SOCIEDAD: POR EL DR. NORBERTO ZINGONI, PARA EL OJO DIGITAL SOCIEDAD

La intolerancia y los festejos del Bicentenario

Reflexiones del autor en relación a la cercanía del Bicentenario de la República Argentina.

21 de Julio de 2010
¿Qué evocamos en estos "festejos del Bicentenario"? "La memoria y las tradiciones históricas juegan un papel fundamental, bien como referencias positivas evocando acontecimientos gloriosos, o instituciones que funcionaron bien en el pasado y que aportan ejemplos dignos de ser seguidos, o bien como referencias negativas evocando hechos vergonzosos, fantasmas de destrucción, o instituciones que fracasaron estrepitosamente y que indican que deben evitarse", dice la historiadora española Paloma Aguilar Fernández, quien hace poco visitó nuestro país para presentar su imprescindible libro sobre la Transición española (Paloma Aguilar Fernández, Memoria y Olvido de la Guerra Civil Española, Ed. Alianza, Madrid, 1996). ¿Qué referencias positivas o acontecimientos gloriosos o instituciones que funcionaron bien en el pasado estamos evocando los argentinos en este bicentenario? Guerras civiles, golpes de estado, oportunidades frustradas, generaciones perdidas es lo primero que me viene a la memoria. Bueno, está San Martín, Belgrano, ¿no?, me dice alguien. Mire, San Martín, con gran amargura, no quiso desembarcar en 1929 de regreso del exilio al ver las guerras intestinas que se habían desatado en la tierra que él había liberado. Y no le cuento lo que dijo al volverse al exilio. ¿Y Belgrano?, muerto en la indigencia y el olvido. ¿Y Moreno? En el mar. ¿E Yrigoyen? Depuesto. ¿Y Perón? Paseando 17 años los perritos en Madrid mientras en la Argentina eran presidentes Aramburu, Onganía, Levingston, Guido, Lanusse... Entonces, si no se encuentran referencias positivas, "¿qué referencias negativas evocando hechos vergonzosos, fantasmas de destrucción, o instituciones que fracasaron estrepitosamente son las que deben evitarse", siguiendo el razonamiento de la historiadora española. Lo primero: no aprendimos a consensuar, a debatir para llegar a una conclusión común, a contar con el otro, "El pueblo argentino ha demostrado, hasta el momento, poca o escasa capacidad de maduración. El sufrimiento de 2001 no nos hizo madurar como se esperaría de una crisis semejante. Una y otra vez volvemos a abandonar nuestras responsabilidades. (...) Entiendo que hay una responsabilidad muy grande en la dirigencia, que es la que marca el tono de los acontecimientos", dice Roberto Bosca, abogado por la Universidad del Salvador y doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (La Nación, Cultura 5/5/2010). La institucionalización del consenso es, tal vez, el proceso más sobresaliente de la Transición española. Supieron romper una tradición ancestral de enfrentamientos civiles que solían atribuirse a la existencia de una especie de predisposición casi racial a la violencia y a la intransigencia. Las famosas "dos Españas" de Machado. Por eso hizo fortuna esa frase que decía que el "adversario" debía reemplazar al "enemigo", porque con el adversario político se podía dialogar y negociar, mientras que si se seguía percibiendo al oponente como a un enemigo, se reproduciría la Guerra Civil. Un millón de muertos les costó aprender. Volviendo a nuestra historia: no sólo no aprendimos a consensuar y a vivir en comunidad sino, y lo que sería aún más grave: practicamos una tenaz y reiterada intolerancia. Intolerancia que nos impide visualizar al otro, a tolerar al distinto, al que no piensa como nosotros. Dice Umberto Eco (Cinco escritos morales, Ed. Lumen) que la intolerancia es previa y antecede aún a graves hechos como el fundamentalismo, el integrismo y el racismo. Y que, quizá, a estos se pueda criticarlos, y hasta argumentar racionalmente contra ellos. Pero con el intolerante es imposible porque "la intolerancia surge en ausencia de cualquier doctrina, como resultado de pulsiones elementales". Dice el gran pensador italiano que la intolerancia tiene raíces biológicas, y que se manifiesta en los animales como territorialidad, y se funda en reacciones emotivas a menudo superficiales. Los intelectuales no pueden batirse cuando encuentran una intolerancia salvaje ya que en esos casos "el pensamiento se encuentra desarmado". La educación permanente, en especial a los más jóvenes, en la tolerancia a lo diferente, al otro, es la tarea. "Al niño se lo educa a la tolerancia poco a poco, así como se lo educa al respeto por la propiedad ajena...". Porque cuando llegan a adultos-intolerantes es demasiado tarde. Intentar con ellos la tolerancia "es tiempo perdido", concluye Eco. Propongo que en lugar de "festejos del Bicentenario" pasado nos esforcemos en inaugurar el inicio de la construcción de un bicentenario futuro de consenso, de tolerancia, de inteligencia social para construir una sociedad integrada en un país justo. Que merezca ser vivido. Por el Dr. Norberto Zingoni, para El Ojo Digital Sociedad. e-Mail: zingonind (arroba) infovia.com.ar.
Por el Dr. Norberto Zingoni, para El Ojo Digital Sociedad