POR SANDRA LUSTGARTEN, PARA EL OJO DIGITAL: SOCIEDAD - SEXOLOGIA Y RELACIONES

No hay tristezas ni olvido

"Dejé junto a mi almohada un paño húmedo de lágrimas, fueron esas tristezas que aún tengo en el alma, esas palabras entrecortadas que no decían nada, un silencio eterno que me pareció un siglo; un dejo de extrañeza se me hundió en el alma..."

21 de Julio de 2010
"Y busqué la causa, pero el mismo vacío me invadió y no supe nada más. Me quedé con la vaga impresión de tu huída, un abandono casi inesperado después de tanta pasión, de tanta entrega de amor...". Ya no hay tristezas ni olvido, sólo un reflejo en mi ventana de ese día que apoyaste tu cabeza en mi almohada y tu imagen se imprimió en el vidrio. Te dormiste rodeado entre mis brazos mientras yo suspiraba. Ya no hay tristezas, todas se amontonaron en un vagón de tren y viajaron discretas al País del Nunca Jamás. No hay tristezas porque todas quedaron en suspenso, se fueron mitigando teñidas por la bronca, si alguna vez te hubiera podido decir sobre mis sentimientos, cabría la esperanza de un perdón dolido, pero igual que un fantasma el eco del silencio y una imagen pérdida se fue para no volver. No hay tristezas, te las has llevado todas, me dejaste el sin sabor de la falta de respuestas, una puerta entreabierta que no cerraste, quizás por desconfiado o por debilidad. No hay tristeza , ni olvido, porque no puedo olvidarlo, no es el ausentismo, sino la forma, espero el milagro de que te vuelvas humano y devuelvas mis tristezas. Llega un momento en la vida de una pareja donde el cúmulo de conflictos es insostenible. Cuando ya no hay tristeza, sólo un pesar que fuerza a continuar con la relación por motivos ajenos al amor; no hay olvido y la relación se torna imposible. Las cuestiones que fueron desequilibrando siguen siendo causales de disputa, no se llega a generar acuerdos, no se mitigan los planteos. Todo empaña la relación; es esa obligación de continuar para no dar el brazo a torcer. Sin embargo, la indicación más lógica es desengancharse, evitar lo patológico de la pelea, y darse cuenta que ya ni la tristeza es la herramienta que une, nada más que perder el tiempo, la vida misma y esto es mucho, el costo es demasiado caro. Las oportunidades pasan y se tambalean en la irresolución, una brecha infinita hacía otro modelo que revitalice y llene de salud mental. En algún momento, invadió todo terreno la tristeza, una especie de sensación de fracaso y falta de energía, la sensación de que el barco se hunde y nadie puede salvarlo y uno se va hundiendo con el barco, pero en determinado momento ya no queda ni el deseo de seguir agonizando, sólo queda el camino del olvido que se vuelve intransitable cerca de una persona que ya no es más amada como antes. Alguno debe salirse, alguno de los dos debe reconocer que ya no hay más espacio, no hay más tiempo que perder, que aparecerán nuevos recuerdos de momentos felices, que vendrán nuevos tiempos después del dolor, se reconocerán nuevamente autónomos no como partes o apéndices del otro, la libertad provocará una sensación de desahogo que vale la pena encontrar, una sensación de paz olvidada que dará calma. No hay tristezas que recriminar, ni injusticias que reclamar, la verdad está sobre la mesa, no queda nada por salvar más que a uno mismo, antes que sea demasiado tarde. No importa que ya no quede la tristeza de un fracaso, es una buena señal, es la proximidad a la despedida, no importa que no hay olvido, la falta de olvido y los recuerdos latentes de momentos ingratos son los que fortalecerán la decisión tomada. No se puede pasar a otra cosa mientras en la cabeza sigue algo ligado a lo que nos hace mal, desembarazarse de todo aquello que no permite entre algo nuevo, algo positivo, que genere vida, que arrime al placer y no al dolor, que permita crecer y recuperar el tiempo pasado que siempre es tiempo perdido, pero recuperarlo fortaleciendo el futuro, el devenir con los mejores augurios. Por la Lic. Sandra Lustgarten -Psicóloga sexóloga-, para El Ojo Digital Sociedad - Sexología y Relaciones. e-Mail: sandramutch2003 (arroba) yahoo.com.ar.
Por Sandra Lustgarten -Psicóloga y Sexóloga-, para El Ojo Digital Sociedad