecnología, y que comiencen a representar una amenaza concreta. La India sufre también de la contaminación elevada de sus ríos Ganges y Brahamaputra, otrora sus fuentes de agua potable principales. Con respecto a la situación en América del Sur, no es descabellado afirmar que ciertos enfoques de los informes originados en la milicia estadounidense y británica comienzan a mostrar atisbos de verdad. En las escuelas primarias de Estados Unidos, por citar un ejemplo, se explica a los niños que los recursos naturales de América Latina están en control de bárbaros y de políticos corruptos sin valores democráticos. De este modo, se prepara mentalmente a la opinión pública del futuro para que apoye cualquier acción futura por parte de sus fuerzas armadas en el exterior. A los efectos de analizar los riesgos verdaderos para la Argentina, es conveniente estudiar la evolución en materia de relaciones internacionales que las naciones de la región van exhibiendo. A este respecto, debe decirse que Washington ha sabido explotar con sapiencia la crisis del Mercosur, unión que no ha existido más que en los papeles de una élite de empresarios. El desinterés de la Argentina y Brasil por la situación de Paraguay en el marco del mercado sudamericano ha resultado en una actitud renuente de los paraguayos a seguir en el bloque. Pero lo que más ha preocupado a argentinos y brasileños ha sido la decisión de Asunción de permitir la construcción de una base militar estadounidense en cercanías de la localidad selvática de Mariscal Estigarribia. Paraguay también ha permitido el ingreso de tropas estadounidenses y la base ya tiene carácter de permanente. Esta dependencia dispone de una amplia pista, que permite el aterrizaje de aeronaves pesadas, incluyendo B-52, y a la vez tiene la capacidad de alojar hasta 16 mil soldados de infantería en sus barracas. La construcción de esta base está a punto de finalizar, pero el ingreso de las tropas no se realiza en forma directa y masiva, sino el personal ingresa bajo la forma de agentes antinarcóticos y equipos expertos en combate antiterrorista, en muchos casos, vestidos inicialmente de civil. Washington ha intentado minimizar la cuestión, pero oficialmente reconoce que el objetivo de la base será el seguimiento in situ de las actividades de las FARC y el fundamentalismo árabe en la región. En relación a este punto, la inacción argentino-brasileña en la zona de la Triple Frontera ha servido de perfecta excusa para el establecimiento de la base. Pero pocos refieren en detalle a la cercanía de la base con ciertas represas brasileñas y, obviamente, a las localidades bolivianas más ricas en materia de gas y petróleo, que por estas fechas amenazan con independizarse. Precisamente, en las regiones de Tarija y Santa Cruz de la Sierra es donde operan importantes compañías estadounidenses del rubro energético. El escenario no sería tan disímil del iraquí, donde las fuerzas armadas de Estados Unidos protegen instalaciones de corporaciones privadas dedicadas a la extracción de petróleo y derivados. En el caso boliviano, las torpezas del presidente Evo Morales actúan de gran ayuda para los planes de Estados Unidos en la región. El Acuífero Guaraní -hoy una de las mayores reservas de agua de la Tierra- se encuentra también en el área de influencia -o rango de alcance- de la base. El reporte del Pentágono, mencionado al comienzo de este artículo, destacaba también que el agua se convertiría en el futuro, no ya en un elemento considerado como importante para la vida, sino que se metamorfoseará en una suerte de moneda de curso legal de altísimo valor. La privatización de compañías de agua, antes estatales, en diversas naciones del tercer mundo obedecería, de acuerdo a algunos, a un plan de largo plazo. Las diferencias políticas y pequeñas rencillas en Sudamérica también son una contribución a las políticas americanas basadas en la máxima divide et impera. La intromisión del presidente venezolano Hugo Chávez en las políticas internas de las naciones del subcontinente alienta reacciones opuestas por parte del resto de los países, de modo tal que ya se ha construído una suerte de conglomerado pro-chavista, que, en la polémica visión del líder caraqueño, se opone a otra unión de naciones más cercanas a Washington. Es aquí donde mueren las concepciones infantiles que pregonaban una expansión de la izquierda en la América del Sur. Tanto Lula da Silva como el uruguayo Tabaré Vásquez han tomado modelos económicos más cercanos a Estados Unidos de lo que en principio hubiera supuesto su ideología. Lo propio ha hecho la presidente Michelle Bachelet en Chile. Más recientemente, el flamante presidente ecuatoriano Correa descartó recurrir a la experiencia argentina de renegociación de la deuda, enfocándose mayormente en el modelo brasileño de tratamiento de acreedores. Efectivamente, la nueva doctrina de defensa nacional que recientemente promocionara Nilda Garré, la Ministra de Defensa, está en el camino correcto. Pero la renovación de la doctrina no deja de incluir puntos oscuros, por ejemplo en lo referente a la estrategia para encarar las nuevas amenazas. La respuesta -de acuerdo a la nueva doctrina- estaría basada no solo en las Fuerzas Armadas sino también en la conformación de fuerzas que sepan manejarse en el ámbito de la guerra de guerrillas que actúen en conjunto con las fuerzas regulares del Ejército Argentino. Pero la Argentina no cuenta con un elemento guerrillero comparable al de las naciones del sudeste asiático como Vietnam, que logró expulsar, con éxito, a franceses, estadounidenses, chinos y belgas. ¿Acaso contempla el Ministerio de Defensa la importación de combatientes clandestinos? En cualquier caso, una agresión de parte de una potencia contra el territorio argentino nunca será tan directa. Las fuerzas armadas de Estados Unidos, por ejemplo, y al igual que otras fuerzas de todo el mundo, desarrollan juegos de guerra que abarcan escenarios posibles simulados en supercomputadoras. El Pentágono tiene el hábito incorporado de calcular la cantidad de días que le llevaría a sus fuerzas armadas controlar una nación y a su población. Se sabe que, en el caso de Cuba, los objetivos se complicarían, dada la tradición en combate de guerrillas en la que Fidel Castro ha entrenado a las fuerzas de la isla y a la sociedad cubana. En el caso de la Argentina, donde el objetivo bien pudiera ser irritar a las clases medias acomodadas en una forma que resulte rápida y eficaz, la táctica podría abarcar sabotajes en la provisión de la energía eléctrica, o incluso la generación de anomalías en el mercado cambiario que afectaren sensiblemente la cotización de la moneda local frente al dólar. Los teóricos de la conspiración más extremos afirman que ello ya ocurrió y que ese fenómeno terminó con las clases medias expulsando a Fernando de la Rúa de la Casa Rosada. Como fuere, los escenarios de "conquista" varían de país a país, y la construcción simulada de estos obedece estrictamente al estudio pormenorizado de variables sociales, económicas y políticas. Escenarios aparte, existe otra realidad que debe ser encarada en lo inmediato, y es el estado paupérrimo del material con que cuentan las fuerzas armadas argentinas. A los efectos de dificultar los planes de cualquier expedición militar extranjera en territorio nacional, sigue siendo necesario dotar a las fuerzas de nuevos aviones de combate y de transporte de tropas, misiles de alcance medio y aeronaves dotados de sistemas de alerta temprana -AWACS-. También se hace necesario continuar con el desarrollo de una red nacional de satélites que sirvan a los efectos de control del espacio aéreo nacional. Por fortuna, lo realizado por el Presidente Néstor Kirchner hasta el momento, va encaminado en este sentido, así como también se han formulado planes relativos a la radarización completa del territorio nacional que incluye la Patagonia. De momento, la Argentina es la tercera potencia militar en América del Sur. Brasil ocupa un alejado primer puesto y Perú ocupa el segundo lugar. No obstante, los planes de Venezuela para actualizar el material con que cuentan sus fuerzas armadas podría desestabilizar este equilibrio. Venezuela cuenta hoy con una fuerza aérea casi inexistente, y sus viejos F-16 ya no surcan los aires como consecuencia del bloqueo en materia de repuestos decretado por Washington. Pero Hugo Chávez acaba de cerrar acuerdos con la Rusia de Vladimir Putin para la adquisición de no menos de 50 aviones supersónicos, entre los que se podrían contar Mig-29 y modernos Sukhoi. La Argentina deberá enfrentar la amenaza del intento de control futuro del Acuífero Guaraní, pero a la vez deberá reconsiderar el valor estratégico de la Patagonia. A este respecto, debe recordarse que la República de Chile tiene a la Argentina entre sus hipótesis de conflicto futuras. Chile pierde, año tras año y progresivamente, porciones de su territorio austral en perjuicio de la erosión marina, y se sabe que esta situación emperorará en el futuro como consecuencia del derretimiento -también progresivo- de las capas de hielo de la Antártida. La consecuencia directa de estos factores es que, en forma accidental, la Argentina se encontrará posicionada cada vez más cerca del Océano Pacífico, y en el futuro, ejercer soberanía sobre costas situadas sobre aquella masa oceánica. A los efectos de atenuar este efecto negativo de los elementos, las fuerzas armadas de Chile consideran o han considerado en algún momento un enfrentamiento con la Argentina, con el objetivo de no perder pie en la patagonia chilena. Nuevamente, el Ministerio de Defensa contempla, aparentemente, la posibilidad antes mencionada. De aquí que, más recientemente, se haya decidido la mudanza de ciertas bases del Ejército Argentino hacia la Patagonia o hacia sectores de mayor valor estratégico dentro de ella. Uno de los ejemplos más claros es el traslado programado del V Cuerpo de Ejército desde Bahía Blanca hacia Comodoro Rivadavia. Mientras tanto, puede decirse que las relaciones entre la Argentina y la República Federativa del Brasil pasan por un buen momento, en relación al tema aquí tratado. Brasil ha tomado la iniciativa a la hora de tratar con la Argentina la cuestión de las amenazas futuras que deberán afrontar los dos países. La creación de un ejército binacional, planteada por Brasilia, no es casual. Por su parte, el vecino país está muy ocupado, monitoreando muy de cerca la situación de la base militar estadounidense en Mariscal Estigarriba, en Paraguay, a la vez que dos divisiones enteras del ejército brasileño trabajan ahora en plena selva del Amazonas, en la zona limítrofe con Venezuela. El objetivo en aquella región selvática es doble : monitorear, por un lado, el movimiento de guerrilleros de las FARC que incursionan desde territorio venezolano y colombiano, y por otra parte, tener presencia en una zona sobre la que Estados Unidos ya ha deslizado su interés estratégico, bajo el falso pretexto de "detener la depredación de los bosques". Es interesante conocer la noticia de que, también en tiempos recientes, se produjo la visita de planificadores militares brasileños a la República de Vietnam, a los efectos de incorporar conocimientos sobre la guerra de guerrillas. El General Claudio Barbosa, cabeza visible del comando militar del Amazonas, ya había explicado claramente que "Brasil enfrentará en el futuro a una fuerza de naciones militarmente superiores, en donde el manejo correcto del combate de guerrillas será prioritario". Observando el status actual de las relaciones entre países de América del Sur, sería inexacto concluír, a la manera del presidente Hugo Chávez, que la región está dividida en naciones que aprecian la visión bolivariana, y aquellas que ven al mundo con los ojos de Washington. A los efectos de enfrentar las amenazas que pesan sobre los propios recursos naturales, la Argentina deberá considerar una alianza militar o, mínimamente, de apoyo logístico, con Brasil y también con la República Oriental del Uruguay. Con esta alianza como base, el país estará mucho mejor posicionado para plantarse de cara a lo que seguramente será una complicada segunda mitad de siglo.
Por Matias Ruiz para El Ojo Digital Internacionales