POR MARIO MAZZITELLI: POLITICA

Carta abierta contra las intenciones de Martín Sabbatella, intendente de Morón, de ir por la re-reelección

Muchos son los que dicen que el Señor Intendente -Martín Sabbatella- se volverá a presentar como candidato. Permítanme ponerlo en duda. Nada ha dicho que yo haya escuchado y nada he leído que lo confirme. Alguna vecina o algún vecino podría señalarme que: "los encuestadores dicen que tiene un alto índice de popularidad y una importante intención de voto". Puede ser. No es eso lo que pongo en duda. Por otra parte mi mayor respeto por la investidura de todos aquellos que hayan sido elegidos por el pueblo. Todo mi respeto, independientemente de mi juicio crítico y de mis observaciones. ¿Por qué, entonces, ponerlo en duda?

21 de Julio de 2010
Por la sencilla razón que este gobierno se sostiene en tres patas: La primera, la comparación con la administración anterior donde se destaca; la Segunda en un pequeño puñado de obras no siempre con resultado feliz y la Tercera y más importante en la calidad institucional. Esta última sería echada por la borda si resolviera ir por un tercer mandato. Y además, seguramente, repercutiría sobre la primera ya que la administración anterior finalizó antes de que asomara el siglo XXI. Entonces lo que hoy aparece como fortaleza y equilibrio podría devenir en debilidad y desequilibrio. Ahora una vecina o vecino podrían preguntarme: -¿Por qué dice usted que echaría por la borda la calidad institucional? Muy claro. El sistema democrático-republicano se asienta, entre otros principios, en el de establecer límites al ejercicio del poder en los cargos públicos electivos. Limitar este poder es una conquista de la humanidad, que les ha permitido a los pueblos defenderse de abusos, corrupción y arbitrariedades. Los límites podríamos establecerlos en dos momentos. Uno dividiendo los poderes en Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Otro estableciendo un máximo de cuatro años para la mayoría de los cargos públicos electivos. En nuestro país, allí donde se ha podido debatir el tema, se resolvió el derecho a una sola reelección para el gobernante de turno. Por caso, con la reforma constitucional de 1994, el presidente de la Nación solo puede aspirar a una reelección. El gobernador de la provincia de Buenos Aires o el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma, están en la misma situación. Incluso en las provincias del interior, muchas veces azotadas por necesidades imperiosas como la alimentación, la salud, la educación, la vivienda y por las prácticas del clientelismo, comenzó a extenderse esta demanda institucional. Misiones fue el punto de inflexión. Después Jujuy y Buenos Aires. Ahora parece extenderse a todos los territorios. Los feudos van llegando a su fin en lo más extenso de nuestro país. Bienvenida esta resolución popular de ubicar las instituciones por sobre los transitorios administradores. Esto sí que es calidad institucional. Y los municipios de Buenos Aires no deberían ser una excepción. Muy bien Mazzitelli, pero dígame: -¿Por qué, si tengo un gobierno transparente, sin corrupción, que administra correctamente los fondos públicos, voy a cambiarlo? Y ¿quién le dijo que es transparente, sin corrupción y que administra correctamente los fondos públicos? La maquinaria de propaganda del oficialismo. Puede que sea así. O puede que no. Lo cierto es que si fuera así como dice el oficialismo, -Si efectivamente se incrementó la planta municipal por razones de servicio y no como favor político a un conjunto de amigos, -Si los viajes al exterior con gastos significativos por parte de funcionarios municipales redundaron en beneficios para la población, -Si el alto pago a artistas fuese consensuado con la población, estableciendo además que, son recitales no arancelados más no gratuitos ya que lo pagamos entre todos, -Si fuera cierto que las enormes erogaciones en publicidad están en función de la calidad de vida de los habitantes y no de un proyecto político personal que muy pocos conocen, -Si fuera cierto que el periodismo local recibe fondos conforme parámetros perfectamente reglamentados y no según su comportamiento cercenando su capacidad de crítica, -Si fuera cierto que el descuento para fondos partidarios directamente del recibo de sueldo de empleados municipales fuera un acto de libre voluntad y no de doble coerción para el empleado y el empleador, unos por temor a perder el trabajo y otro por temor a perder el aporte, -Si la gestión se hubiera mantenido en el mismo nivel el segundo mandato (2003-07) que el primero (1999-2003). -Si fuera cierto que el Plan de Desarrollo Estratégico no avanza sobre áreas públicas en beneficio del capital financiero-inmobiliario con la consecuente privatización de dicho espacio. -Si no existe ninguna señal de nepotismo. -Si fuera cierto que todo es transparente, -¿Que problema habría en que otros revisaran el estado de cosas? Bueno, Mazzitelli, pero ahí entre otros, esta el Concejo Deliberante, una de cuyas funciones más importantes es el control sobre la gestión del Departamento Ejecutivo. Pues esa función no la cumple. Como no la cumple ningún órgano cuya dependencia política es manifiesta. Ya que hay un gran elector que decide quien va y quien no. Y a él, a su prestigio personal y a su buen nombre, se le debe el cargo. Por lo tanto la mínima respuesta es la "disciplina partidaria". ¿Quién osaría poner en cuestión las decisiones políticas del Señor Intendente? Pero hay más, la ley electoral permite que, quien saca el mayor número de votos, obtenga un premio extra que es una verdadera inmoralidad. Así es. Con el 50% de los votos se puede lograr el 75% de la representación. Nueve (9) concejales de doce (12) que se ponen a consideración. De manera que un sector? generalmente el oficialismo- está sobre-representado en el Concejo y otro sector pierde toda representación. Esta es la ley y no es facultad de un intendente modificarla. Pero resulta duro aceptar que se obtuvieron 3 concejales más que no se ganaron en la elección. Además frente a una situación tan distorsiva lo mínimo que podríamos esperar es que se tomaran medidas para atenuar tanta concentración de poder. Sin embargo en más de 7 años nunca se convocó a un dialogo abierto y plural donde las minorías pudieran tener una llegada directa y canalizar propuestas o realizar observaciones y críticas. El área metropolitana en la que vivimos expresa un mapa donde esta situación se repite una y otra vez. A tal punto que en algunos casos la figura del intendente parece más importante que la del propio municipio. O en todo caso uno y otro nombre surgen como una dupla indisociable. Le quiero cuestionar algo más, me dice ahora la vecina o el vecino: -¿Que pasa con las obras que se están llevando adelante si el actual administrador ya no está? Vecina, vecino... simplemente continúan. Si son necesarias y razonables ¿por qué deberían detenerse? En los países serios a esto se le llama "políticas de Estado". No se interrumpe una obra porque cambia un gobierno. En todo caso, solo debería cuestionarse aquello que aparezca innecesario. O cuando aparezca demasiado involucrado el Estado Municipal con un sector privado. O sospechado de ser promotor de intereses particulares contrarios al "bien común". En cualquiera de estas situaciones debería abrirse el debate público más amplio para clarificar la situación. También es cierto que han quedado obras en carpeta, que merecen la reapertura del debate. Y otras que aparecen excesivamente retrasadas y que hay que acelerar. Mire, Mazzitelli, no es que el intendente se quiera quedar. Es que no hay figuras de envergadura dentro de su propia fuerza. Y en la oposición no se ve todavía nada que merezca el cambio. En esto tiene razón. Aunque nada puede justificar la perpetuidad en los cargos públicos y el establecimiento de proyectos hegemónicos, con límites siempre flexibles puestos al servicio de la figura de turno. En todo caso lo que a mí responsabilidad respecta haré mi propia autocrítica. Y me daré, junto a muchas otras vecinas y vecinos, la tarea de crear una fuerza alternativa en el municipio en el que viví toda mi vida. Entonces se disipará la enorme presión de un pequeño entorno que visualiza perder algún privilegio sin la continuidad ilimitada del jefe. Entonces quizás el Señor Intendente sienta que es correcto evitar la re-reelección, en homenaje a la calidad institucional del municipio que está por sobre cualquier interés individual, dar un salto en su carrera política y dejar que otra u otro represente a su fuerza, y que en definitiva sea el electorado, el pueblo, el que decida si continúa con el oficialismo o para mayor transparencia y calidad institucional elige el cambio.
Por Mario Mazzitelli para El Ojo Digital Política