POLITICA: POR MATIAS RUIZ, PARA EL OJO DIGITAL

La indiferencia ciudadana, el factor que envalentona a Néstor Kirchner y su núcleo duro. El peronismo se encamina hacia una derrota garantizada en 2011

Tal vez el mejor logro que ha sabido cosechar Néstor Carlos Kirchner en meses recientes no ha sido el transformar la derrota legislativa a nivel nacional del 28 de junio en una suerte de victoria, sino consolidar la resignación de una ciudadanía que lo desprecia, pero que -tristemente- no acierta a reaccionar ante la grave situación que atraviesa el país.

21 de Julio de 2010
Néstor Kirchner perdió el 28 de junio, pero ganó. Debe reconcérsele la siniestra virtud de haber transformado un cataclismo personal en una inmejorable oportunidad para arrasar con todo y arremeter contra todos. Aquellos que juzgaban que la derrota oficialista en las pasadas legislativas aligeraría el camino para un cambio de proporciones se han equivocado groseramente. Porque -está visto- la Argentina no es un terreno en el que la lógica se sobreponga a la ficción. Por estas tierras, todo siempre resulta al revés de lo que el más agudo sentido común suele imaginar. Ya ni se lo escucha al otrora ganador en provincia de Buenos Aires, el empresario de los medios Francisco De Narváez. Hoy, su exposición mediática es escasa y él mismo invierte el poco tiempo que utiliza delante de cámaras para amagar con futuras candidaturas. Sin dejar en claro si sus aspiraciones apuntan a la Gobernación en La Plata o al sillón de Rivadavia. Tanto De Narváez como su socio en los papeles, Felipe Solá, han cavado trincheras egoístas desde donde declaman la relevancia de sus figuras de cara a cualquier armado para la carrera presidencial de 2011, ya sea dentro o fuera del armado peronista. Más grave aún, Carlos Reutemann ha caído víctima de su insoportable esquema de indefiniciones. Este factor, sin lugar a dudas, lo ha condenado a una derrota sin atenuantes frente al circulo socialista de Binner en los recientes comicios locales de Santa Fe. El ex piloto de Fórmula Uno ha visto derribadas, definitivamente, sus aspiraciones para ocupar el sillón presidencial. Una sociedad cansada de discursos vacíos, pero también implacable con los timoratos, le ha perdido la paciencia. Escenario que conduce a un horizonte todavía más negro: ahora, Mauricio Macri ve como sus chances se revalorizan, y pretende ir por más para el momento en que llegue la hora de conversar con los popes justicialistas. Macri constituye una gran decepción para sus votantes y para el potencial elector opositor al kirchnerismo. Hoy quedan pocas dudas de que él oculta algún tipo de acuerdo con el esposo de la Presidente, que garantizará impunidad a quienes hoy se aferran al poder. Referencia insoslayable: sus peleas con Aníbal Fernández ni siquiera se arriman a cuestiones puntuales. Las escaramuzas entre el Jefe de Gobierno porteño y el Ministro de Justicia rozan la charada y la tomada de pelo. Desde un comienzo, Kirchner imaginó un escenario de mínima en donde competiría por la Presidencia con Mauricio Macri, polarizando la elección entre izquierda y derecha. A partir de sus avances y retrocesos, el hijo de Franco ha demostrado que es más de lo mismo. Ha pactado con los organismos de derechos humanos en el ámbito de la Capital, al tiempo que ha garantizado fondos millonarios para Hebe de Bonafini y sus cercanos. Hasta se ha dado el lujo de nombrar a un ex guerrillero en el staff del Gobierno de la Ciudad. Su pálida tarea al comando del búnker de Bolívar 1 ha terminado por restarle simpatías, y hoy su retórica de cambio ha ido a parar al basurero. Pasándolo en limpio: nadie le cree en lo absoluto. Por su parte, Eduardo Duhalde comienza a hacerse a la idea de lo innegable, a saber, que el peronismo terminará vapuleado en los comicios de 2011, cualquiera que sea su referente. Su convencimiento casi completo frente a la realidad de que, para el ciudadano común, peronismo es "mala palabra", lo ha llevado a iniciar conversaciones con la figura del Vicepresidente Julio César Cleto Cobos. Imagina Duhalde que es hora de pactar con Cobos algún tipo de fórmula que coloque al mendocino en el podio para -en conjunto con el resto de la oposición seria, que no incluye a Elisa Carrió- programar la expulsión definitiva del kirchnerismo. Bajo esta hipótesis se incluye el análisis de rigor que presupone un adelantamiento de las presidenciales para 2010 y que el propio Cobos encabece un gobierno de transición, que luego llame a votar a nivel nacional por una fórmula definitiva. Pero Duhalde no cuenta con un detalle: Julio Cobos jamás aceptará encabezar un gobierno en el actual estado de anarquía. Ni por asomo quiere pensar en una situación en que se vea forzado a reprimir a la izquierda revolucionaria violenta que hoy corta calles y avenidas con absoluta libertad. El caudillo se San Vicente, pues, sigue encerrado en su propio laberinto. Ese que él mismo supo crearse ni bien propuso a Néstor Kirchner como presidente. Para Duhalde está claro que él mismo no debe proponerse como candidato. Habida cuenta de que los patagónicos carecen del más elemental "código de honor", se imagina que le tirarían con munición gruesa si acaso decidiera presentarse. Es por ello que busca, por estas horas, acercarse al Vicepresidente como nunca. Atrás quedaron las pálidas fantasías del gastronómico Luis Barrionuevo, que aún considera que los "pejotistas" tienen posibilidades presidenciales. Alguien debe "tomar la posta" e insistirle que todo aquello no es más que una fantasía. Típica de alguien que se autoengaña, negando la más evidente realidad. De todas maneras, no son los entretelones del mundillo político lo primero en las preocupaciones del ciudadano común. A éste no le interesan ni la nefasta ley de medios de los Kirchner, ni las futuras candidaturas, ni las peleas entre el Gobierno y el Grupo Clarín. La sociedad ya ha superado la etapa del hartazgo para pasar a una de pasiva pero consolidada apatía. No queda ya espíritu para protagonizar épicos cacerolazos ni movilizaciones masivas con el objetivo de incomodar a los moradores de Balcarce 50. Ha comprobado que todo esfuerzo resulta vano. No faltan aquellos que evalúan que darle un voto de confianza a la oposición en las pasadas legislativas fue una visible pérdida de tiempo. ¿Qué han hecho -dicen- los candidatos opositores para intentar poner orden en medio de este desastre? Absolutamente nada. Las malas noticias se suceden y Kirchner continúa llevándose todo puesto. Su pertinaz pero insípido aliado, el Gobernador Daniel Scioli, sigue echando mano de las medidas más confiscatorias de la historia de la provincia, desesperado por la inevitable asfixia de la caja que administra. En el actual estado de ahogo financiero, ni siquiera las cuasimonedas podrán salvarle la ropa. Su decisión de renunciar a la banca en el Congreso de la Nación es alimento para el televidente idiotizado. El Gobernador también ha echado mano de un reacomodamiento impositivo que gravará a la industria pesquera con un total de US$50 millones, de acuerdo a novedosos reportes. Razonándolo objetivamente: la ciudadanía no tiene por qué pasar a la acción, dado que ha cumplido holgadamente con sus obligaciones en cada comicio. Al ejecutivo de clase media/alta no le compete cambiar su traje por un disfraz de revolucionario y salir -tumbera en mano- a incendiarlo todo. Esa faena parece haber quedado en manos de activistas y militantes violentos, ayer aliados del oficialismo pero que hoy ven cómo el dinero de sus planes sociales se esfuma y no queda otra que hacer la del Che Guevara. Lo de Kraft era la oportunidad que les viene como anillo al dedo. ¿Sucederá como en 2001, cuando piqueteros catapultaron la salida de la Administración De la Rúa, seguidos luego por las clases más acomodadas? ¿Será hoy la izquierda ideologizada -y bien pertrechada- la que dé inicio al desmadre social que termine por eyectar al matrimonio Kirchner? Nadie puede preverlo con el rigor de la certeza. Pero el clima se enrarece. En el conurbano, el súbito corte de subsidios y planes sociales ha puesto a muchos intendentes oficialistas contra las cuerdas: temen que hordas de desocupados vayan, sin más, por sus cabezas en cada municipio. Para colmo, el Gobierno Nacional ha puesto punto final, y de forma muy poco elegante, a las políticas que subsidiaban las tarifas de gas y electricidad. Factor que terminará por encender la mecha del ya indetenible conflicto social que amenaza con ser de proporciones. Cuestiones simples y bien elementales que vuelven a confirmar las teorías esbozadas desde esta humilde columna, en el sentido de que Kirchner y su señora esposa solo buscan una eyección temprana del poder. Y no por la vía pacífica precisamente. En el ámbito judicial, se percibe un reguero de rebeldía de parte de ciertos magistrados (con excepción de la ineficaz María Romilda Servini de Cubría), que ahora se atreven a arrinconar con interminables causas a numerosos funcionarios del gobierno, incluídos Néstor y Cristina. En los pasillos del poder ha llegado el dato de que Julio De Vido ya ha tomado contacto con un importante bufete de abogados pues ha oteado el horizonte y se sabe en riesgo de pasar un buen tiempo tras las rejas. Los motivos son por todos conocidos y, en este capítulo, corresponde reconocerle a "Lilita" Carrió el haber sido la primera en señalar puntillosamente los desaguisados del titular de Planificación. Una lástima que por aquel momento, el Grupo Clarín se hallaba en buenos términos con el oficialismo. De otra forma, el destino de De Vido se hubiese visto acelerado. Finalmente, ¿a qué aspira Néstor Carlos Kirchner? El hombre tiene bien claro que no tiene opciones -ni lógicas ni fácticas- para conservar poder más allá de diciembre de 2011. Su única movida ha sido parapetarse junto a Pérsico, Ceballos, Depetri, falsos intelectuales, referentes sociales y de "derechos humanos" para radicalizar todavía más el curso de acción del gobierno de su mujer. Este núcleo de personas solo puede proponerle una cosa: incendiarlo todo, para después escapar en medio de las ruinas. Esperar propuestas constructivas de parte del espacio duro kirchnerista es igual a flirtear con el absurdo. El objetivo del marido de Cristina Fernández no puede contemplar salidas que superen el corto plazo. Pretende que la sociedad lo empuje hacia una salida prematura del gobierno; mientras aquella no se produzca, no cejará en su estrategia de acaparar poder y más poder. Una de dos cosas -evalúa en privado- ocurrirá primero: o bien lo echan, o bien las condiciones macroeconómicas observan una mejoría y -medios en mano- tendrá una oportunidad para modificar la realidad a su antojo y garantizarse permanencia. En su esquema maquiavélico, la apatía y la resignación social juegan a su favor. Los culpables -en mayor o menor grado- seremos todos, pues todos somos protagonistas de una realidad nacional que tiene como fundamentos el "sálvese quien pueda", el odio, el resentimiento y el desapego por construir. La cuestión es mucho más compleja que decir que Kirchner avanza porque no hay quien se interponga en su camino, o porque "la oposición no ha consolidado referentes". El análisis obliga a un examen más profundo, en donde la pasividad ciudadana y la destrucción gradual pero efectiva del tejido societario también es un protagonista de participación obligada. Tesis que también obliga a reconocer que esta realidad solo podrá ser modificada positivamente a partir de décadas ininterrumpidas de trabajo duro y sacrificios extremos. Como debieron hacerlo alemanes y japoneses desde finalizada la Segunda Guerra Mundial. Esta apatía social debe ser reconocida mas no justificada. Hoy, más que nunca, corresponde elevar el reclamo con la voz más alta posible. En nombre de la República y una democracia verdaderamente controlada por las mayorías. Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital Política. E-mail: elojodigital.com -arroba- gmail.com.
Por Matias Ruiz, para El Ojo Digital Política