La Quimera del Oro y los devaluados políticos argentinos
No existe una campaña sucia, como la que dan cuenta los medios masivos de comunicación y los contricantes de Néstor. La secuela que afronta De Narváez, no es más que la apertura de un placard, plagado de cadáveres. Lo que padece esta remake de un JFK rioplatense, con dos caras visibles y compatibles, como son la del colorado y su partner Macri, con más una de repuesto, como la del cada vez más del devaluado Felipe Solá, es tan solo una consecuencia directa de lo que es nuestra clase dirigente.
21 de Julio de 2010
Carezco de precisiones para afirmar enfáticamente, que Francisco De Narváez estuvo involucrado en el asunto del tráfico de estupefacientes, que investiga un sujeto tan canalla y venal como ese magistrado de Campana, quien debería integrar la población carcelaria más próxima a su despacho.
Personalmente no me consta.
Sin perjuicio de ello, lo que vivimos con cierta expectativa en estos días no es otra cosa que una lidia entre mafiosos.
Mauricio Macri con su crapulenta historia familar y el apadrinamiento que tuvo en su momento por parte de Carlos Menem y Eduardo Duhalde.
Solá perteneció a ese riñón desde el comienzo mismo de esta mascarada peronista que principió en los noventa y continúa inalterable en el tiempo.
Y este acaudalado playboy que tiene, al parecer, la peregrina idea de poder perforar una estructura tan simétrica como la justicialista, en la que no existen curriculares. Solo prontuarios policiales y antecedentes judiciales, en su mayoría por defraudación y negociaciónes incompatibles con la función pública.
Quizás nunca se sepa con certeza si este curioso pródigo que solventa su campaña sin financiación externa, está o no real y objetivamente sospechado de alguna participación en los hechos que está pesquisando un juez tránfuga, sin el más mínimo sentido de la decencia ni del pudor más elemental.
Federico Faggionato Márquez es un fenómeno, compatible con otro ex colega suyo: Galeano.
Son, como el resto de los integrantes de la Justicia Federal, afines al sistema.
Ayer fueron amanuences del Turco, hoy lo son, pero de este impresentable Pingüino.
Y mañana se seguirán alquilando al mejor postor y a quien asuma el mando.
Según se desprende de algunos correos que vuelan por la red, Margarita Stolbizer fue detectada durante un anochecer, abandonando raudamente la Residencia Presidencial de Olivos, hace unos días.
Tampoco me consta, pero nada me extraña.
Observo que muchos usuarios de este medio, están exhortando a quien los lea para que el próximo 28 de junio -en ocasión de las elecciones legislativas- lleven las boletas en los bolsillos.
¿Creen que eso atemperará el fraude?
Son muy ingenuos los que así razonan.
Estos K, pútridos de pies a cabeza, lo harán igual.
Con los DNI truchos.
Con el padrón de los fallecidos.
Con los controladores electrónicos del Correo Central.
Y con mucha prensa, que todavía, mientras cobren, le seguirán siendo afines.
Estamos tan aturdidos que no advertimos que asumir la defensa sectorial de un pedófilo reconocido como Grassi, que cuando egresaba del Tribunal que lo estaba juzgando, impartía a todos los presentes una bendición urbi et orbi como si fuese un Pontífice. Es una locura.
Los delitos de este rufián son idénticos a aquellos por los cuales fueron condenados sus pares en la congregación católica de Boston, que le irrogó al Vaticano más de seiscientos millones de dólares en concepto de indminización a las víctimas.
O como la megacausa que actualmente se sustancia en Irlanda del Sur.
Se lo defiende, a sabiendas de su responsabilidad criminógena, para que la Fundación no caiga en manos de una hacedora y prohijadora de subversivos como Hebe de Bonafini o su hermana mayor, Estela Carlotto.
Pero ese ademán hipócritamente indulgente no es bueno para la salud moral de una grey como la nuestra, tan salpicada por la masiva existencia de estos degenerados, amparados por los hábitos.
No se levantan y hacen flamear las banderas de Nuestro Señor, con esta enjundia hacia un apóstata con disfraz de cristiano.
Con eso, lo que se logra es que la gente cada vez se aleje más de nuestra Iglesia.
Y se vuelvan devotos de otros criminales como esta recua de telepastores brasileños, mitad umbandas, mitad empresarios, que despojan a los pobres de lo poco que poseen, con arteras promesas de sanación espiritual y material.
Este Judas Grassi, quien debería de haberse despojado de su inmunidad sacerdotal para enfrentar su juicio, se aferra con denuedo a ellos, hundiéndonos frente al resto de las comunidades religiosas en un absurdo e inmerecido escándalo.
Ya que la mayoría de nosotros los fieles, aún confiamos en nuestros clérigos.
Pero, en esencia, este episodio judicial no es más que otra muestra del desquicio colectivo en el que todas nuestras vivencias no son más que perpetuos vasos comunicantes.
Recuerdo que hubo una vez, un Obispo con Mayúsculas. Monseñor Podestá.
Tenía a su cargo la comunidad de Avellaneda.
Un día se enamoró.
Colgó sus vestimentas regulares y contrajo matrimonio.
Criticado por algunos, diría los por entonces más jacobinos de la Institución, no jugó a la "doble vida".
Lo afirmo, porque muchos pueden pensar que detrás de la amonestación, no existen sus contrapuestos.
Hay tantos curitas buenos y piadosos, que silenciosa y anónimante ejercen su Ministerio en tantas parroquias, en su mayoría con católicos que nada tienen que ofrecer y que reciben sin dar pago.
Que no se codearon ni hicieron fiducios turbios con prostitutas de la farándula, como esa Susana.
¿Es tan complicado avizorar que este satánico es un "producto de los medios" y a ello se ha entregado en cuerpo y espíritu?
Vivimos y transitamos por un sendero de hipocresía.
No existen dirigentes sin estigma, porque nosotros mismos convalidamos la emersión de todos estos Prometeos, como Elisa Carrió que asegura la inclusión social para todos, sin exhibir la fórmula que conformaría los anhelos de nuestros veinte millones de hermanos pobres de solemnidad.
Frases hechas y clichés, sin más.
Solo eso seguiremos escuchando en La Quimera del Oro.
Por Lucio Catano (h), para El Ojo Digital Sociedad.
Por el Dr. Lucio Catano (h), Abogado, para El Ojo Digital Politica