Negros nubarrones sobre el Kalifato
El Gran Califa de Río Gallegos, Don Juan Manuel de K -conocido por sus muy sufridos súbditos como el Restaurador de los Setenta- estaba más encolerizado que nunca. La rebelión de las maestras en su feudo natal lo tenía desquiciado. Amén del Skanskagate, que ponía en las planas de los diarios lo que ya se comentaba con sordina : la corrupción generalizada de su (des)gobierno. Tan grosera, que hasta la Carrió cree que es todavía mayor que durante la época del ex Sultán de los Anillacos, hoy devenido en Ciervo de fama internacional...
21 de Julio de 2010
Conciente de que, de su esperpéntico gabinete, nada podía esperar y harto de escuchar a "especialistas" que le auguraban panoramas negros para el futuro, decidió cortar por lo sano. "Voy a conshultar a una ashtróloga", se dijo para sus adentros. Tras cartón, le vociferó a la secretaria que de inmediato se presentara al Palacio Rosado la mejor pitonisa disponible. En escasos minutos, hizo su entrada al despacho del Gran Califa, la mediática Blanca Curri, arrastrando una inmensa bola de cristal.
"Gran Califa, a sus órdenes", saludó Curri. "Neceshito shaber todo acerca del futuro, con detallesh", dijo seco el Restaurador. La Curri se arrellanó en una cómoda butaca, ubicando en frente de su imponente figura la llamativa bola de cristal. "Por qué esh tan enorme", interrogó el Gran Califa. "Porque tiene todos los conocimientos que Vuestra Ilustrísima requiere. Política, economía, etc.", dijo con voz suave la astróloga. "Le digo todo lo bueno, pero ¿también todo lo malo?", interrogó en un susurro la Curri. "Todo", respondió con cara de pocos amigos el Gran Califa.
"Veamos entonces qué nos depara el destino", sentenció la pitonisa. Y comenzó a explicar lo que veía en la bola de cristal. "Muy interesante", comenzó. "Percibo un futuro extraño. En poco tiempo una Argentina sin vacas.
Con la gente comiendo asado de soja con leve gusto a carne. Consecuencia de los dislates de su política ganadera. O mejor dicho, de los absurdos disfrazados de política. Intervención del Mercado de Liniers, piedra libre a un energúmeno como el Secretario Moreno, prohibición de exportaciones, precios máximos, cambios constantes en el peso mínimo de faena, subsidios cruzados (fuentes de corruptelas al por mayor), reglas de juego mutadas en forma diaria, originaron que los productores ganaderos decidieran liquidar definitivamente los stocks. Dado que la carne vacuna es un commodity muy caro, el 98% de la población no va a tener ingresos suficientes para pagar carne importada. Léase, 100 mangos el kilo de lomo, 80 el de peceto, 65 la milanesa y 50 el asado. Como usted puede apreciar claramente en la bola de cristal, los argentinos van a comer asado de soja, adornado finamente con huesitos de plástico, para recordar los viejos buenos tiempos en que la Pampa Húmeda estaba llena de vaquitas, reemplazadas definitivamente por la Diosa Soja", musitó la Curri. La cara del Gran Califa viró a rojo obispo, mientras la yugular adquiría el tamaño de una manguera de bomberos.
"Pero no tiene que preocuparse. Cuando eso suceda posiblemente usted ya no esté como inquilino de la Residencia de Olivos. Más bien lo veo asilado en Caracas o durmiendo en una habitación de reducidas dimensiones, en el conocido "hotel" del coqueto barrio de Devoto. Vistiendo el famoso traje a rayas, que usted popularizó en su discurso inaugural. Esto es así, porque el desastre pecuario es apenas una muestra de las consecuencias del resto de sus delirios. Por caso, la política monetaria, que junto al desborde de la demanda agregada ocasionarán una inflación de proporciones. Lo cual llevará inexorablemente a una puja por el salario que culminará en un conflicto social de proporciones mayúsculas. Ni hablar de la crisis energética, tanto eléctrica como gasífera. Hoy maquilladas. Pero que estallarán en no mucho tiempo", prosiguió la pitonisa. En el ínterin, el rostro del Restaurador se había tornado lívido, casi cadavérico.
"No se confunda, Gran Califa. La bronca en Santa Cruz es mucho más profunda que el tema salarial. Allí sus secuaces, vestidos de funcionarios, exhiben impúdicamente casas palaciegas, manejan autos de origen alemán y derrochan fortunas a ojos vista, creyendo que la impunidad es eterna. Eso ha originado, en la gente de a pie, un odio atroz a todo lo que huela K. Los huevazos a su hermana son apenas un pequeño síntoma del mal generalizado. A los efectos prácticos, usted ha perdido su capital político más valioso : el miedo. Mientras había Kaja y miedo, la casa estaba en orden. En la medida que la Kaja adelgaza, la inflación galopa y el miedo desaparece, la casa se parece cada vez más a la del Tío Raúl, en cierta Semana Santa", continuó la pitonisa. Justo en el exacto instante, en que el ojo biónico del Gran Califa, comenzó a girar a velocidad supersónica.
"En determinado momento, la gente se hartará del estilo K. Y la cacerola dejará Gallegos para instalarse frente al Palacio Rosado. ¿Vió la película "La caída"?. Muestra de manera perfecta el estado de alienación en que había caído el nazismo. Algo similar le está ocurriendo hoy a usted y al dúo tragicómico Los Fernández. De enemigos ya no tiene usted a un variopinto grupo de militares, nadapoderosos, por otra parte. Sus dislates hacen que hoy se enfrente, entre otros, con : Bergoglio, Tinelli, Maradona, Rocca y Magnetto. Si el cardenal primado logra unir todas esas fuerzas en contra suyo, estimado Gran Califa, usted no llega a las elecciones de octubre.
Resultado, o se va de parranda con el tarado de Chávez o va en cana. A propósito, ¿tienen usted y familia los pasaportes en regla? La bola de cristal indica que los van a necesitar más temprano de lo que usted imagina", culminó la pitonisa Curri.
"¿Cuánto le debo?", inquirió el Restaurador. "Con un pequeño terrenito, digamos 10.000 metros cuadrados en El Calafate estoy más que satisfecha", respondió la Curri, con una sonrisa entre cómplice y vivaracha. "Délo por hecho", espetó el Gran Califa, y la despidió con una cara de culo cuya fotografía no iba a hacer circular la oficina de prensa del Palacio Rosado.
Acto seguido, el Restaurador de los Setenta dedicó algunos minutos a cavilar sobre lo que la pitonisa había visto en la bola de cristal. Y con una mueca en la cara, llamó por teléfono a su dulce Dulcinea del Toboso. "Una preguntita mi amor, ¿tenemosh losh pashaportesh al día?". "Obvio. ¿Por?", se escuchó desde el otro lado del tubo. "Mera curiosidad. Luego te explico", añadió y cortó. Llamó a la secretaria y le ordenó que averiguara si había vuelos nocturnos a Venezuela. No fuera que lo de la Curri se transformara en realidad.
Por Severo I. Turro, para El Ojo Digital Política