Los Pactos de la Moncloa, una experiencia española
Hace 34 años, en noviembre de 1975, fallecía en España Francisco Franco. Había gobernado con mano de hierro durante 40 años. Lo sucedió el monarca Juan Carlos I.
21 de Julio de 2010
Dos años después, el país sufría el estremecimiento del paso de un régimen autoritario a una democracia moderna.
Las elecciones de junio de 1977 trajeron un resultado quizá inesperado: la derecha de la U.Ce.De. sumó la mayor cantidad de votos (35%), seguida de cerca por el Partido Socialista Obrero Español(PSOE) 29% y mucho más lejos,los comunistas con el 10%.
Las últimas elecciones libres habían sido en 1936, en las que triunfó el Frente Popular.
La situación general era sumamente conflictiva: la inflación se acercaba peligrosamente al 50% anual; la deuda externa alcanzó los 14.000 millones de dólares, la desocupación próxima al 20%. La fragmentación política finalmente llevó a un sector de la dirigencia a imaginar que un acuerdo nacional, suscripto por todos los partidos políticos con participación parlamentaria más las entidades representativas del capital y el trabajo,podría constituir una alternativa a la crisis.
Es así que en octubre de 1977 se firman los hoy célebres Pactos de la Moncloa, denominación que alude al palacio en que fueron suscriptos.
Los Pactos de la Moncloa son básicamente, dos: el Programa de Actuación Jurídica y Política, y el Programa de Saneamiento y Reformas de la Economía. Mientras el objetivo del primero consistía en la consolidación de las instituciones democráticas del país, que habría de coronar con la jura de la nueva Constitución en 1978, el segundo proponía una serie de medidas que no admitían dilación destinadas a superar la grave crisis económica y a modernizar la estructura productiva.
España debía ingresar a la Comunidad de Naciones Europeas para descontar la distancia que la separaba de sus vecinos.
Sus cuentas macroeconómicas tenían que exhibir un control sustentable de la inflación y estimular la recuperación general de la actividad de las empresas. El esfuerzo mayor recaería sobre el sector público, comprometido con un severo programa de austeridad y sobre los asalariados, una vez más, variable de ajuste del sistema.
Durante los días 8 y 9 de octubre de 1977, reunidos los representantes de los partidos políticos con el Presidente del Gobierno, previa consulta con Cámaras Empresariales y Organizaciones Sindicales que prestaron su consenso, se elabora un documento que con el nombre de Criterios Previos,establece las bases centrales del acuerdo.
Veamos algunos aspectos en particular:
1. Después de señalar que las partes reconocen la gravedad de la situación, se propone que "los costes derivados de la superación de la crisis sean soportados equitativamente por los distintos grupos sociales".
2. Los firmantes se fijan un plazo máximo de dos años para restablecer los equilibrios de la economía española, "aminorando la inflación, reduciendo el desempleo y mejorando la situación de la balanza de pagos".
3. En torno a las medidas concretas, se decide:
A. Política presupuestaria.
Riguroso control del gasto público, "revisando todos aquellos cuya existencia no se justifique de modo estricto". Fuerte aumento del presupuesto destinado al Seguro de Desempleo. El déficit monetario queda atado a la evolución monetaria.
B. Seguridad Social.
Reducción de los aportes patronales. Se sugiere el control de las prestaciones sociales "con participación de los representantes de los trabajadores, de los empresarios y de las distintas fuerzas sociales".
C. Política Monetaria.
Reducción del crecimiento de la masa monetaria, "para conseguir una desaceleración del proceso inflacionario". Orientación del crédito hacia algunas actividades económicas determinadas, en el contexto de una limitación del recurso.
D. Precios y Salarios.
Se toman medidas a fin de que el costo de vida durante 1978 no supere el 22% anual. Entre ellas, se fija un tope a los aumentos salariales de hasta un 20% ascendiendo hasta un 22% computando antigüedad y jerarquía. En realidad, lo que se disponía era un aumento salarial que tomaba en cuenta la inflación futura, abandonando el criterio de ajustar salarios por el índice de la inflación pasada.Esta medida representó un sacrificio soportado por los asalariados que en los hechos terminaron aceptando aumentos de remuneraciones inferiores al costo de vida real. Una creciente flexibilización del régimen laboral y una autorización a despedir sin causa hasta el cinco por ciento de la plantilla de personal completaban las iniciativas más notables.
E. Empleo.
Tres criterios centrales se adoptan en un panorama de creciente complejidad: fomento del empleo juvenil, contratación por tiempo determinado de los "parados" sin pérdida del beneficio del seguro de desempleo y atención especial a la áreas geográficas más castigadas por la pérdida de puestos de trabajo.
Un año después de la firma de los Pactos, la inflación había descendido al 16% anual, las reservas se duplicaron y en general la actividad empresaria se revitalizó. Sin embargo, quedó en evidencia que el precio del nuevo equilibrio se sustentaba en el mantenimiento de los niveles de desempleo y la postergación de cualquier programa de redistribución del ingreso. Incluso en 1982, con Felipe Gonzales en el Gobierno gracias al triunfo del Partido Socialista Obrero Español, se aplican políticas ortodoxas que aunque mejoran las variables macroeconómicas lo hacen postergando tanto la recuperación salarial como los niveles de empleo. Hacia 1990, comienza un ciclo largo de prosperidad y mejora del cuadro social en toda España, en el que la tracción de los grandes socios en la Comunidad Europea adquiere un rol decisivo.
Los Pactos han cumplido la función de representar un acto simbólico de reconciliación nacional, en el que se destaca la aceptación del régimen monárquico. Constituyeron un alto y un respiro a las tensiones acumuladas durante cuarenta años y un desafío a la capacidad española de alcanzar los niveles de equilibrio social y económico que son requisitos para el ingreso al Mercado Común continental.
Cuando entre nosotros se alude a la necesidad de imitar la experiencia española, pareciera olvidarse que la fijación de objetivos generales comunes implica en los hechos la renuncia a la identidad ideológica de los partidos. Se podrá argumentar con cinismo, que éstos ya la han extraviado hace tiempo y que el electorado al sufragar en realidad opta por individuos. Sin embargo,conviene subrayar que ningún pacto es neutro en el terreno de las ideas: todo acuerdo implica una política, toda coincidencia representa una resignación. En definitiva, todo Pacto de la Moncloa contiene una visión del mundo y una concepción tanto de los desequilibrios sociales como de los remedios propuestos para superarlos.
Por el Dr. Sergio Julio Nerguizian, para El Ojo Digital Sociedad-Historia.
El autor es Presidente del C.E.P.Pro.S. (Centro de Estudios Políticos para la Promoción Social).
E-mail: sjnerguizian(arroba) hotmail.com.
Por el Dr. Sergio Julio Nerguizian, para El Ojo Digital Sociedad-Historia