Roberto Noble y los sueños rotos de la burguesía industrial argentina
Es muy joven cuando se afilia al Partido Socialista. Y es más joven todavía cuando abandona al partido de Juan B. Justo y crea con otros militantes el Partido Socialista Independiente.
21 de Julio de 2010
Es diputado nacional a los 28 años. Ocupará su banca entre 1930 y 1936, en pleno "régimen", como a los yrigoyenistas les gustaba denominar al gobierno nacido del fraude escandaloso: General Agustín P. Justo Presidente, Julio Argentino Roca (hijo) Vice, íconos de la década que José Luis Torre llamará "infame".
Integra el Parlamento que convalidará la entrega de la economía argentina a los designios de Inglaterra: el humillante Pacto Roca-Runciman, la creación de un Banco Central diseñado por ingleses y controlado por su banca y una larga serie de concesiones por parte de un gobierno que declaraba su esperanza de ser considerado por la Corona como "una parte integrante del Reino Unido".
Cuando cree que su paso por la experiencia parlamentaria ha cumplido un ciclo, acepta ser el titular del Ministerio de Gobierno del jefe conservador Manuel Fresco en la Provincia de Buenos Aires. El gobernador es un tipo audaz, empeñoso y decidido a sostenerse en el poder aunque deba emplear el fraude. Pero no cualquier fraude: sólo el patriótico, el que se legitima por la vocación de su Gobierno por el bien común.
Se va de la política en 1938, cuando llega al poder,por una vía igualmente fraudulenta Roberto M. Ortiz, el presidente que -ciego- entregará el poder a Castillo.
Pero es ahora un estanciero: tiene en Lincoln, 3000 hectáreas. Hasta que se cansa de la vida bucólica y se dedica al periodismo, una pasión juvenil que a los veinticinco años le había permitido dirigir el órgano socialista Crítica Social.
En 1960, Frondizi cumple dos años en la Presidencia del país, honor al que ha accedido a través de un acuerdo con el peronismo, proscripto por la Revolución Libertadora.
La editorial Ediciones Arayú le publica ese año un libro que recoge artículos periodísticos en los que se anima a imaginar una Argentina del futuro. Se trata casi de un programa de gobierno,en el que se fijan objetivos económicos a alcanzar en los próximos veinticinco años.
Toda la obra destila un voluntarismo por momentos conmovedor. En la introducción, se lee: "Tomamos, pues, a las provincias, como expresiones interpretativas de
nuestra realidad; hicimos su radiografía histórica, política, económica y social. Pudimos, de este modo, y sin vacilaciones, decir: éstas son las bases para una gran Nación. La gran Nación que todos soñamos; que ya fue soñada en 1810; que aún tenemos que realizar. Y que realizaremos. Porque si otros lo hicieron nosotros también lo haremos".
En su concepción,todo se reduce a modificar el mundo con el instrumento de la voluntad. El proyecto de Nación es un listado de seis prioridades: siderurgia, caminos, transportes, carbón, energía y petroquímica. Se trata de un escenario ideal en el que la prosperidad general disipa el conflicto social y sus molestas convulsiones espasmódicas.
La Nación del futuro es un programa de inversiones inteligentes, de la sensatez propia de los pueblos maduros, de confianza en las propias fuerzas.
Producir acero es algo más que abastecernos de un insumo clave para la expansión industrial. En su visión del problema nacional, se trata de una decisión que empalma con la cuestión central del destino argentino: "La siderurgia es la Prioridad Número 1. Esto es así porque la siderurgia es la base de la liberación. Y sin liberación no puede haber desarrollo. Sin siderurgia, seremos siempre dependientes y no independientes".
Las palabras son re-significadas, el sentido instrumental las carga de un contenido nuevo,inédito en la pestilente historia del fracaso nacional. Así, vale decir que el país está ahogado por la entrega sistemática de sus recursos por parte de una burguesía sin conciencia histórica. Pero no,en el libro que escribe con entusiasmo, "ahogado" quiere decir otra cosa, describe otro objeto: Ahogado. El país esta ahogado por las limitaciones que le impone la falta de caminos. Porque hay una prioridad que no admite dilaciones: es la de la obra caminera, Prioridad Número 2.
Afirma que la prioridad número 3 es la cuestión de los Transportes, especialmente los ferrocarriles y el déficit ferroviario. En su microcosmos, los gremios son llamados a entender el problema del exceso de personal y casi de inmediato, aceptarán la racionalización de los recursos humanos. Es posible reconocer que el cáncer de la economía argentina es el duelo inconcluso entre las necesidades populares de realización y los intereses de una elite terrateniente-importadora-banquera que ha vivido mirando a Inglaterra ayer, a los Estados Unidos ahora.
Pero no; hay que apropiarse de las palabras y reasignarles roles nuevos: "Ahora se comprenderá por qué en la exposición de las prioridades he asignado el Número 3 a Transportes. Lo hemos hecho porque ahí está el cáncer de nuestra economía; ahí está el mayor volumen del déficit del presupuesto nacional, déficit que hay que suprimir, heroicamente si es necesario".
El carbón, la energía y la petroquímica completan el cuadro de las prioridades. Porque "nuestro pueblo no ha nacido derrotado. Tiene más que una tarea: una misión en estos momentos y debe cumplirla. Quiere Energía y tendrá Energía,que es la Prioridad Número 5".
El capítulo VII se abre con un título dotado de ímpetu wagneriano: "ARGENTINA POTENCIA MUNDIAL. Prioridad Nacional Absoluta". Toda la obra transpira la idea de que el país tiene reservado un papel de primer orden en el planeta;será un concepto que en màs de una oportunidad crecerá entre nosotros de la mano de dirigentes políticos y analistas de primera magnitud. Esencialmente,la propuesta consiste en un llamado a la conciliación de todos los intereses contrapuestos como prerrequisito para el éxito de la empresa. Las diferencias deben sacrificrse en el altar del futuro glorioso de la Nación. Porque no todo es crecimiento económico: El espíritu no puede ser ajeno a todo esto.
Sí, es importante la tarea en lo económico, y es tarea de todos. Pero por ser de todos,lo es también de índole moral y espiritual. Para trabajar juntos debemos empezar por entendernos. "Nadie debe subtraerse al compromiso de hacer, si es que en verdad estamos imantados de la idea de llevar al país al rango de Potencia Mundial. Ya hemos demostrado que es posible. Pero se hará si cada uno cumple con su deber".
La segunda parte del volumen no abandona cierta mística inflamada que será constante e ilumina al lector desde su título: "1985:ARGENTINA POTENCIA MUNDIAL". El autor se transporta 25 años en el tiempo para construir una de las últimas utopías de la burguesía industrial argentina.
En primer lugar, será necesario un mercado interno de tal magnitud que implique un gran dinamismo económico. Cuando el libro se escribe, a fines de 1959, la población del país no llega a 21.000.000 de habitantes: "La base del programa, para alcanzar la jerarquía de Potencia Mundial, es el aumento del número de habitantes. En 1985, esa cifra se elevará a 65.000.000 de habitantes". Hoy, casi veinticinco años después de la fecha profetizada, somos algo más de 41 millones.
En un país dotado de las mejores praderas del mundo, la producción agropecuaria ocupa sólo tres páginas de las doscientas del volumen. La visión del futuro no pasaba por el campo: sólo la expansión de la industria haría el milagro de que el país se encontrara con su destino.
Gracias a la tecnificación, el campo produciría en 1985 153 millones de toneladas de granos. Pero no; en la cosecha 2009/10 no llegará a las 80.
En la última fue de 55 millones. El stock ganadero alcanzará los 100 millones de cabezas de vacunos. Pero no,un cuarto de siglo después del año del milagro el nivel está en 48 millones y en franco retroceso.
Se conmueve cuando prevee que en 1985 Argentina producirá 19 millones de Toneladas en hierro y acero. Hoy la siderurgia tiene un 55% de capacidad ociosa y la producción total no llegará a 7 millones de toneladas. Claro; 25 años más tarde del glorioso 1985 en que el concierto de las naciones del mundo saludarían el advenimiento de una nueva potencia.
El periodismo tendrá un rol acorde con el ejercido en la historia nacional. Al imaginar que el año de la consagración del país en el rango de potencia mundial,
habrá tiradas de seis millones de ejemplares, dice : "Desde sus primeras horas puso la Argentina su confianza en la acción monitora del periodismo. El periodismo, en las formas precarias de comienzos del siglo pasado, dio impulsos a la emacipación. Y fue su periodismo, con el andar de los años, uno de los más desarrollados del mundo".
La idea central de que un programa de crecimiento depende para su realización de la capacidad intelectual de sus autores y de su compromiso con el imperativo de la expansión industrial, es un rasgo de, cuanto menos, la notable ingenuidad de toda una generación. La obra que comentamos es un modelo acabado de una concepción de la política que ignora la tensión de las fuerzas contradictorias en el interior de las sociedades, la acción persistente de los testaferros locales de los intereses vulnerados por el programa y el rol de los líderes populares dotados siempre de una vocación por el acopio de poder e influencia, cualquiera sea el precio a convenir.
La última mención del sueño de la "Argentina Potencia" la trajo el General Perón para su tercer gobierno, a sugerencia de un militar que hacía de secretario. Desde Martínez de Hoz en adelante, el país fue convencido, con argumentos y con violencia, que daba lo mismo fabricar acero que caramelos. El delirio de un protagonismo planetario para la Argentina fue enterrado sin honores.
A mediados de 1940, el producto per cápita de Argentina era tres veces mayor que el de Italia y el de Japón, apenas por debajo del francés. Con una superficie que nos convierte en el octavo país más extenso del mundo y una calidad humana que subrayábamos diciendo que éramos los europeos de America Latina, lo que resulta previsible es que se escribiera la obra que comentamos.
El autor se casó a los 65 años de edad con una mujer 40 años menor.
Murió en su estancia cordobesa, poco tiempo después,en 1969.
Se llamaba Roberto J. Noble, y un martes de agosto de 1945 había fundado el diario "Clarín".
Por Sergio Julio Nerguizian, para El Ojo Digital Sociedad.
E-mail: sjnerguizian (arroba) hotmail.com.
Por Sergio Julio Nerguizian, para El Ojo Digital Sociedad-Historia