SOCIEDAD: POR OVIDIO H. ZANZERO (BLOG DEUCALION), PARA EL OJO DIGITAL

¿Qué sucede con nuestras escuelas y la educación? Segunda parte

¿Qué sucede con las escuelas, colegios e institutos de formación educativa de la Argentina? ¿Qué sucede con el personal docente, con quienes conducen, ordenan o resuelven en los mismos? ¿Qué sucede con los superiores inmediatos de estos y con los superiores jerárquicos de aquellos?

21 de Julio de 2010
Como todo grupo humano; familia, sociedad, asociaciones, corporaciones e Instituciones, etc., todos ellos suponen una compilación de reglas por las cuales se gobiernan sus existencias y autoridades que las conducen. Junto a ello, como una garantía ineludible y fundamental, se hace presente el derecho de corregir los actos contrarios al interés del grupo; a la dignidad de sus integrantes; a la capacidad para obrar o para producir un efecto deseado; a lo que se pretende conseguir; y/o a su instrumento constitutivo, y sus regulaciones de convivencia entre las personas. En la dirección que se observe, se encuentra constituido y ejercido ese derecho, con las modalidades y amplitudes que varían según sean las naturalezas de los casos y los hechos que lo rodean. El Código Civil reconoce a los padres la facultad de corregir o hacer corregir moderadamente a sus hijos. Los jueces y los Tribunales comunes, pueden imponer correcciones disciplinarias, a los litigantes, abogados y funcionarios, por tramites que atenten contra la buena marcha jurídica, a la ética, y/o, a la dignidad. No se discute la facultad de los Directores de establecimientos penitenciarios de imponer correcciones, como medio de estimular el trabajo, la educación, mantener el orden y afianzar la disciplina. Como es posible entonces, que los Directores y docentes con potestad disciplinaria, de establecimientos, que dedicados a la educación y a la formación, generalmente, o no, de jóvenes alumnos, reciba trabas, imposiciones, o directivas de políticas que se encaminan en contra sentido a tales preceptos, fomentando la inactividad, la decidía y la falta de contracción a sus actividades. La Constitución Nacional confiere a cada Cámara del Congreso, el derecho de corregir a cualesquiera de sus miembros, cuando así corresponda, por desorden de conducta en el ejercicio de sus funciones, de removerlo por razones de inhabilidad física o moral, sobreviviente a su incorporación. La Legislación Militar, lo hace ampliamente sobre las faltas de disciplina y las reprime. Declarando que la facultad de imponer arresto al inferior es inherente a todo militar, dentro de los términos que para cada uno así lo señalen los reglamentos que fueren decretados por autoridad competente. En las empresas, en los talleres y en todo ámbito laboral, los jefes, encargados, dueños y capataces, aplican correctivos, imponen multas, suspenden, reprenden, expulsan, retrotraen categorías. etc. (conforme a legislación). La Ley Canónica, ha establecido la forma y ejercicio de la potestad disciplinaria, en un principio atribuida a los obispos de la iglesia y destinada a reprimir las faltas eclesiásticas de los sacerdotes, reñidas con la dignidad de la misión o con la integridad y pureza de los dogmas. También dentro de las distintas profesiones se encuentra presente la necesidad de establecer sanciones correctivas a los actos que afecten el honor o el prestigio colectivos, los que resultan constantemente sanos y de una utilidad de mucho valor. No hablo, de una disciplina consistentes en un conjunto de metodologías mediante las cuales, se anulan movimientos e impulsos instintivos de la vida, para ser entregada como un instrumento pasivo a directivas de una inteligencia extraña. Esa disciplina quebrantadora, hace del hombre una cosa, que en vez de dignificar y fortificar la personalidad, para realizarse en sus más nobles destinos, la rebaja a tal extremo que llega a suprimirla, provocando una resistencia resistida psicológicamente que estalla en verdaderas rebeldías. Me estoy refiriendo y lo hago en forma categórica a una disciplina conformada en una serie de factores, sobre todo morales, ya que de otra forma su consistencia caería en un vacío ético; y, por medio de estos factores morales, arribar a una vida fuerte y poderosa, dueña de sí misma y a establecer entre las diversas fuerzas sociales una armonía que las concilie y brinden su utilidad. Permitiendo que estas personas se autogobiernen y alcancen su ideal dentro de la solidaridad; y, por su subordinación a las normas que han de regular la convivencia a los seres entre sí. Ni en el Estado, ni en las Fuerzas Armadas, ni las Fuerzas en de Seguridad y Defensa Social, tampoco en instituciones, ni en las corporaciones, ni en la familia, como así, ni en las escuelas e institutos destinados a la educación (en sus distintos niveles) resulta de imposibilidad absoluta fundar nada estable, sin la sujeción de las personas a ciertas reglas de comportamiento propias de una profesión o de un grupo. La disciplina es, a la eficacia y al poder para obrar (energía); lo que lo normal o natural conforme al sentido común (lógica) a la inteligencia. Es necesario haber transitado sus senderos y repasarlos de manera continua, bajo el castigo de caer en el lodo, la falta de sentido y la esterilidad. La disciplina y jerarquía no sólo no son incompatible con la libertad y la democracia sino que constituyen una condición básica de su existencia y la fecundidad del terreno donde se brinda el culto a las instituciones que las traducen, reafirmando la fe en nuestras creencias religiosas, en la Republica y en su propio hado. Todo lo que existe y forma el mundo real de la vida, se alterna y finalmente se armonizan el deber de la obediencia y la potestad del mando. Para saber mandar es imprescindible haber aprendido a obedecer, no niego que es, de muy difícil aprendizaje, tal vez más difícil que la más difícil de las asignaturas. Se prolonga durante toda la existencia porque si es verdad que el hombre está destinado a mandar es a condición a que sepa obedecer, y porque a medida que desarrolla su personalidad y amplía su esfera de acción, encuentra una ley y una autoridad más alta, que crece paralelamente, hombres superiores a él y en todos los casos una conciencia que controla y el Señor que todo lo domina en su infinita grandeza. Esa obediencia no ha de basarse en el temor sino en la confianza, impidiendo de esta forma todo tipo de esclavitud, sino deberá ser, signo y símbolo de libertad y su ejercicio facilitará formar caracteres capaces de conducir con dignidad y nobleza, con tolerancia y justicia, en virtud de haberse templado al fulgor de las características, eficacia y efectos muy intensos de las enseñanzas. Esta idea, de disciplina y jerarquía no son ni deben serlo idénticos en todos los lugares; por ejemplo, en un colegio, en una escuela, que en los institutos militares. En las instituciones de enseñanza pública o privada (escuelas, colegios etc.) la disciplina es y debe decirse que es liberal, un tanto tolerante y generosa, con limites bien definidos, que requiere del ejercicio intelectual y mucha veces de la creatividad, deja un campo más amplio de la libertad; en su aplicación se restringe por igual de una vigilancia demasiado desconfiada y de una sanción demasiado fuerte. A que tipo de disciplina liberal me refiero y que nada tiene que ver con libertinaje, me estoy refiriendo a la que busca mejorar al alumno antes que a contenerlo, a conquistarlo más bien que a someterlo. La que busca tocar el fondo, la conciencia y obtener no una tranquilidad superficial aparente, sino su autoconsentimiento a una regla que reconoce necesaria; la de saber gobernarse a sí mismo, de lo cual su principal medio y componente es la bondad, (aquí está la cuestión) en esta inclinación a hacer el bien, no como bondad ciega y cobarde que deja hacer todo por su incapacidad de impedir nada, sino la bondad previsora y valiente que tiene tanta o más fuerza para reprimir, cuanto que ha hecho todo lo indicado para prevenir. En cuanto a los institutos militares y los militarizados por sus peculiares misiones a realizar en seguridad y defensa social, por sus finalidades requieren una disciplina más severa en la filas y una autoridad más enérgica en el comando. Podría decirse que la disciplina está en la esencia misma por sus especiales modalidades funcionales, es más rápida en su acción, más coercitiva en sus procedimientos, más ejemplarizadora en sus sanciones. 21 de julio de 2008. Ovidio H. Zánzero DEUCALION http://deucalion-info.blogspot.com/
Por Ovidio H. Zánzero, Blog Deucalión