AFIP (Kirchner) vs. Clarín, otra prueba contundente de la estrategia oficialista: el ex presidente busca la eyección del poder
La arremetida contra el campo, la asfixiante presión tributaria, la legalización del consumo de drogas y otros episodios se coronan con el operativo sorpresa de AFIP contra Diario Clarín. Al final, se vuelve cada vez más claro que Néstor Kirchner busca ser echado del poder para redondear su estrategia de victimización.
21 de Julio de 2010
La noticia recorrerá las primeras planas de la prensa nacional y mundial durante los siguientes días: un batallón de más de cien inspectores de la Administración Federal de Ingresos Públicos irrumpió al mejor estilo de las SS hitlerianas en dependencias del "gran diario argentino". El operativo no parece haber perseguido fines tributarios. Desde luego, se circunscribe al ámbito de la pelea entre el gobierno -personificado en la figura de don Néstor Carlos Kirchner- y el multimedio de la señora Ernestina Herrera de Noble y los consejeros Héctor Magnetto y Jorge Rendo.
Los agentes de la IRS argentina se presentaron en las oficinas del multimedio porteño como si se tratara de un ejército de clones de Luis D Elía. En los partes periodísticos del medio, se mencionó que los integrantes de la pequeña wehrmacht evitaron identificarse, desparramaron amenazas por doquier, e incluso blanquearon que era el esposo de la Presidente Cristina Fernández el ideólogo intelectual de la tenebrosa irrupción.
Si se quisiera hilar fino, habría que destacar que la resistencia a identificarse per se constituye una acción que roza con el delito. El lamentable episodio tiene demasiados puntos de roce con los operativos en que, enmarcados bajo la flamante Patriot Act, agentes federales estadounidenses irrumpen en espacios privados sin orden de allanamiento.
Pocas horas después de conocida la novedad, el titular de AFIP, Ricardo Echegaray, se comunicó con el periódico para pedir las disculpas del caso, y con el dato de que algunos de los agentes que participaron de la movida serían despedidos. Pero la aclaración no hizo más que oscurecer: la táctica intimidatoria ya había rendido su fruto. De aquí en más, los medios tradicionales establecidos saben lo que les espera si se les ocurre tirar demasiado de la correa. Vale la pena recordar que, semanas atrás, la propia Secretaría de Inteligencia inició acciones penales contra la dirección del diario La Nación, a partir de un contundente editorial en que el matutino acusó al organismo de inteligencia de ejecutar tareas de espionaje en perjuicio de periodistas y políticos opositores.
El episodio dejará interminable tela para cortar, pero -a priori- puede afirmarse en forma categórica que los analistas políticos más cautos que hasta hace poco desmentían un probable giro hacia el chavismo de parte del matrimonio presidemencial han quedado en evidente offside.
Porque se sabe que el premier venezolano Hugo Chávez Frías sugirió oportunamente a los Kirchner emprenderla contra la prensa escrita y los medios en general, si acaso las cosas comenzaran a ponerse feas en términos de índices de popularidad y gobernabilidad. Como ya parece obvio, en las conversaciones entre el bolivariano y Néstor Kirchner, el nombre de Clarín seguro fue protagonista obligado.
La prensa -entendida como cuarto poder- siempre suele convertirse en presa fácil de gobernantes caídos en desgracia y que buscan nuevos enemigos para reclutar, en su confrontación ideológica, a masas proletarias de pobre educación. Magnetto y Rendo fracasaron en sus previsiones: a partir de lo acontecido con las transmisiones televisivas de los partidos del fútbol local y el bloqueo de la fusión entre Cablevisión y Multicanal, debieron prever que algo así podría suceder. En medio de los ataques diarios de parte de las primeras planas de Clarín contra funcionarios de primera y segunda línea del gobierno central, Kirchner aprovechó para asestar un golpe mediático pero que no deja de ser efectivo. El multimedio terminó enceguecido por su propia furia y sed de venganza contra Balcarce 50. Máxima de Sun Tzu: si tu enemigo es colérico, provócalo. En criollo, solemos decir: el que se enoja, pierde.
Momento más que idóneo para reivindicar los escritos más recientes del estudioso Jorge Asís. En su sitio web, JorgeAsisDigital.com, el autor se ocupa de describir la pelea como una suerte de duelo "entre débiles". Lo cual ha sido corroborado por Jorge Fontevecchia. El director de Perfil produjo una interesantísima columna en donde narra las derivaciones de la malsana bronca que Clarín -en la forma de Magnetto- expresa contra Néstor Kirchner. Una de sus sentencias más notables es aquella en la que refiere que el conflicto es ruinoso para el multimedio, por cuanto está sacrificando demasiados negocios en pro de poner al matrimonio presidencial tras las rejas. Para el momento en que la faena esté completa, Clarín habrá perdido el negocio del cable, sus unidades de negocios serán -muy probablemente- divididas, y su reputación como medio terminará irremediablemente destrozada. Instancia en la que, nuevamente, Asís brilla cuando expresa que lo mejor para la Argentina sería que ambos contendientes resultaran perdedores.
De cualquier forma, y, habida cuenta de que las finanzas de Clarín no atraviesan su mejor momento, la sociedad argentina bien podría salir perjudicada por segunda vez: a más de un trasnochado de la Unión Industrial Argentina, sumado a algún influyente político, podría ocurrírseles una renovada liquidación de los pasivos del multimedio de Herrera de Noble, una vez que se baje el telón del duelo con los Kirchner.
Sin importar el cristal con que se estudie la cuestión, a la postre termina corroborada la hipótesis de que Néstor Carlos Kirchner viene persiguiendo desde hace ya un tiempo la enfermiza meta de que tanto él como su señora esposa terminen expulsados con violencia del gobierno. Para luego, pasado un tiempo, hallar la oportunidad más idónea para renovarse y retornar al teatro político. La frase de cabecera de esa batalla ya es fácil de imaginar: Los medios y el establishment nos echaron; le quitaron al Pueblo una oportunidad histórica.
Valga una aclaración fundamental: la presente columna no tiene, en modo alguno, la intención de defender la posición de Clarín, ni mucho menos de victimizarlo. El multimedio, en todas sus formas, deberá hacer una fuerte autocrítica, a partir de los muchos años en que defendió a los Kirchner contra viento y marea, para después darse cuenta repentinamente de los incontables desaguisados y pasar a una fase de torpe denuncia.
¿Cómo procede un think tank mediático de la talla de Clarín cuando se decide a "soltarle la mano" a un gobierno? La metodología nunca es violenta; suele configurarse gradualmente. En el caso de los Kirchner, la primera etapa suele coincidir con denuncias e investigaciones periodísticas que tienen a funcionarios de segunda línea como objetivos. Luego -y si de la vereda de enfrente proviniese alguna respuesta armada-, las primeras planas ponen énfasis sobre ministros y empresarios amigos del poder que son mayormente conocidos por la opinión pública.
Quien esto escribe se pregunta si acaso Clarín no pasará a partir de aquí a un espectro interminable de ácidas denuncias que tengan a Néstor y a Cristina como los protagonistas principales. Yendo más a lo táctico, no sería una pérdida de tiempo preguntarse si aún rige aquella máxima que reza que cinco tapas negativas seguidas de Clarín pueden derribar a un gobierno. Tesis que se comprobó en las horas más negras de don Fernando de la Rúa.
Mientras tanto, el espacio político opositor, representado por el todavía Vicepresidente Julio Cobos, Mauricio Macri y Francisco De Narváez -más un puñado de referentes de la UCR- convocaron a una cumbre donde reafirmaron que, si la nueva Ley de Medios K es aprobada por el Congreso de la Nación, sus legisladores borrarían de un plumazo sus artículos más polémicos, con posterioridad al 10 de diciembre. Lo cual constituye una buena señal para aquellos hombres de empresa preocupados por el funcionamiento göebbeliano que caracteriza, por ejemplo, a la Secretaría de Comercio que conduce el áspero Guillermo Moreno y sus provocadoras nuevas reglamentaciones relativas a importaciones y exportaciones.
El párrafo anterior es un buen punto de partida para confirmar la hipótesis de que Kirchner busca una temprana eyección del poder. El gobierno ha hecho un trabajo de hormiga para enemistarse con la Iglesia, las Fuerzas Armadas y de Seguridad, la prensa, los sectores productivos (agro e industria), la oposición política y el grueso de los contribuyentes. Todos los mencionados se encuentran ahora visiblemente posicionados en la vereda de enfrente: miran hacia los costados y ven que ya casi no queda espacio de este lado del cordón. La asfixia impositiva que la emprende ahora también contra los particulares, y que se comprueba en los groseros incrementos para monotributistas, también juega un rol fundamental: hoy, la consideración positiva que la ciudadanía tiene de la Presidente apenas araña el diez por ciento. La ya confirmada despenalización del consumo de drogas termina por completar la faena: el ciudadano común en modo alguno se identifica con este tipo de tenebrosas iniciativas. Extraño (pero verdaderamente grave) que la movida tenga hasta un magistrado de la Corte Suprema de Justicia (Eugenio Zaffaroni) como promotor y principal sostenedor.
En cualquier sociedad primermundista o -sin ir más lejos- de algunas naciones sudamericanas con dosis razonables de previsibilidad, el gobierno quedaría maniatado y sin margen de acción.
Kirchner solo tiene de su parte a un puñado de gremios, a luchadores sociales y referentes de la devaluada causa de los "derechos humanos", más los opositores que ya ha adquirido a precio vil y que todavía puede seguir sumando. ¿Qué porcentaje de representatividad tiene ese núcleo duro? Es, sin dudas, irrisorio. Pero allá va Kirchner, llevándose todo puesto y esforzándose cada día más para ponerse al país de sombrero.
Curiosamente, desde la oposición nadie se atreve a ponerle coto a la carnicería ejecutada por el matrimonio. ¿Tendrá esto que ver con una estudiada estrategia de ajedrez para golpear en un momento más oportuno o la inacción pertenece, simplemente, a la propia ineficacia? Enfocando la pregunta directamente sobre las cabezas de los principales referentes opositores: la condena de De Narváez, Macri y Cobos contra la nueva Ley de Medios, ¿es política o verdaderamente conlleva una sana preocupación por los destinos del país?
Es el interrogante que sigue rebotando en la mente del atribulado ciudadano común.
Por Matias Ruiz, para El Ojo Digital Política.
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Por Matias Ruiz, para El Ojo Digital Política