POLITICA: POR MATIAS RUIZ, PARA EL OJO DIGITAL

Gobierno vs. Redrado: la corrida financiera ya tiene lugar. El repunte de la visión conspirativa, en la voz de Diana Conti. Amado Boudou, ¿doble agente? Carrió, el mejor activo de Kirchner

Apuntes obligados sobre la última gran crisis en la que se ve empantanado el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, y que tiene que ver con la pelea por el control de las reservas y -solo en apariencia- la titularidad del Banco Central.

21 de Julio de 2010
Apasionante es, cuando menos, el término del que los analistas se ven obligados a la hora de analizar el nuevo escenario de crisis institucional en el que la Presidente y sus funcionarios se han embarcado, como resulta evidente, de forma gratuita. Como si el objetivo fuera enriquecer los titulares del verano o, cuando menos, arruinarle las vacaciones a unos cuantos. Políticos y periodistas de profesión, por igual. El inconveniente principal que se observa en el tratamiento y análisis de la nueva pelea es que involucra a demasiados "jugadores", y ello complica cualquier aproximación. También sucede que, en el interín, los personajes clave no suelen ser siempre los que aparecen hablando con mayor regularidad en los medios. Para el caso de la pelea Gobierno-Redrado, por citar un ejemplo, el Jefe de Gabinete Aníbal Fernández solo viene a cumplir el rol de apagabroncas, aunque cuando le toca evitar la propagación de cualquier fuego, termine recurriendo a combustible de alto octanaje. Pero este nuevo capítulo de crisis, claro está, es demasiado incluso para el bueno de Aníbal que, en sus limitados recursos y su clásica personalidad de viejo cacique de conurbano, no se encuentra a la altura de las actuales circunstancias (que tienen repercusión nacional e internacional). El fuego terminará por devorarlo también a él. Por estos días, ciertas fuentes se atrevieron a resurgir de la oscuridad que caracteriza a los pasillos del poder para declamar con convicción que: "El día que Aníbal deje el gobierno, será el fin de los Kirchner". Contundente sentencia que se agrega a otra posibilidad aún no revisada, y que reza que ciertos referentes de la oposición han conversado oportunamente con sus contactos en la Justicia, con la meta de reabrir la causa por las muertes de Kostecki y Santillán. La causa caducará en 2011 y, por otro lado, también golpeará duro en las costillas del Jefe de Gabinete. Tema para tratamiento en una próxima oportunidad. Retomemos el nudo principal de la noticia. ¿Qué se sabe de Martín Redrado, luego de las novedades del fin de semana? El Ojo Digital se ha preocupado por recopilar ciertos datos de interés, casi de primera mano. Baste decir que el restituído Presidente del CenBank argentino ya ha sufrido la invalidación de sus claves para las computadoras del edificio, gracias a lo cual sus jornadas se volverán imposibles desde lo operativo. El gobierno federal también ha dispuesto que le sea prohibida la utilización del motor pool oficial, con lo cual debe trasladarse en su propio vehículo. Y, en vista de lo que aparece como el factor más buscado -a la hora de entorpecerle su trabajo diario-, debe revelarse que los miembros del Directorio del Banco ya no le responden. Ni siquiera aquellos que la prensa había calificado como sus principales "aliados". Lo cual resulta lógico desde cualquier comprensión: existe temor entre todos aquellos funcionarios del poder que se desempeñan en áreas clave. Si no cumplen con los pedidos de lealtad hacia el matrimonio, sufren consecuencias fuera del alcance de la opinión pública. Empezando por las amenazas de despido. Como entidad autónoma, el Banco Central de la República Argentina se caracteriza por exhibir los salarios más elevados del ámbito de la función pública. Pocos querrían arriesgar la pérdida de esos beneficios. En conclusión: aún cuando el diligente Martín Redrado subsista al frente de la Presidencia, las presiones y el estrés al que lo someterán los halcones del kirchnerismo le harán imposible la permanencia. Pero ello no debe interpretarse como un factor que se circunscribe en los puntos fuertes del gobierno. En la bibliografía relativa al estudio de la ciencia del conflicto, abundan los ejemplos en los que el enemigo, al verse acorralado, reacciona con mayor vehemencia. Hay quienes sugieren que debe habilitarse algún tipo de salvoconducto para la Presidente y su consorte, a criterio de evitar que continúen en su objetivo de destruir lo que queda de las instituciones en la Argentina. Martín Redrado se ha ocupado -en privado- de exigirle la mayor discreción a sus cercanos, ya sean del ámbito político o periodístico (contactos que ha mantenido desde el primer día en el gobierno de los Kirchner). Quiere evitar que cualquier desliz termine sirviéndole a los halcones del poder en su siniestra agenda. Su entrevista reciente con el periodista de Clarín, Gustavo Sylvestre, es una muestra acabada de la mesura que viene persiguiendo. Con todo -y aunque esto resulte lamentable-, puede preverse que los Kirchner tendrán éxito en remover a Redrado del Central. Habrá que prepararse para que la institución pierda por completo su autonomía y se transforme en un nuevo INDEC. En este escenario, el problema lo tendrán la oposición y, en mayor medida, el mal llamado "peronismo disidente". Después de todo, un objetivo de mínima de Néstor Carlos Kirchner es hundir la poca reputación que le queda al PJ en la opinión pública, consumando las peores torpezas al frente del gobierno. Aunque resulte extraño, es la chaqueña Elisa Carrió quien resulta más funcional al poder de los santacruceños: Lilita viene haciendo todo lo posible para evitar dar el paso "desestabilizador" que empuje a la Presidente a dar un paso al costado. Pero esta prerrogativa parte de un análisis erróneo, pues las sesiones extraordinarias del Congreso de la Nación no deberían interpretarse por "golpistas". Bajo esta vil táctica serpentea en los medios televisivos la Diputada Diana Conti, cabeza visible del kirchnerismo en el nefasto Consejo de la Magistratura. A través de esta iniciativa (bastante göebbeliana, por cierto) se busca inmovilizar o, cuando menos, frenar cualquier movida opositora desde las instituciones. La oscura agenda de Elisa Carrió, sin embargo, apunta no solo a promocionar una falsa retórica "demócrata" de consumo masivo, sino que, en definitiva, busca destruir por demolición las posibilidades electorales del peronismo "disidente" para 2011, subida a caballo de las locuras de los Kirchner, que son "peronistas". Al menos, en la visión de una porción importante de la opinión pública. Para decirlo en palabras más sencillas: Carrió arriesga la destrucción de la República que tanto defiende, en aras de recuperar sus chances electorales. Eduardo Duhalde es quien más conoce esta disimulada realidad. Por eso es que él mismo se ha ocupado de realzar la figura del Vicepresidente Julio Cobos. Sabe que, con ello, logrará desaparecer a la chaqueña de la grilla. En segunda instancia, el hecho de que Cleto mantenga la imagen positiva más encumbrada podría no servirle de mucho: un espectro importante de la opinión ciudadana que lo aprueba, no deja de percibirlo como "el nuevo De la Rúa". Cobos carece de estructura partidaria y sus colegas radicales lo detestan. Su imagen pública está montada solamente sobre su desempate durante la Resolución 125, pero luego nada queda. Y, para colmo, aún subsiste en medio de la encerrona de la Vicepresidencia: ¿cuándo es el mejor momento para renunciar? Nunca lo será. Diana Conti, por su parte, ha sido la encargada de desparramar la propaganda oficial en el espectro de los medios desde que dio inicio la pelea por los fondos y el control del Central. Llevó adelante una patética presentación en el programa de la señal Todo Noticias, "A dos Voces", en la que prácticamente moderó y condujo la emisión y difamó al resto de los participantes, al tiempo que los interrumpía con insoportable cadencia. Ni Federico Pinedo, ni Fernando "Pino" Solanas, ni un bonachón Alfonso Prat Gay hicieron mucho para impedírselo. Pinedo apenas pudo aportar una frase de tres segundos de duración. Prat Gay por poco terminó aceptando la acusación de Conti al respecto de que él, junto con Clarín y Cobos defienden una agenda "sospechosa" -Washington-. Y Pino Solanas volvió a jugar sutilmente para los Kirchner, desviando la discusión y vociferando acerca de la ilegalidad de la deuda externa. Realidad incontestable, pero que no era para tratarse allí. Por omisión, apoyó al gobierno. Por cierto, la oposición no debería contar con Solanas ni sus legisladores si acaso se propusiera convocar a una sesión especial del Congreso para reponer definitivamente a Martín Redrado. "Pino" -insisten las fuentes de rigor- ha arreglado con Kirchner los términos de la pelea, por debajo de la mesa. Casualmente, Solanas fue el único "panelista" a quien Diana Conti se refirió con respeto y hasta con algún elogio. Solo faltó una guiñada de ojos. Un párrafo aparte merece lo actuado por el titular de Finanzas, el marplatense y playboy en decadencia, Amado Aimée Boudou. Se vuelve difícil rebatir que, en gran parte, ha sido él quien cometió el error más garrafal en medio de los intentos oficialistas por derribar a Redrado. Se excedió en los discursos ante los medios y dio por hecho que el Presidente del CenBank se iría sin chistar. Por cierto, la primera torpeza tiene nombre: Fondo del Bicentenario. Y la responsabilidad primaria le corresponde estrictamente a Cristina Fernández, Néstor Kirchner y la Secretaría Legal y Técnica, que no supo prever el tsunami político (salvo que haya sido el objetivo buscado). Pero Boudou fue el ejecutor y agente de campo que dio inicio a la faena con incontables tropiezos. Cobra fuerza una nueva hipótesis, que declama que Aimée es una suerte de agénte provocateur u operador clandestino de las fuerzas ocultas de sectores no identificados, con intereses de estorbarle a los Kirchner la tarea de gestión. Igual que Martín Lousteau, el ex ministro de Economía que fue convencido en Estados Unidos para que promoviera la Resolución 125 y, a partir de esa instancia, lograr un elegante salvoconducto para morir de pie dentro de la Administración Kirchner. Lousteau ganó puntos en su reputación y hoy es incluso más respetado y valorado que cuando se desempeñaba en el Banco Provincia. Incluso ha desarrollado y alimentado un meduloso networking personal desde aquel episodio. Se dice que Amado Boudou persigue idéntico objetivo. Se agravan, pues, los problemas del kirchnerismo: su núcleo duro ahora desconfía de Boudou y ni siquiera es convocado a las reuniones de la mesa chica. El círculo íntimo oficialista evalúa desecharlo, pero el moméntum no podría ser peor: Aimée debería, en las próximas semanas, participar de las negociaciones con los holdouts. Si fuera despedido, la señal sería la peor que podría emitir el gobierno a los mercados. En consecuencia, los títulos públicos se derrumbarían como nunca antes, acentúandose las chances de que la Argentina vuelva a caer en el default. También prevalece el pensamiento al respecto de que los propios errores de Balcarce 50, sumados a operaciones opositoras de bajo nivel, están demoliendo el corazón del poder K, con cada vez menos aliados, recursos y material humano. La propaganda tampoco puede sostenerse con hechos, y causan el efecto contrario en la sociedad. Esta comienza a pedir a gritos que desalojen el rosado edificio, en todo ámbito. Desde luego, un hecho que los medios tradicionales han evitado referir es que la pelea Gobierno-Redrado ya ha arrojado una primera víctima importante: la credibilidad del sistema financiero. Desde el pasado jueves, los bancos privados han reportado una actividad de hormiga de parte de ahorristas que cierran plazos fijos y clausuran cuentas a la vista para pasar su dinero a cajas de seguridad -si acaso encuentran alguna disponible-. La presión sobre el dólar estadounidense ha sido confrontada desde un principio por las políticas de Martín Redrado, pero este detalle se les escapa al matrimonio desagradecido. Ni Mario Blejer (quien ya no asumirá) ni el mismísimo Jesucristo podrán ahora detener la andanada, si los ahorristas decidieran volcarse violentamente a la moneda americana. A estos efectos, debe considerarse que el Banco Central solo dispone de un total de US$25 mil millones para disuadir, dado que el resto de los fondos se encuentra comprometido, precisamente, en obligaciones financieras de índole internacional. A Fernando De la Rúa se le evaporaron cifras mayores en las semanas posteriores al ingreso de Domingo Felipe Cavallo. Sería infantil, cuando menos, eludir consideraciones sobre este dato. En este escenario, la Rosada también ve reducidas sus opciones: ahora que se ha envuelto en una pelea a muerte con Redrado, solo puede prolongarla hasta las últimas consecuencias. Si retrocede, los problemas en la plaza se verán acentuados. Y tampoco puede recurrir a un indisimulado manotazo de los depósitos, pues ello es precisamente lo que Néstor Kirchner ha intentado evitar desde los comienzos: no puede permitirse una huída en helicóptero como debió hacerlo el ex presidente radical. Kirchner concibe la idea de huír solo después de denunciar una conspiración, para luego retornar en la figura de un "salvador". Una corrida echaría por tierra este plan. Con respecto a Amado Boudou y su doble agenda, es ineludible referir que el aparato de inteligencia estatal, hoy a cargo de Francisco "Paco" Larcher y Héctor Icazuriaga, ha fracasado. El Ministerio de Propaganda kirchnerista ha descuidado el frente interno, apostándolo todo a atacar a los outsiders. Un grupo minúsculo de agentes dobles puede hacer trastabillar al gobierno más agresivo y virulento. Como consecuencia de este evidente fracaso "operativo", la paranoia dentro del gobierno está a flor de piel. Nadie confía en nadie y todos desconfían de todos. El núcleo duro del kirchnerismo se reduce y hay escasez de "fusibles": nadie quiere hacerse cargo de sacarle las papas del fuego a una Administración en franca caída. El estado de abatimiento contribuye también a dibujar las fronteras con mejor detalle. Hoy, el "peronismo disidente" se sabe de memoria los nombres de aquellos que no tendrán retorno. Los exponentes más claros: Aníbal Fernández, Daniel Scioli, Agustín Rossi y el nicolense José María Bancalari. Solo Julio De Vido es el que terminará mejor parado, a base del trabajo profesional que viene desarrollando su carísimo bufete de abogados y una serie de conversaciones cada vez más regulares con la oposición. Encuentros que, como es obvio, tienen lugar en el secreto más estricto. A la postre, la pelea por el Central no involucra solo a su Presidencia. Está claro el objetivo de los Kirchner en este sentido: se busca controlar a la institución, eliminando su autonomía, y abriendo las puertas para utilizar sus reservas con la meta de satisfacer los objetivos políticos de los tiempos por venir. Néstor y Cristina están convencidos de que podrán sentarse a negociar con los "disidentes" cuando el sol comience a ponerse. De otro modo, se asegurarán de que los costos políticos y económicos de sus travesuras las pague el próximo Presidente de la Nación, que tendrá un camino con más espinas que cualquier antecesor. El riesgo de que el matrimonio presidencial abandone la Casa Rosada dejando un tendal de deudas impagables y a una Argentina defaulteada y sin reservas, se vuelve hoy más plausible. Para el duhaldismo y la oposición no radical, el dilema se reafirma: permitir que los patagónicos continúen con su estrategia de dejar tierra arrasada y pagar luego las consecuencias, o comenzar a mitigar el problema desde ahora. No es una disyuntiva en la que quisiera encontrarse ningún político. A criterio de la importancia de los temas que ocupan la agenda política nacional por estas horas, quedan como simple anécdota los ataques de pánico y los abundantes estados depresivos que viene acusando la Presidente Cristina Fernández de Kirchner frente a la novela del Central. Por cierto, debe ser difícil para ella no poder viajar tranquila por el mundo, mientras en casa el panorama entra, poco a poco, en ebullición. Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital Política. E-mail: contacto (arroba) elojodigital.com.
Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital