Las elecciones del desgano, bajo la sombra de la inflación, la violencia y el fraude
Triste panorama presentan las elecciones presidenciales del próximo domingo, habida cuenta del asesinato de los policías bonaerenses, el incremento explosivo de los precios y el fraude electoral que ya se está produciendo.
21 de Julio de 2010
Por estas horas, la palabra "apatía" está siendo utilizada hasta el cansancio por los medios. Por supuesto, el concepto remite claramente al espíritu ciudadano que rodea a las elecciones presidenciales por venir.
Desde hace ya incontables meses, el aparato kirchnerista de propaganda viene proclamando una victoria arrasadora de la Primera Dama, Cristina Fernández Wilhelm, con una diferencia de más de 25 puntos sobre el segundo. "Las encuestas mienten", ha dicho el ex presidente Raúl Alfonsín, acompañado por un sinnúmero de políticos del arco opositor. Las cosas deben estar verdaderamente mal como para que Alfonsín, uno de los peores presidentes de la historia junto con Fernando de la Rúa, tenga que salir en defensa de la oposición. Pero este detalle no menor también refleja el desinterés de la sociedad, que debería aportar lo suyo para que ex mandatarios liquidados abandonen, de una vez por todas, la arena política.
Con todo, la mentira oficial no tiene límites : una vez más, desde medios afines al oficialismo -radio, tv y prensa- se bombardea al público para que se convenza de que ni siquiera vale la pena votar, que la esposa del Presidente Néstor Carlos Kirchner ya es la segura ganadora. Hasta Marcelo Tinelli se ha fotografiado en Bolívar con Kirchner y su señora. Ya ciertos medios refirieron a esta "sociedad" como un arreglo monetario para que el popular conductor apoyara la candidatura oficial. Sea o no correcta la versión, Marcelo Tinelli deberá pagar, eventualmente, el costo de fotografiarse con el dueto presidencial en pleno auge de la campaña electoral. Pero esta es la calidad de la televisión argentina y sus referentes : están siempre del lado del poder, y el televidente es manipulado para generar dividendos.
En las "elecciones del desgano", solo faltaba un hecho que sacudiera el aparato de propaganda de los Kirchner. Y tuvo lugar en una de sus peores formas, con el homicidio de los jóvenes agentes de la Policía Bonaerense Pedro Díaz, Alejandro Vatalaro y Ricardo Torres Barbosa en la ciudad de La Plata. El hecho conmovió por la saña, y por estas horas conmueve al mundo de los medios pues ya ha circulado información que habla de hipótesis diferentes a las que circularon en un primer momento. Se había dicho que los oficiales fueron masacrados por un delincuente o grupo de delincuentes que los conocían del barrio, a manera de represalia por un arresto. Pero la hipótesis se cae por incongruente y ridícula : rara vez un delincuente planea operaciones de venganza contra miembros de ninguna policía, dado que es conocido el modo como la fuerza entera se moviliza para capturar asesinos de policías. La alternativa de los policías bonaerenses exonerados por el denostado León Arslanian también suena demasiado descabellada, por las mismas razones que para el escenario anterior : los autores serían conocidos rápidamente. Comienza a rebotar por los pasillos de la información, entonces, una nueva posibilidad -mencionada por la web Seprin.com- : que la masacre pudo ser cometida por elementos radicalizados de izquierda, con pensamientos y motivaciones similares a los siniestros personajes que manufacturaron el autosecuestro de Luis Gerez y que en mucho tienen que ver con la reclusión forzada de Jorge Julio López. Se habla, en todos los casos, de elementos ideologizados con origen en grupos piqueteros y el propio kirchnerismo. De todos modos -hay que decirlo-, este elemento siempre escapa al control de los comisarios políticos de cualquier administración. En los círculos de la militancia, siempre afloran consciencias de pequeños subgrupos que consideran que deben dar el ejemplo ellos solos y sin consultar a la conducción.
Mientras tanto, pareciera ser que los únicos que lloran a Pedro Díaz, Alejandro Vatalaro y Ricardo Torres Barbosa son los propios familiares. La sociedad, como siempre, está en otro lugar. Probablemente, mirando las monerías de Tinelli o el humor saturado de soberbia que caracteriza a Mario Pergolini y sus fracasados secuaces.
Para quienes no ha pasado desapercibida la masacre de los jóvenes policías fue para los miembros del gabinete del Presidente Kirchner. Aníbal Fernández, el cuestionado Ministro del Interior, salió a dar las promesas de rigor para encontrar a los verdaderos culpables del sanguinario crimen. Tal vez el error más repudiable haya sido cometido por el propio Presidente, quien salió a anunciar -sin pruebas ni elementos, como siempre- que el homicidio podría ser una operación de desestabilización. Néstor Kirchner no solo ha cometido la torpeza de comentar sobre lo que no sabe : con sus palabras ha demostrado que ya está aprovechando políticamente la situación para victimizarse. En el proceso, Kirchner no deja de exhibir su desprecio por las fuerzas del orden en general, sugiriendo inmediatamente que los investigadores se equivocarán, "agarrando perejiles". Tal vez, para que la preocupación certera se apodere de los ocupantes de la Casa Rosada, habrá que esperar a que bombardeen una comisaría entera y que una docena de uniformados sean privados de sus vidas. La primera parte al menos, ya fue ejecutada por el piquetero kirchnerista Luis D Elía, y que, por estas horas, debe estar pensando que El Ojo Digital es una cueva de ideólogos de "la derecha" y "los servicios".
Cristina Fernández Wilhelm continúa por la senda de siempre : la de la soberbia. Ya se ha burlado de todo el conjunto de los votantes cuando hizo bromas al respecto del incremento en el precio de los tomates. Nunca pudo responder acertadamente a las inquietudes de empresarios extranjeros -evidentemente, más patriotas que los argentinos, que venden sus compañías a precio vil a sus colegas del Brasil-. Sigue por la vía de los atuendos y los accesorios a la moda, y sus presentaciones en los medios son, por lo demás, contadas. Su discurso destaca por las carencias de contenido. Las bromas de la Primera Dama sobre el tomate deberán ser aggiornadas e incluir ahora a las papas y el resto de los vegetales, puesto que sus precios también se han disparado hacia las nubes en los últimos días. Los combustibles continúan sin aumentar en la Capital Federal, donde el litro sin plomo no supera los $2,20, pero en el interior del país -tómese, por ejemplo, la provincia de Buenos Aires, apenas a 30km de la Ciudad- los precios por litro llegan hasta $2,70. Es la intención de empresarios y productores actualizar muchos de sus precios antes de la fecha de las elecciones. Se pretende que el calendario electoral aleje la atención de los carteles de bombas y góndolas. Total, cuando el nuevo presidente llegue al poder, será ya tarde para retrotraer precios. Pero, considerando el tema a consciencia, nadie puede culpar al empresariado o los ruralistas por verse obligados a actualizar el precio de sus mercancías. Después de todo, gran parte de los precios continúan como si aún viviéramos bajo la convertibilidad.
El cóctel que el oficialismo ha preparado concienzudamente en materia de encuestas conlleva un ingrediente iridiscente y peligroso : pocos "expertos" kirchneristas han considerado que la elección del domingo se definirá en las últimas tres horas de la jornada. Esto se debe al elevado porcentaje de indecisos que siempre concurren en las últimas horas al acto. En definitiva, podría ocurrir absolutamente cualquier cosa : desde un triunfo de Cristina en primera vuelta, como también una victoria de Elisa Carrió o de Roberto Lavagna. El planeta de la psiquis humana es un terreno apto para lo imprevisto. No existe ciencia exacta que pueda predecir el futuro, ni la habrá jamás. El domingo, podría ocurrir que un porcentaje importante del electorado decida que está harto, no solo de las elecciones sino de la soberbia de Néstor y Cristina, y podría decidir echarlos a fuerza de puntapiés. No está muy claro qué tan efectivo pueda ser un gobierno de Elisa Carrió o qué tanta firmeza de carácter aportaría el ex titular de Economía, Roberto Lavagna. Tampoco podría asegurarse que Alberto Rodríguez Saá está fuera de la carrera. Pero lo que sí está claro es que, de triunfar Cristina Fernández, el país muy probablemente termine en lo peor de los descontroles, habida cuenta de la falta de respuestas que la presente Administración tiene para la inseguridad, la inflación y una crisis energética que se llevará puesto a todo y a todos en el tórrido verano que se aproxima. La corrupción en el ámbito del kirchnerismo es un tema sobre el que ya nos hemos extendido demasiado, y para el que ya no queda espacio pues se ha convertido en un tema tan aburrido como el de las cifras de los muertos de Irak (sin intención alguna de humor negro).
En cuanto al fraude, este no debe necesariamente ser un concepto al que uno recurre para referir a la manipulación de resultados. El presente redibujamiento de la realidad que el gobierno de Néstor Carlos Kirchner ha venido haciendo ya constituye, per ser, fraude. Las encuestas también son parte de este mecanismo fraudulento. Lo mismo sucede con el acuerdo con Tinelli, con la manipulación de los números del INDEC y la minimización de los hechos de inseguridad.
El domingo nos enteraremos sobre si los argentinos prefieren a lo peor de los conocidos (ya en el poder), o si acaso vale la pena darle la oportunidad a los referentes opositores más potables.
Por Matias Ruiz, para El Ojo Digital Política