Fraude en la Fórmula Uno: Fernando Alonso es culpable, aunque los intereses económicos pretendan salvarlo
La Fórmula Uno ya acumula demasiadas sospechas, y en su seno se tejen maniobras interesadas para arreglar los resultados de las carreras. El piloto asturiano Fernando Alonso vuelve a resultar favorecido en un esquema tan corrupto como deleznable. Radiografía de un corredor corrupto, a tono con los intereses financieros de una F1 caída en desgracia.
21 de Julio de 2010
Un párrafo que refleja un artículo del matutino Clarín de la Argentina, fechado recientemente, deja bien en claras las sospechas que todo mundo mantiene sobre el piloto español Fernando Alonso -beneficiado directamente en el fraude de Renault durante el Gran Premio de Singapur, que tuvo lugar en septiembre de 2008-:
"La historia había comenzado en la vuelta 14, en la noche del 28 de septiembre de 2008. Tras una curva, Piquet Jr. perdió el control, estrelló su auto contra un paredón y obligó la salida del coche de seguridad. Extrañamente, el único competidor que había pasado por boxes para recargar combustible hasta ese momento era Alonso. Para muchos expertos, bastante "temprano". Así, el asturiano y ex campeón del mundo, tomó la punta, ya que los otros competidores tuvieron que entrar a boxes para cargar cuando safety car estaba todavía en pista".
El resultado final de aquella carrera ya es conocido: el Campeón de Papel Fernando Alonso, se quedó con el podio. Difícil es para él declamar que desconocía los términos de un "arreglo" para favorecerlo, enviando artificialmente a Nelsinho Piquet a un muro, para así dejarlo fuera de competencia.
Todos los cabos se pueden atar fácilmente: el brasileño Piquet ya no tenía mucho futuro más en la escudería. Por ende, era el chivo expiatorio perfecto para ser "inmolado" y terminar cediéndole la victoria al insufrible corredor asturiano.
A pesar de conocerse incontables detalles acerca de la fraudulenta maniobra, sobre el team Renault recayó un castigo en extremo light de parte de la FIA, con modestas advertencias de cara al futuro. Su director deportivo, Flavio Briatore, fue suspendido de por vida. El ingeniero Pat Symonds quedará fuera de los circuitos por cinco años.
Lo correcto -según reclamaban la afición y las publicaciones especializadas de todo el planeta- hubiera sido echar a patadas en el trasero a Renault y castigar de por vida a todos los involucrados, incluído el español Fernando Alonso. Por supuesto, la afición internacional de la F1 hubiera estado de acuerdo con un fallo de estas características, menos los españoles, para quienes Alonso es el "mejor piloto del mundo" y que siempre resulta ser, por extrañas y bizarras coincidencias, la víctima de las circunstancias y los complots malignos...
Con todo, el "colmo de los colmos" podría producirse con la llegada de Emilio Botín (Santander) a la escudería Ferrari. El representante del banco de logo carmesí ya ha venido molestando con sus pretensiones tan típicas de niño caprichoso para que Ferrari coloque al enervante Fernando Alonso como su piloto número uno. Prescindiendo de Kimi Iceman Raikkonnen, un verdadero hombre de hielo que supera al inflado español aún conduciendo dormido.
Pudiera ser que un finlandés con escaso carisma y cero relación con la prensa representa peor negocio que un soberbio charlatán de feria de Asturias devenido es falso campeón, pero que sabe sonreír allí donde brilla un teleobjetivo... Esta explicación sobreviene a los efectos de buscarle alguna lógica indefendible a la incómoda y perpetua presencia de Alonso.
Otra vez -y como es lógico- son los medios españoles (financiados por Santander como ocurre con todo en una monopolizada Península Ibérica, cuyos hilos controlan un grupo de bancos y el demoníaco Grupo Telefónica) los únicos que han recogido el guante y, ya habiendo hastiado a la afición internacional con aquello de que "Alonso es el mejor", también introducen cuña para que el asturiano llegue al team italiano con el mejor coche.
Luego de conocerse el fraude de Singapur y tantos otros, premiar a Alonso Díaz no solo sería ridículo, sino que representaría el tiro de gracia en la credibilidad de la Fórmula Uno, sacudida ya no solo por la crisis financiera internacional, el aburrimiento al que somete a los televidentes del globo y a una abundante corrupción que modifica resultados a piacere, para mimar a los únicos sponsors dispuestos a poner un euro en este negocio de capa caída.
¿Por qué premiar a los corruptos? ¿Qué diferencias se pueden encontrar entre la F1 y ese monumento a la corrupción tan ostensible como lo es el Tour de France? En un evento prima el descontrolado dopaje, mientras que en el otro, los billetes parecen funcionar más aceitadamente que cualquier complejo de esteroides anabolizantes.
El ibérico Fernando Alonso, quien ya era detestado por la totalidad de los corredores de la categoría, es conocido por su infranqueable soberbia, su indisimulable hambre de cámaras y por un nacionalismo barato alimentado en la pobreza de los relatores españoles de la F1 y una afición local que, para dejarlo bien claro, no entiende nada.
Su trayectoria es conocida desde su más recalcitrante y principal capricho, que siempre ha consistido en ejecutar un inconfesable pero evidentísimo lobby y presionar para ingresar a las escuderías con los mejores motores que sus compañeros de equipo, porque de lo contrario ni siquiera se sentaría a conversar.
El piloto asturiano dio su inocultable OK para una maniobra que lo puso injustamente en un podio, y sin embargo, recibe aplausos antes de las ejemplificadoras reprimendas que le corresponderían sin más.
La Fórmula Uno va directo al fondo del basurero, con Fernando Alonso Días como inocultable líder y principal ícono de su corrupción. El resto (Piquet, Briatore, Symonds) no son otra cosa que personajes secundarios para la masa de ovejas que enciende los televisores LCD desde tempraneras horas del domingo...
Por Ricardo White, para El Ojo Digital Sociedad-Deportes.
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Por Ricardo White, para El Ojo Digital Sociedad-Deportes