La "Novela Redrado": Cristina y Néstor no lo comprenden, pero las reservas del Banco Central no les pertenecen. Mario Blejer no acepta. El gobierno intentó capitalizar la muerte de Sandro
El Presidente del Banco Central de la República Argentina, Martín Redrado, se negó a ceder reservas de la institución para el nefasto "Fondo del Bicentenario" y estalló una crisis de proporciones en el gobierno. Como era de esperarse, los laderos del matrimonio -Amado Boudou y Aníbal Fernández- salieron a defenestrar al titular del Banco. El momento elegido por el oficialismo no fue obra de la casualidad: coincidió con la desaparición del astro Roberto Sánchez (Sandro).
21 de Julio de 2010
Se fue el genial Sandro (de alter ego Roberto Sánchez) y las primeras sonrisas frente a la noticia provinieron del kirchnerismo duro, que concentra la administración del aparato de propaganda oficial.
Lo que parece una fantasía, a la postre no lo fue tanto: Martín Redrado -titular del Banco Central de la República Argentina- desde hace ya varias semanas que se negaba a liberar los US$6.500 millones que la Presidente Cristina Fernández requería para tapar el acuciante déficit fiscal del que adolescen las cuentas del gobierno federal. Entonces, ¿por qué se insistió con los pedidos de renuncia apenas horas después del fallecimiento del cantante? Preguntas sin respuesta pero que permiten una ligera aproximación.
Por cierto, la operación tiene su correlato en otras tantas travesuras que los Kirchner han querido disimular en el pasado reciente, bajo el paraguas de algunas noticias de importante impacto social. Desde luego que cuentan también con que el seleccionado argentino de fútbol del impresentable Diego Maradona exhiba un buen papel durante el próximo mundial en tierra sudafricana.
Baste observar que, en simultáneo con la "Novela Redrado", el kirchnerismo viene atizando la agenda ciudadana con novedades como la rebaja en los precios del papel para los diarios de todo el país, la averiguación de identidad sobre los hijos de Ernestina Herrera de Noble, y la revelación de los "archivos secretos" de la Dictadura. Detalles con tizne chimentero que a nadie interesan, salvo tal vez, a los sectores "progres" en franca decadencia que constituyen el escaso capital político que le queda a esta Administración.
La negativa de Redrado a proceder con la apertura de la cuenta hacia donde girar los fondos que exige Cristina Fernández, incluso vino a concentrar el ataque de funcionarios kirchneristas de segunda línea del área de Economía, que acusaron a "la derecha" de entorpecer el giro de las divisas. Lo cual tampoco conlleva casualidad, especialmente porque las descalificaciones se circunscriben a la verborragia propagandista de izquierda del que siempre echa mano el matrimonio cuando las cosas no se ven tan bien. Aunque, en realidad, suena más a neoliberal la utilización de reservas para cancelar intereses de deuda externa o reclamos de los holdouts.
Por cierto, no tuvieron mayor inconveniente los economistas Carlos Melconian y José Luis Espert para concluir, a partir de este nuevo capítulo de desmadre pingüino, que el dato que subyace en la desesperación por los fondos se corresponde con el déficit fiscal que exhiben las cuentas públicas. Más claro, echarle agua.
Hablando mal y pronto: el Gobierno pretende echar mano de esos US$6.500 millones porque, al existir déficit y carecer de acceso al crédito internacional, es la única herramienta de que dispone para tapar con una mano el sol negro azabache del desastre de la administración de las cuentas. No es la primera vez que los Kirchner se suben al tren de medidas confiscatorias para aumentar el flujo de su caja política. Ya lo hicieron con los US$ 10 mil millones que se debitaron para hacer frente a la deuda con el Fondo Monetario Internacional. Vendría luego la apropiación de los fondos de las castigadas AFJP. Se sumó ahora el intolerable incremento de la carga impositiva para particulares, en la forma del monotributo. Las reservas del Banco Central son la última de las fronteras, pero es en este punto que, ni la Presidente Cristina Fernández ni su marido, Néstor Carlos Kirchner, terminan de comprender que no son ellos los dueños exclusivos de los recursos del Estado, ni mucho menos pueden atribuírse discrecionalidad sobre los fondos con que cuenta la primera institución bancaria del país.
Aníbal Fernández ha sido el lenguaraz de rigor que salió con los "tapones de punta" contra el atrevimiento de Martín Redrado de no renunciar. En diálogo telefónico con el periodista Marcelo Bonelli, de Todo Noticias, terminó de reconocer que trabaja para una Administración que considera lo público como de su propiedad:
Bonelli: -Ministro, los fondos del Banco Central los juntaron los argentinos.
A. Fernández: -No señor; los juntó el Gobierno.
El Jefe de Gabinete había comenzado el día con el pie izquierdo. Se había apersonado -en representación del gobierno- para rendir tributo a Sandro. Pero, al igual que Daniel Scioli cuando intentó hacer lo propio, fue abucheado e insultado con furia por los fanáticos presentes. Tal vez ello le bastó como para pelearse por vía telefónica -como suele hacerlo- con el periodista que había a la mano; en este caso, el bueno de Bonelli.
Amado Aimée Boudou -Ministro de Economía- fue el adalid oficialista de la jornada que también pugnó en los medios para pedir la salida del hombre del Central. Lo hizo, recordando que Redrado ya había expresado su intención de abandonar el cargo en conversaciones privadas con otros funcionarios. Extraño que Boudou reclamase a Martín Redrado en función de aquello que es coherente y los "buenos modos": el titular de la cartera de Finanzas, mientras todo mundo mira para otro lado, no deja de dedicarle tiempo a sus negociados inmobiliarios en Mar del Plata. Hace pocos meses, dio inicio a negociaciones para adquirir el local Pehuén, un Irish pub de la Feliz que goza de notable popularidad y concurrencia en el barrio Playa Grande de la Ciudad Feliz. Sin dudas, Aimée resultó ser un buen aprendiz de Kirchner.
Por su parte, Martín Redrado ya hizo públicas sus definiciones al respecto de que no renunciará al cargo, y que su intención es, en todo caso, abandonarlo cuando se vea finiquitado su contrato. Esto es, para septiembre del nuevo 2010. Dejó sentada su posición en la palabra de sus allegados en el Central.
El conocimiento de la novedad puso en aprietos a los canales de noticias de televisión abierta y el cable, que tenían programado seguir las alternativas de la despedida al fallecido Roberto Sánchez, pero que se toparon con el dato de la trifulca gubernamental. Muchas señales optaron por dividir pantalla y entrevistar a expertos, que se despachaban en compleja terminología política, mientras de fondo circulaba la carroza fúnebre por las calles céntricas de la Capital Federal.
En rigor, el presidente del Banco Central no puede ser removido por el capricho de la Presidente de la Nación. La institución es autárquica y este hecho se corrobora en su carta orgánica, en donde también se refiere que la autoridad solo podrá ser reemplazada a partir de la decisión de una comisión especial con asiento en el Senado de la Nación. Precisamente, los procedimientos del Central habían sido modificados en la década del noventa, con el objetivo de garantizarle a la institución una apropiada independencia frente a la comprobada voracidad del poder político.
El Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, en su avanzada contra Redrado, ha revelado que su jefe -Néstor Kirchner- está furioso. La sentencia que reza que "En política, el que se enoja, pierde" vuelve a cobrar notoriedad. Los Kirchner y su Premier Fernández se han enojado. Y mucho.
De cara a la noticia, su primera derrota se ha dado a conocer en cuestión de escasas horas. Mario Blejer, el candidato kirchnerista para suplantar a Martín Redrado, ya descartó asumir, dado que las condiciones políticas no son las ideales. Con muy poco, el por ahora titular del Central le ha asestado un golpe de proporciones al matrimonio presidencial, que ya se quedó sin candidato firme ni endeble para el Banco.
Es lógico presuponer que no tendrán nombre alguno para sugerir en el corto plazo, o al menos mientras dure la telenovela. Porque para cualquier profesional sería, a todas luces, una locura exponer su figura y su currículum vitae en favor de un gobierno que cotiza a la baja. Tarde, pero seguro, muchos comienzan a reconocer que Cristina y su marido no valen la pena el sacrificio. Es mejor esperar a que se evaporen y a que se aquieten las aguas.
Las últimas noticias conocidas reportan que el gobierno procederá judicialmente para remover al irreverente Presidente del Banco Central. En paralelo, Redrado comenzará una serie de reuniones con los principales referentes de la oposición política, como ya lo ha hecho con la UCR. El problema para Balcarce 50 es que le ha dado una mano a su nuevo enemigo interior, enriqueciendo su agenda. Desde Mauricio Macri hasta, tal vez, Eduardo Duhalde, todos querrán conversar con Martín Redrado sobre el tema y, de paso, fortalecerlo en su resistencia contra la arremetida oficial.
Desde luego que los Kirchner solo pueden anotarse más derrotas a partir de este nuevo affaire, torpemente manufacturado por ellos mismos. El matrimonio no tiene ni aprobación ciudadana ni el capital político suficiente como para sobrellevar una guerra de guerrillas contra el joven economista que hoy reposa en el sillón del Central -o CenBank, como le dicen en las naciones desarrolladas-. Pero la Presidente y su marido ya se han expuesto demasiado como para retroceder. Si recularan prematuramente, solo podrán aspirar a que la pelea abandone los medios y todo retome su cauce "normal". Si insistieran en mantener el fuego, ello podría conllevarles más alejamientos de funcionarios del área económica que comprenderán sobre la inconveniencia de tomar partido por la Casa Rosada. En el proceso, la opinión pública terminará de destrozarlos, habida cuenta de que, por estas horas, pegarle a los Kirchner se ha convertido en el deporte nacional. Esto es así y se comprueba en los cafetines de las ciudades, en la calle y, especialmente, en los medios masivos de comunicación.
Si acaso tuvieran éxito, ello constituiría una victoria ciertamente amarga. Para que se diera este escenario, Martín Redrado tendría que renunciar, y la sola pelea ha puesto en guardia a los mercados financieros, que han visto derrumbarse los títulos públicos (herramienta fundamental de los Kirchner para seguir emitiendo deuda, aunque cara), e incrementarse la cotización del dólar. La respuesta del mercado seguramente será peor una vez que se presente el caso en que el gobierno pueda echar efectivamente mano de los fondos que necesita. El dato abriría de par en par las puertas de la desconfianza, repercutiría en la inflación minorista, el tipo de cambio, y daría mucho argumento para malpensar a los sectores financieros. La libre disponibilidad de reservas le allanaría el camino a la Casa Rosada para meter mano cuantas veces quiera, y para los motivos que juzgue necesarios.
Y ya hay pruebas acabadas acerca de la incapacidad de este gobierno para administrar el dinero de los argentinos. Allí están los ejemplos groseramente deficitarios de Aerolíneas Argentinas, el fútbol, LAFSA, la inexistente ENARSA y tantos otros.
Para el ciudadano común, el mensaje que envía Balcarce 50 es claro: Señor tenedor de plazos fijos: retire el dinero y cierre su cuenta. Señor asalariado: cobre su sueldo, diríjase lo más rápido posible al banco más cercano y compre todos los dólares que pueda.
Al manotazo de las reservas solo pueden sobrevenirles el famoso <>bono patriótico o un nuevo corralito bancario. La creatividad de los Kirchner es inagotable, pero su margen de acción también escasea.
Los referentes de la oposición que mañana podrían ser gobierno no contemplan con gran alegría el panorama. Ya provoca bastante escozor el recuerdo de los treinta y tantos millones de dólares que dejara el gobierno saliente del fallecido Raúl Alfonsín.
Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital Política.
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Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital