La Argentina se desangra ante la inseguridad, pero mira a Boca, Tigre y San Lorenzo... y Bailando por un Sueño
El presente es, tal vez, el escenario social históricamente más teñido de paradojas que se haya conocido en el país. Mientras nuevos datos de víctimas de la inseguridad son conocidos diariamente, gran parte de la sociedad se encuentra paralizada por la definición del campeonato de fútbol local y los eventos originados en la televisión prostibularia, tan aclamados desde el escritorio de caoba de la señora Ernestina Herrera de Noble.
21 de Julio de 2010
¿A quién le importa el homicidio del dirigente del club Maccabi, si todavía resta ver qué equipo se consagra como campeón del Clausura? Si la sociedad entera parece estar pendiente de la resolución del torneo e ignora con poco comprensible constancia a las víctimas de la inseguridad, pues seguramente menos interés tendrá en el tema el Ministro Sergio Massa, cuyos esfuerzos desde el poder para que Tigre se consagre victorioso, ya son inocultables.
A menos ciudadanos parece interesarle el caso del repartidor de gaseosas Juan Domingo Tissera, de 35 años, quien fuera baleado recientemente en la localidad de Quilmes, a pesar de que ya había entregado su billetera a los delincuentes que lo sorprendieron. Pero, en este caso puntual, destaca un hecho que este lunes el canal de noticias TN tuvo oportunidad de reproducir : la sólida declaración de la madre del muchacho, que se despachó en duros términos pero con altura contra el "ministro de la inseguridad" Aníbal Fernández y la Presidente de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner. "Señora Presidente, no somos lacras". "Señor Fernández, acá no hay psicosis, esto es real". Fueron solo algunos de los conceptos vertidos por otra madre que ha visto a su hijo convertirse en víctima de los violentos apañados por este sistema democrático corrupto e ineficiente a la hora de velar por la vida de sus ciudadanos de trabajo honrado.
La democracia cumplió 25 años pero nadie lo celebra. Si se lee correctamente los periódicos, el agudo lector percibirá que solo los políticos son parte de la fiesta, y también son ellos los anfitriones del encuentro. En este cuarto de siglo, los únicos beneficiados han sido solo ellos, que siguen teniendo carta blanca para traficar drogas por toneladas y para reclutar a policías, jueces, barrabravas y delincuentes comunes y profesionales con el fin de engrosar todavía más sus ganancias. Algunos argentinos aún no se han percatado, pero deben permanecer sentados antes de leer la siguiente sentencia : el problema de la inseguridad y la pobreza jamás serán solucionados por la dirigencia de este país. Más bien al contrario, este "sano liderazgo" continuará agudizando estos problemas.
Demasiada gente ignora el dato fundamental de que, en estos últimos veinticinco años, más de 70 mil personas han perdido la vida a manos de delincuentes. Si se toma en consideración el método de conteo de víctimas explotado por los organismos de "derechos humanos", esta cifra se triplicaría. Pero, claramente, a estas víctimas nadie las indemnizará ni reconocerá pues no han militado como guerrilleros, ni fueron parte de causa política alguna que meritara algún acopio radicalmente economicista.
De nada servirá dar "mayores libertades" a la Policía Bonaerense para que ponga fuera de circulación a los delincuentes sorprendidos in fraganti, si luego se analizará con lupa lo actuado por ellos. Solo en un sistema democrático como el argentino, los agentes de policía deben convocar a un fiscal para cualquier ocasión en que se detecte un ilícito. Bien vale la pena mencionar un caso recientemente acontecido en Mar del Plata, en el que un delincuente, al verse acorralado por la Policía, se atrincheró en un hospicio de ancianos y golpeó salvajemente a unos cuantos de ellos a los efectos de no ser capturado. Horas después, el fiscal de la causa le anuló el procesamiento dado que "se encontraba acorralado". El propio defensor del pueblo justificó el accionar del malviviente. Hechos similares a este se cuentan por cientos, y allí también se consideran los episodios en donde los delincuentes que allanan un domicilio para robar terminan haciéndole juicio a los propietarios por romperse una pierna o lastimarse en el proceso. O, ¿porqué no?, considérese el caso de los policías bonaerenses que roban automóviles estacionados en la vía pública para explotarlos como remises por una noche entera. Nadie debe salvarse.
Solo en la Argentina es preciso tener una orden judicial para desalojar una casa tomada o un corte de ruta. La inacción policial tiene que ver abiertamente con esta cuestión : la política ha atado a las fuerzas del orden de pies y manos, para culparlos luego por lo inefectivo de su accionar. La Capital Federal supo ser el último distrito relativamente seguro del país, hasta que sobrevinieron Aníbal Ibarra y su tropa de ineptos progresistas de la calaña de Aníbal Jozami, que sacaron a la luz un código de convivencia que da vía libre a jóvenes para que beban alcohol en la vía pública, se droguen y luego agredan con impunidad a todo aquel que se cruce en su camino. Ese mismo código de convivencia ha permitido el florecimiento de prostitutas y travestis en todos los barrios de la Ciudad. Infortunadamente, ese mismo código terminó insertándose en la práctica de la aplicación de la ley en la provincia de Buenos Aires y en los sitios más peligrosos del Conurbano. Resultado : los índices de violencia explotaron allí con una gravedad inusitada, a tal punto que el Far West americano palidece en comparación. Hoy, los delincuentes hacen de las suyas sin nadie que les obstaculice su faena. Desde luego, su "trabajo" está garantizado por la política y su brazo armado, la distintas policías, que colaboran conformando las ya conocidas zonas liberadas.
En la provincia de Buenos Aires, el estado de situación descripto terminó por convertir en rehenes a gobernadores e incluso presidentes. Dado que el conurbano es tierra de nadie, se convierte en terreno más que fértil para pase de facturas entre políticos que simulan situarse en veredas antagónicas. Alguien organizó los desórdenes callejeros en las últimas horas de Fernando de la Rúa. Alguien contribuyó con logística para enviar agitadores y barrabravas a puntos neurálgicos del distrito más poblado del país y conmocionarlos. Ese alguien llegó incluso a movilizar a policías corruptos para echar a patadas a un presidente que, aunque probadamente inepto e incapacitado, no cayó solo por sus propios tropiezos.
Gracias a todo ello, el rol del Presidente de la Nación también se ha transformado en meramente administrativo. Lo ha demostrado Néstor Carlos Kirchner, quien jamás salió del terreno de los discursos para pasar a la práctica. Nunca se atrevió a tocar la problemática de la inseguridad en el conurbano pues imaginó desde el comienzo que, si alguna vez caía en desgracia, le sucedería tal cual como a De la Rúa. El jamás iba a abrir la puerta a esa posibilidad. Por ende, el "no innovar" se convirtió en su lema. El Presidente, entonces, sin importar quién sea, no sirve ni servirá jamás para restarle impunidad a la delincuencia. Solo se preocupará por su permanencia y por llegar al final de su mandato, sin importar tenga lugar sin pena ni gloria. Las clases bajas, medias y altas jamás dejarán de acusar el impacto del flagelo de la muerte. Pues todos sufren este problema por igual. Unos, por tener más. Otros, por ser los que están "más a la mano" para dar el golpe.
Cobran importancia, finalmente, los rumores y los comentarios que se han publicado en distintos medios durante las últimas semanas. Misteriosamente, la delincuencia se ha agudizado y vuelto más cruda en su modus operandi durante estos últimos dos meses. Corresponde destacar aquí que esto ya no tiene que ver con la temperatura que de la realidad perciben los medios masivos de comunicación. Algo está ocurriendo, pero ¿qué sucede puntualmente?. El sitio web Seprin.com publicó recientemente que ciertos elementos operativos que responden al ex presidente Eduardo Duhalde se encuentran en estado de movilización en la provincia, y que serían los lógicos responsables del pandemónium generalizado. Existen demasiados operativos de secuestro y ejecución de personas, muchos de ellos llevados a cabo con precisión de cirujano y, en apariencia, sin justificación.
De acuerdo a estas voces, Eduardo Duhalde se encontraría apostando a "doble o nada" para colaborar a la hora de remover al matrimonio Kirchner del poder, y esto incluiría acciones similares a las que se observaron durante la caída de Fernando de la Rúa. Si no es él, definitivamente alguien se está ocupando de agravar la cuestión de la violencia, tal vez midiendo lo que sucede en la calle y priorizando la tesis de que, tarde o temprano, la sociedad saldrá a la calle para propinarle un puntapié en el trasero a la Presidente y su otrora cónyuge en función de su pasividad frente al problema.
Pero, tristemente, corresponde luego analizar la respuesta social ante tamaño descontrol. ¿En qué invierte su tiempo el ciudadano promedio por estas horas en la Argentina? Por supuesto, se divierte con los entretelones del Torneo Clausura, que se está resolviendo de la mejor manera para los planes del Gobierno Nacional. Es decir, con un triangular que posterga la intriga y que pone al país en vilo. Tigre, Boca o San Lorenzo, serán los únicos conceptos que desfilarán en los medios durante los próximos días. Otros televidentes y consumidores de la basura eléctrica que mastican y escupen Jorge Rial y compañía, se hacen agua la boca para comprobar si, como se dice por allí, el fallecido dirigente de Boca Pedro Pompilio falleció en pleno acto sexual violento con la "actriz" Jessica Cirio, en medio de una fiesta masiva entre jugadores de Boca Juniors y prostitutas VIP. Y, desde luego, otros tantos paladean los intríngulis de lo sucedido en la creación de Marcelo Tinelli "Bailando por un Sueño". Evento que es parte de la televisión orgullosamente prostibularia que, mal que mal, financia y sostiene logísticamente la señora Ernestina Herrera de Noble, titular del tristemente célebre Grupo Clarín. Aquelarre grasiento y repulsivo del cual también es parte el personaje notablemente mediocre "Tota" Santillán. Pero en este país, individuos como Santillán entran y salen de la Casa Rosada con pase libre, como lo ha probado el pasado reciente. Y no todo ha terminado : aún resta soportar un nuevo capítulo insufrible de "Gran Hermano"...
El baile del caño y los realities de baja estofa se han apoderado del target de consumidores que solía rellenar las plazas para protestar contra la inseguridad, con o sin Juan Carlos Blumberg como conductor.
Con un hábil quiebre de cintura, hemos sabido trasladar nuestro interés de la muerte hacia el sexo, bastardeado hoy como nunca antes.
Si acaso alguno de los lectores sufriera la pérdida irreparable de un familiar o ser querido, ello bastaría para conmoverlo pero, luego de mirar alrededor, el doliente comprobará que nadie habrá para hacerle compañía. En el mejor de los casos, escuchará el reproche : "No molestes y dejame seguir mirando a las chicas de Tinelli en el caño".
Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital Sociedad.
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Por Matias Ruiz, para El Ojo Digital Sociedad