El kirchnerismo y el montaje de una fiesta que antecede a la cacería de sus más fieles personeros
La manipulación del ahora trillado concepto "Bicentenario" encierra una paradoja: se ha promocionado como un evento "para todos", cuando en realidad su razón de ser tiene como destinatarios a unos pocos. Pero a esta suerte de élite le aguarda un final abundante en tribulación.
21 de Julio de 2010
El festejo por los doscientos años de la Patria debió configurarse como una convocatoria amplia, pero claramente ha derivado en un evento diseñado para pocos.
Al igual que el ejemplo del fútbol y su versión "estatizada", este Bicentenario cuenta entre sus destinatarios a los beneficiarios de un sistema montado sobre la base de una oligarquía estatal y paraestatal que ha usurpado una fecha nacional para celebrar el propio rédito económico que le deparan el manejo de la "caja" e incontables y suculentos negociados.
Es algo así como una fiesta privada cuyos organizadores le enrostran a aquellos que se han quedado afuera del festín. Eso sí: los argentinos hemos sido abiertamente despojados por este gobierno inflado por la corruptela y una intolerable discrecionalidad en el manejo de los dineros públicos, y somos torturados por una virulenta inflación y una violencia criminal récord... pero igual tenemos permitido transitar la Avenida 9 de julio para participar de su desordenado y decadente decorado. El día 25 de mayo contaremos con transporte público gratuito, sin importar que las comidas típicas que ofrecerán los stands de las provincias cotizarán a no menos de veinte pesos el plato. Puede sonar a una invitación para ver los últimos modelos que se exhiben en la agencia oficial Lamborghini.
Dejando de lado los rodeos, está claro que este Bicentenario se trata, ni más ni menos, de la fecha en que el matrimonio Kirchner termina de coronar su visión al respecto de lo idiotas que somos los argentinos en conjunto.
Tal vez, Néstor Kirchner y Cristina Fernández deberían blanquear de una vez por todas los motivos de su algarabía. Deberían reconocer que quieren imponernos una celebración de cara al crecimiento irrefrenable de su patrimonio, los negociados cada vez más numerosos de sus amigos Cristóbal López, Julio de Vido o Lázaro Báez (para nombrar solo a los más conocidos), sus logros a la hora de convertir a la Argentina en una nación ahora consumidora -y no ya solo productora- de drogas y que se ha granjeado la reputación de ser un paraíso para la delincuencia común y el crimen organizado.
Deberían los Kirchner blanquear que han cumplimentado holgadamente con su objetivo primordial, a saber, haber dividido a una sociedad entera. Nos encontramos actualmente en un claro escenario de nación donde impera el "sálvese quien pueda" en cada rincón. En esta compleja obra de teatro que debería darse en llamar "argentino contra argentino", los amigos otrora inseparables ahora se enfrentan entre aquellos que defienden la gestión del gobierno y aquellos que lo critican. Idéntica puesta en escena se da entre los miembros de una misma familia. La expresión que reza "En este Bicentenario no hay nada que festejar" ha mutado no solo en una verdad de perogrullo sino también en una contundente frase hecha. Porque, aún cuando los defensores acérrimos del "modelo" crean que tienen argumento para sostener ideológicamente a la Administración, lo que no podrán negar es que el enfrentamiento de que se habla existe, y que este resulta mucho más agudo de lo que se observaba en los años noventa o en años subsiguientes.
El hecho de que la Presidente de la Nación haya renegado de su rol de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas tras no haber presenciado el desfile militar de rigor pasa a ser meramente anecdótico. No porque el detalle carezca de importancia, sino porque en pocos días se sucedieron episodios aún más graves, siendo la probada ausencia de ex mandatarios en los festejos oficiales el más deleznable. Es en este capítulo del Bicentenario donde se corrobora que el matrimonio gobernante considera a la res pública y al país como una virtual extensión de su patrimonio. Parecieran gritar a viva voz: Aquí estamos nosotros, montando un nuevo escenario para celebrar nuestros propios logros. Nos hemos apropiado de una fiesta nacional para nuestro provecho. Y lo lamentamos mucho si a alguno le provoca molestia.
Lo ignoren o no, a los Kirchner les esperan largos años de malos ratos después de 2011. Los juzgados los tendrán como "huéspedes VIP", pero esta realidad no se aplicará solo puertas adentro, sino que ya puede afirmarse sin temor a error que un número cada vez más creciente de naciones extranjeras darán lugar a la extradición en medio de centelleantes sonrisas, aún cuando no exista tratado. Ni las instituciones financieras de Suiza ni aquellas situadas en paraísos fiscales podrán contener la presión internacional para levantar los secretos bancarios que -por ahora- cobijan los números de figuras de peso en el oficialismo. De momento, estas iniciativas se ocultan bajo el manto de las diplomacias, que jamás despliegan expresiones que puedan generar ruidos entre gobiernos.
Desde luego, los primeros en caer serán los "soldaditos de plomo" del kirchnerismo: aquellos que hoy ostentan rango ministerial y otros que calientan bancas en el Congreso de la Nación. Los santacruceños han puesto a toda la corporación política en alerta: o bien ésta entrega a algunos de sus miembros para someterlos al escarnio público, o bien ve amenazada su propia existencia. Sin lugar a dudas, las peores ideas que han tenido los Kirchner han sido acosar judicialmente a ex funcionarios y ex presidentes, en pro de su propaganda gubernamental. Ellos y sus aliados les pasarán factura. Y quién sabe cómo reaccionarán los ciudadanos, que ya se aprestan para el combate cuando ven que en tal o cual café de barrio se observa la presencia de algún Díaz Bancalari, un Carlos Kunkel o un Miguel Pichetto. El único elemento disuasivo, en estos casos, se ve representado por la custodia. Pero tampoco debe olvidarse que esta guardia, por lo general, proviene del rubro de las Fuerzas Armadas o de Seguridad. Se trata de, al menos, medio millón de votos que aguardan, pacientes, para propinarle un doloroso puntapié al oficialismo en las próximas presidenciales. Quién sabe si después de los comicios, y mediando un escenario social caótico, acudirán al rescate de aquellos que los han vilipendiado y ajusticiado con saña.
Al arreciar las sombras de la noche para los moradores de la Rosada, los empresarios bien podrían comenzar a señalar con el dedo y "escrachar" a los colegas que se han subido al tren del jolgorio estatal durante todo este tiempo. Por su parte, ¿qué harán los periodistas independientes y aquellos que han optado por no arreglar pautas con Balcarce 50? ¿Se atreverán finalmente a publicar los frondosos y pesados dossiers que poseen en sus cajoneras, y que refieren en detalle a los negocios sucios y escandalosos "gustos personales" de funcionarios y, especialmente, de corruptos gobernadores e intendentes kirchneristas del interior? En nuestro caso particular, la decisión ya está tomada. Y por desgracia para los protagonistas centrales de futuros artículos, el dinero no servirá para garantizarles tranquilidad. Precisamente, de lo que se trata es de sentar ejemplos para remitir mensajes a los que los sucederán. Baste decir que tucumanos y chaqueños comenzarán a mencionar a El Ojo Digital de aquí a pocos meses. Los hermanos de estas provincias verán satisfecha su curiosidad al respecto de lo que están haciendo sus líderes. La política debe autodepurarse; de lo contrario, este rol deberá recaer en los medios de corte independiente.
No está de más citar los conceptos vertidos por un respetado veterano de los servicios de Inteligencia con quien, en rigor mensual, mantiene contacto este humilde medio: Los Kirchner idearon los festejos del Bicentenario porque saben que es su última fiesta. Por eso es que han decidido no compartirla con nadie ni invitar a figuras de fuera de su círculo. Si sucedió que se pelearon con Macri, eso no pasó porque el de PRO ninguneara a Néstor. La decisión de no ir a la reapertura del Colón ya estaba tomada. Solo buscaban las excusas que les sirvieran para victimizarse.
Por qué no citar un ejemplo que sirve para ilustrar el cuadro de crispación social imperante. El pasado día viernes, en ocasión del trámite del nuevo DNI en uno de los tres camiones dispuestos para tal fin en la Avenida 9 de Julio, ante la demora y la impericia de los extremadamente ineptos empleados del Ministerio del Interior, muchos ciudadanos impacientes comenzaron a proferir amenazas contra el personal y por momentos parecían aprestarse para un espontáneo linchamiento de los responsables del maltrato. Y, cabe aclarar, aquellos lo hubieran merecido. Los propios empleados de pacotilla del ministerio se granjearon ingentes cuotas de odio, burlándose de aquellos que esperaron por horas bajo la llovizna (inclusive ancianos), al tiempo que los informaban de mala gana y con recalcitrante soberbia. Los insultos contra el propio Aníbal Fernández y la figura de la Presidente de la Nación se acumulaban. La instantánea no pasó a mayores por obra y gracia del milagro. Pequeñas muestras gratis de lo que seguramente sobrevendrá. En medio de la escena, vale reflejar que en ningún momento hubo conflictos entre los ciudadanos presentes. En más de una ocasión, hasta parecían ponerse de acuerdo para incrementar los decibeles de los insultos, y no faltó quien propusiera -a viva voz- dar inicio a la batahola. ¿Sospecharán los Kirchner, en este caso, de un nuevo complot? Más les vale tomar nota de estos detalles porque, si acaso terminaran de gatillar un desmadre social generalizado, lo cierto es que su propia seguridad difícilmente se vería garantizada. La lectura correcta para este mensaje es clara: no sería extraño que los pilotos del helicóptero presidencial se "tomen su tiempo" para asistirlos en la operación de salvoconducto...
Dicho sea de paso, encontrándonos in situ, algunos columnistas de El Ojo Digital nos dedicamos a organizar una pequeña encuesta, bajo la prerrogativa: "De encontrarse Ud. cara a cara con Aníbal Fernández en un espacio público, ¿qué le preguntaría?". Las respuestas fueron contundentes: los encuestados nunca utilizarían la vía oral para dialogar con el insufrible ministro. Todos propusieron pasar inmediatamente a la acción.
A buen entendedor....
Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital Política.
e-Mail: contacto (arroba) elojodigital.com.
Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital Política