POLITICA: POR MATIAS RUIZ, PARA EL OJO DIGITAL

El país imposible : la guerra del Gobierno Nacional contra el campo, las escaramuzas entre el kirchnerismo y el Grupo Clarín y el oscuro proyecto del Tren Bala

Los temas más importantes del mundillo político se cuentan por decenas y se complica hacer una síntesis en un artículo, pero el intento bien vale la pena. Alberto Fernández tilda a referentes del agro de "locos" y se incrementa el intercambio de munición gruesa. La Argentina, devenido en el país donde todo es posible menos el progreso.

21 de Julio de 2010
Algo debe estar funcionando verdaderamente mal como para que el casi renunciado Jefe de Gabinete, Alberto Fernández, etiquete a los dignatarios del campo argentino como dementes. Resulta obvio de toda obviedad que el kirchnerismo hoy encaramado en el poder dirija sus dardos -o más bien misiles- contra la principal fuente de ingresos de la dirigencia desde que se tiene memoria. Pero finalmente llegó el "día del desacuerdo". Acorralado por los virulentos ataques de furia de Néstor Carlos Kirchner, el Jefe de Gabinete debió salir ante los medios para atacar con inédita dureza al sector agropecuario. Una cosa es cierta : Fernández ya tenía un borrador en el cual las retenciones de la discordia serían revisadas pero los representantes de las cuatro entidades se encargaron de hacerlo público. Situación imperdonable para el kirchnerismo, que reniega de aparecer ante la opinión pública como alguien que cede o retrocede. He aquí la clave : la política se ha disociado tanto de la ciudadanía que no llega a comprender que, en ocasiones, recular puede redundar en un importante beneficio para todos. Consideran Kirchner y sus allegados que tienen resto o "aguante" como para enfrentar al campo y sumar adhesiones entre los ciudadanos en el proceso. Craso error, pero allá ellos. En simultáneo, el ala dura del kirchnerismo continúa arrojando nafta sin plomo al fuego de la batalla contra el Grupo Clarín, de la señora Ernestina Herrera de Noble, Jorge Rendo y su reputado CEO, Héctor Magnetto. Nuevos afiches decoran día a día las palpitantes calles de nuestra querida Ciudad de Buenos Aires, y ¿con qué fin? ¿Será este acaso parte de un siniestro plan -aunque elaborado por mano de obra ingenua- para intentar colocar a la población en contra del multimedio más poderoso del país? Y Clarín responde : recientemente, el matutino reveló que la campaña de afiches cuesta al menos $ 200 mil diarios. Se derrocha dinero que no vendría mal a la hora de equipar hospitales y escuelas, si se quiere. Tampoco se queda atrás Clarín y, cada vez que pueden, sus periodistas estrella reportan más detalles en relación a las malas compañías de Hugo Moyano y su insufrible gremio de Camioneros. Paralelamente, Moyano se autoetiqueta de víctima frente a los "ataques" del Grupo. Clarín ciertamente no resistiría cualquier ley antimonopolio en cualquier país serio, pero, sin dudas, el momentum elegido por el kirchnerismo duro para emprenderla contra Magnetto y compañía no es el mejor. El episodio constituye una violación elemental del manual de cualquier político centrado de la dirigencia argentina, que bien podría rezar : "nunca atacar al Grupo Clarín cuando los índices de popularidad del Presidente de la Nación se encuentran en franca caída". Aunque la táctica oficial no sorprende, viniendo de un kirchnerismo que definitivamente ha perdido la brújula y la razón. ¿Quién exhibe más alto índice de locura, el campo o los funcionarios de primera línea del Gobierno Nacional? La crisis del campo puede trocar en guerra en cualquier momento. Solo basta que alguno de los dos bandos en pugna -productores o camioneros- encienda la mecha, y en ese instante se iniciará el fuego que perfectamente podría culminar con represión y una crisis social difícil de estimar y calcular en sus consecuencias. Han errado ahora piqueteros y gremialistas del kirchnerismo a la hora de echar mano de un concepto para etiquetar a las renovadas protestas del sector agropecuario. Lo que tiene lugar por estas horas ya no es un "lockout patronal". La paciente bronca del campo -aunque la mención se traduzca en antítesis- ha reducido el campo de batalla y aclarado el objetivo. La meta ahora es asfixiar la caja política de los Kirchner, comprometiendo la disponibilidad de fondos que la Administración regenteaba regularmente a la hora de liquidación de exportaciones. Sin exportaciones, no se ingresarán retenciones. Sin retenciones, el kirchnerismo no contará con fondos para reclutamiento de piqueteros, gobernadores, intendentes y demás yerbas. La esencia recaudatoria del matrimonio presidencial está ahora en juego. Pero el Gobierno Nacional tampoco puede contribuir al pandemonium reprimiendo a los productores que corten rutas, pues le estaría regalando la pelota al rival. ¿Alguien en su sano juicio puede imaginar que elementos de la Gendarmería Nacional les caerán con palos a los ruralistas? Ya se ha visto en tiempos de las primeras protestas de hace algo más de un mes : los gendarmes compartían mate y comida con los manifestantes, bajo la mirada atónita y desorbitada de un Aníbal Fernández que no le perdía pisada a la transmisión de TN (vale aclarar, Todo Noticias, y no "Todo Negativo" o "Todo Negocios"). Difícil anticipar cuál será el final de la pelea, pero una cosa es segura : el sector agropecuario ha aglutinado detrás de sí a una ciudadanía hastiada por los desmadres de una Presidente que parece invertir más tiempo frente al espejo que frente a los problemas de una nación entera. Lo primero que ocurrirá en los próximos días es que la nueva protesta del campo terminará de acogotar las economías regionales y tanto intendentes como gobernadores serán presionados para que tomen partido. Estos no tendrán otro camino que golpear ruidosamente las puertas de la Casa Rosada para que los visitantes regulares de Puerto Madero y la Quinta de Olivos le pongan coto a este juego que ya se asemeja demasiado a la ruleta rusa. El kirchnerismo continuará perdiendo aliados políticos en un momento en que más los necesita. Quedará aislado y solo acompañado por piqueteros, camioneros, dudosos defensores de los derechos humanos, en horas en las que el grueso de la sociedad rechaza categóricamente la figura de Cristina Fernández de Kirchner, en números cercanos al 85%. Basta salir a la calle y comprobarlo. Y mientras todo esto ocurre, el etéreo Tren Bala sigue siendo objeto de la más ácida polémica. Proyecto de ensueño si los hay, y que devorará no menos de US$ 5 mil millones del bolsillo de los argentinos para comunicar solo 4 ciudades a precios exorbitantes. El pasaje se calcula entre $300 y $400, y para la monumental estafa se recurre a Alstom, compañía de origen galo con jugosos antecedentes en materia de sobornos a nivel mundial. El monto que será utilizado para el proyecto incrementará notablemente la deuda externa argentina, sobre la cual ya coinciden los expertos en que se ha incrementado desde la llegada de Néstor Carlos Kirchner. Y desde luego, no escasean las versiones de que el tren, una vez en funciones, tendrá como fin principal trasladar a los turistas extranjeros hacia los casinos más superavitarios de Cristóbal "Tragamonedas" López de Casino Club S.A., y a quien el irreverente Guillermo Cherasny acusa abiertamente de ser testaferro del ex presidente Kirchner. En medio de una economía en plena recesión, con capital extranjero inexistente -ya fugado-, y con los ahorristas que, bien asesorados, ya comienzan a retirar sus depósitos para trasladarlos a dólares estadounidenses o supereuros, todo es posible. Muchas miradas comienzan ya ha situarse, estudiosas, sobre el comportamiento de la Presidente Cristina Fernández de Kirchner, que comienza a exhibir un temperamento demasiado volátil. De cara a la crisis del campo, sentenció, desafiante : "Tengo aguante". Pocos saben a qué ha querido referirse, pero en sus afiladas palabras solo puede leerse una declaración de guerra, mezclada con algún tinte de alocada desesperación ante el desmadre. ¿Será cierto -como relató recientemente a El Ojo Digital una fuente reservada- que en el reciente acto de Parque Norte, la primera mandataria no quería enfrentar a la multitud para pronunciar su discurso y que debió ser zamarreada hasta el cansancio por su marido Néstor Kirchner y por el Ministro de Justicia Aníbal Fernández? Apenas cinco meses atrás, tal comentario hubiera fluído hacia los mares del olvido, pero en esta hora turbulenta, los insights invitan a ser considerados con algo más de credibilidad. Pero todo es posible en la Argentina, el país de los sueños. El país de lo imposible. La tierra en donde Nicolás Maquiavelo hubiera encontrado material de sobra como para sumarse al exitoso mercado de los best sellers.
Por Matias Ruiz, para El Ojo Digital Política