Ni fascismo ni marxismo, solo un voto inteligente
Entre los dos extremos de la ideología y de la sensibilidad que polarizan en ideales y procedimientos violentos e irreconciliables, el dilema angustioso del exagerado absolutismo y de la licenciosa libertad, existe en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en toda esta República, mi república, estoy seguro que así es.
21 de Julio de 2010
La cordura neutral de un gran tejido social compuesto por la clase media, una menos pudiente y una de mayor poder adquisitivo, pero que, como en la Atenas de Aristóteles, demasiado crecida para ser oligárquica y demasiado conservadora para ser demagógica, que sólo aspira a vivir en paz, a trabajar con fe y a que sus derechos individuales sean respetados en todos los terrenos.
Esa clase argentina que no es toda la Nación, pero que es la parte más eficiente de la nación porque es la que alimenta en la Universidad, en las Ciencias, en las Letras, en las Artes, en las Instituciones Armadas, en el Comercio, en las Industrias y en todas la actividades nobles de la Patria, el gran motor de la Cultura, del Trabajo y de la riqueza que constituyen la grandeza nacional, no es partidaria de los despotismos, vengan de donde vengan, de arriba o de abajo, y hasta ahora, a pesar de todo porque lo lleva en el alma y porque le viene de lejos, sigue creyendo en el espíritu democrático de nuestra Constitución.
Entre tanto, esa misma clase que de su origen popular y distribuida en todos lo núcleos cívico del territorio, en especial desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en este caso especial, traduce la conciencia y la voluntad genuina de lapoblación, tiene poderosos motivos para saber que existen en nuestras instituciones y en nuestra legislación fallas esenciales en cuya virtud la democracia pura puede corromperse y degenerarse con alguna facilidad; y, por eso, sin declinar de sus convicciones y de sus sentimientos primarios, espera de los hombres de bien que se presentan ofreciendo sus servicios gobernativos, sean diques legales y compuertas de abnegación susceptibles de evitar a tiempo, los desbordes demagógicos que puedan derrumbarla en el porvenir.
Tal fue la inquietud, la patriótica inquietud que embargó a la ciudadanía el día 24 de junio, y es por ello, que votó como votó, pese a las divagantes expresiones de trasnochados que pretenden ser filósofos y actores.
Por Ovidio H. Zanzero, para El Ojo Digital