¿Se confirmará el encuentro privado entre Julio Cobos, Néstor Kirchner, Carlos Kunkel y Horacio Verbitsky?
Suele definirse a la política como "el arte de lo posible". Pero tal vez sea más preciso recurrir al popular refrán que reza que, en ocasiones, la realidad supera a la ficción. Cumple El Ojo Digital en advertir a los analistas políticos que el presente material no es apto para personas sensibles o impresionables.
21 de Julio de 2010
Es cierto que aún resta un largo y escarpado camino por recorrer hacia las elecciones presidenciales de 2011, inicialmente pautadas para octubre. Se recurre a este aperitivo verbal en función de que -según se reporta- Néstor Carlos Kirchner de ninguna manera aceptará desdoblar las elecciones nacionales de las distritales. Está decidido a anclar su destino perdidoso al de sus otrora aliados. Estos antiguos socios políticos -habráse visto semejante "descaro"- pretenden despegarse y abandonar a su suerte al esposo de la Presidente de la Nación. Han optado por acompañarlo, pero solo hasta las desvencijadas y herrumbradas puertas del cementerio.
No obstante, y aún cuando falte mucho para conocer la identidad no solo del próximo presidente, sino también la de aquellos que competirán, las novedades y los primeros datos de interés comienzan a caer sobre el teatro de operaciones político.
La incandescencia del trascendido bien podría sorprender a más de un lector o analista desprevenido. Pero -sin sombra de dudas- vendría bien que alguno de los protagonistas se ocupara de desmentirlo. Porque ya son fuertes las versiones que refieren a un encuentro de carácter en extremo privado que habrían sostenido hace no más de tres semanas -en los aposentos de cierto hotel céntrico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires- el Vicepresidente Julio César Cobos, Carlos Kunkel, Horacio Verbitsky y el inefable y falsamente todopoderoso Néstor Carlos Kirchner.
La presente es una historia que pide a gritos ser contada, aún cuando no pueda colorearse con el pincel de los detalles. Y -como el lector se habrá percatado a estas alturas- los personajes de esta historia son (a excepción del Vice, claro está), ni más ni menos, los ases de la "mesa ratona" del oficialismo. Para hacer honores al analista y escritor multipropósito y todoterreno Jorge Asís.
Suena a verdad de perogrullo reportar que el ideólogo del encuentro secreto habría sido el ex presidente y esposo de Cristina Fernández. Y de este mitin surrealista jamás podrían ausentarse Kunkel -Secretario Legal y Técnico y auténtico monje negro de la Administración- ni Verbitsky -alias "Rasputín" (aunque el apodo lo saque de sus casillas)-. Otorguémosle a Horacio un nickname más benevolente: refirámonos a él de aquí en más como el "cancerbero" del kirchnerismo. Ilustrando, de paso, a nuestros visitantes sobre el concepto: el cancerbero era un feroz perro dotado de tres cabezas que desempeñaba el rol de custodio del Infierno o Hades en la mitología griega. Hijo de Equidna y Tifón, observaba un apetito voraz y colmillos filosos como cuchillas. Negro azabache era su pelaje y carecía de cola, reemplazada por una serpiente brava y sibilante. La misión del Cerbero estaba bien definida: evitar que los muertos escaparan del flamígero reino, y hacer de guardián para que los vivos no pudiesen ingresar. Poderosa pero efectiva metáfora para describir a esa construcción política que representa el oficialismo.
* * *
El todavía Vicepresidente de la Nación había llegado al establecimiento hotelero con aire curioso. ¿Para qué había Néstor Kirchner solicitado aquel encuentro? No habría sido mayor la sorpresa del mendocino cuando el patagónico se hizo presente, flanqueado por sus operadores favoritos. Lejos de verse intimidado, Cobos habrá pensado: "Si vino con todo lo que tiene, es porque necesita algo desesperadamente".
En efecto, más que una propuesta, el mandamás del gobierno pareció pedir un cara a cara con el Vice para recordarle algo puntual: "Cleto, vos vas a ser el próximo Presidente en 2011". El Cancerbero y el Monje Negro -imperturbables- intentaron no reflejar emoción alguna en sus pétreos rostros. La necesidad del encuentro obedecía a otros objetivos, claramente más importantes que la frase que acababan de oír.
El mendocino no esbozó palabra. Lo que es más: por un momento pareció que se le hinchaba el pecho. Se produjo una pausa, y Néstor prosiguió:
-Vengo a proponerte una tregua. Ninguno de los muchachos te seguirá tirando palos. Tampoco lo harán Pichetto ni Díaz Bancalari, ni ninguno de los nuestros en el Congreso.
Cobos no mantuvo la mirada. Seguramente, habrá recordado los recientes ataques del legislador rionegrino en el Congreso, pidiendo a gritos su renuncia a la Vicepresidencia de la Nación. Otros -a coro y con dedo acusador- lo tildaban de traidor. En forma de flashes, aquellas imágenes poco felices desfilaron rápida pero ruidosamente por la cabeza de "Cleto". El de Cuyo pareció querer sacudirse de su mente esos pensamientos. Finalmente, replicó con una pregunta:
-¿Qué es lo que me están proponiendo?
Verbitsky y Kunkel intercambiaron dubitativas miradas. Néstor Kirchner resopló, retomando la palabra:
-Mirá, no tiene sentido seguir con esta pelea. Nosotros te dejamos tranquilo, así podés trabajar en tu campaña. Lo único que te pido es que renuncies a la Vicepresidencia apenas te lances.
Probablemente, Julio César Cobos optara -en ese momento- por abandonar esa clásica credulidad de hombre del interior, que tan bien lo caracterizaba. Reflexionó para sus adentros: "Acá hay gato encerrado. Parece que estos no ganan nada con lo que me vienen a proponer. Total, yo iba a tener que renunciar tarde o temprano".
Se produjo un nuevo silencio. Con la diferencia de que este pareció extenderse por horas. Replicó el de Mendoza:
-Me da la impresión de que hay algo más. No puede ser que me llamaran para esto solo. A ver -desafió-: ¿qué más me van a pedir?
Comprendió Néstor que había que tomar al toro por las astas. Había llegado el momento del blanqueo. Se aclaró la garganta y luego -con voz firme- encaró:
-Mirá. Acá lo que importa es no armar quilombo. Cuando ganes, no sigamos con esta historia de investigar al que se fue. Acá tiene que quedar todo ordenadito. La gente va a querer que todo prosiga su marcha...
Envalentonado, el Vice se sintió con la discrecionalidad necesaria como para pedir detalles: -¿Y eso qué quiere decir?, disparó.
-Es muy poco lo que te pido. Cuando ganes, dejame seguir con los negocios y yo no te hincho las pelotas. La tregua arranca ahora y después de que Cristina te ponga la banda, la renovamos. Dejalo a Cristóbal laburar tranquilo. Lo mismo a Lázaro. Incluso, si necesitás una mano, vas a tener todo nuestro apoyo.
-Me parece bien...
* * *
Huelga decir que Néstor Carlos Kirchner se guardó para sí lo más jugoso, y se trataba precisamente de aquello que jamás reconocería en forma pública. Si el año entrante, Julio César Cobos se convirtiera en el próximo presidente, para el santacruceño y su señora sería muy sencillo removerlo del poder. Por un lado, la herencia recibida por el próximo primer mandatario -quienquiera que sea- cobrará la forma de un lastre demasiado pesado. Al sinceramiento de las tarifas congeladas de los servicios públicos habrá que sumarle idéntico ejercicio para el INDEC que -con todo lo que ello implica- terminará debiendo reconocer una inflación anual superior al 40%. A partir de aquí, todo se disparará inexorablemente. Dólar. Costo de vida. Precios de alquileres. Precios de venta de propiedades inmobiliarias. Habrá escasez de productos básicos. El crédito seguirá brillando por su ausencia, con lo que se retraerá el consumo. La dinámica del sistema hará ver al nuevo presidente como el culpable del caótico escenario, aún cuando quienes prepararon el explosivo cóctel -claramente- habrán sido los Kirchner.
El esposo de Cristina necesita de un Julio Cobos ganador para luego quitarlo rápidamente de la ecuación. Jugarán en contra del mendocino la economía de guerra heredada y la auspiciosa matriz de negocios kirchnerista, que el propio Néstor se ocupará de hacer marchar a toda máquina para activar y motorizar el "Operativo Mesías". El cónyuge de la actual Presidente de la Nación juega hoy a ser Carlos Menem, con la diferencia de que -en la previa de 2003- allí estaba Eduardo Duhalde para hacer las veces de "volante tapón". Hoy, ese rol se encuentra vacante.
Si Cobos se alzara victorioso en las próximas Presidenciales, el tándem patagónico tendría todo listo para los festejos. Volverían con todo, con Hebe de Bonafini, Emilio Pérsicco, Luis D Elía y los grupúsculos de "derechos humanos" a la cabeza, para una celebración sin fecha de caducidad.
Sin embargo, conviene aquí detener la cinta y rebobinar, a los efectos de evitar extraer conclusiones precipitadas.
El capítulo que sigue al encuentro descripto en este artículo debería dar lugar a una desmentida de parte de sus protagonistas. En primer lugar, el Vicepresidente debería brindar las explicaciones del caso porque -a simple vista- quedaría en evidencia su acto de traición para con sus correligionarios radicales y de otras fuerzas.
¿Conocerá los prolegómenos del caso Rubén Giustiniani? El socialista está llamado a ser quien complete la fórmula presidencial junto a Cobos. ¿Y qué sucederá con Ricardo Alfonsín y Margarita Stolbizer, esta última del Acuerdo Cívico? Ellos corporizan la alternativa de la nueva alianza de centroizquierda para llegar al Gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Pero, ¿acaso estarán enterados del mitin entre su socio político y el núcleo íntimo del kirchnerato?
Por su parte, ¿qué opinión acercará Elisa Carrió sobre el tema? La chaqueña, finalmente, tiene pensado explotar su buena imagen entre los porteños para disputarle a Mauricio Macri la Jefatura de Gobierno. Pero sus expectativas se verían derribadas cual castillo de naipes si sus asociados fueran pescados in fraganti negociando con el oficialismo por debajo de la mesa. La opinión pública no verá otro camino que percibir a todos ellos como inquilinos "de la misma bolsa". Se los verá, sin dudas, como una suerte de nueva Alianza, predestinada al fracaso.
Vale la pena reconocerle a Carrió cierta dosis de visión. Hace no muchos meses, ella ya había denunciado un pacto UCR-kirchnerismo en el Congreso, a los efectos de que la Casa Rosada no viera destruídas sus ambiciones de poder prematuramente. ¿Volverá Lilita a poner el grito en el cielo, a partir de las acciones clandestinas de Julio "Cleto" Cobos?
En medio del maremágnum, probablemente muy pocos analistas políticos se percaten de la señal de mayor relevancia que devuelve como resultado este escenario, a saber, que Néstor Carlos Kirchner ya se sabe perdedor en 2011. Hoy por hoy, todos sus movimientos de corte maquiavélico se orientan simplemente a sembrar desconfianza y desasosiego entre sus enemigos políticos. El marido de Cristina sabe que pierde, pero ya eligió el mal menor: caer derrotado con el Vicepresidente de su mujer. Inaceptable sería -para él- que Eduardo Duhalde se alce con la Presidencia de la Nación.
Emergen -igualmente importantes- otras consideraciones. El encuentro privado entre Kirchner y Cobos viene a representar todo un mensaje para Daniel Scioli y otros adláteres de la obsecuencia: el "Jefe" no tiene problema alguno en remitir a los leales al basurero, la hoguera o los tribunales, con tal de salvar la propia ropa. Nuestro medio ha invertido un tiempo más que valioso en revelarlo.
Se precipitarán todo tipo de pestes sobre Miguel Angel Pichetto, José María Díaz Bancalari, Ricardo Jaime, Luis D Elía, Ricardo Echegaray y Aníbal Fernández, para contabilizar a unos pocos.
Algunos de los mencionados ya marchan camino de Comodoro Py. El resto les seguirá el paso próximamente, pues las carpetas que preparan los arietes de Carrió serán complementadas en su oportunidad con los amarillentos documentos que el propio Néstor aportará en relación a lo que han venido haciendo sus consabidos monaguillos. Kirchner los utilizará como moneda de cambio, con el objetivo de ganar orificios de impunidad y -por sobre todo- tiempo.
En el caso de Aníbal Fernández, de nada le servirá a este funcionario acumular ingentes cuotas de poder en los aparatos de Inteligencia y seguridad, por una razón tan categórica como elemental: las bases no le responden. El destino de Fernández ya está sellado, siempre y cuando el propio Néstor Carlos Kirchner no se decida a ponerle un moño primero. Aquí entran a jugar las paranoias propias y ajenas: ¿quién traicionará primero a quién? El nombramiento de Héctor Timerman en Cancillería y su elección como el nuevo "interlocutor twittero" de Balcarce 50 no es casual. El mensaje es contundente y llega con la fuerza de un recto a la mandíbula: nadie es imprescindible.
Han quedado atrás los tiempos de cautela para aquellos legisladores y funcionarios que aún responden ciegamente a los santacruceños. Antes bien: deben tener miedo, mucho miedo. Porque tampoco es obra de la coincidencia divina lo sucedido con Alejandro Rossi, hermano de Agustín. El primero fue expulsado y sometido al escarnio, en la forma de un vulgar chivo expiatorio. Todo ello, en función de los fracasos que ha observado recientemente el oficialismo en el parlamento ante una voraz oposición.
El denominado "peronismo disidente" o "peronismo anti-K" tiene sus propios problemas. Eduardo Duhalde se encuentra de gira por España, mientras en los días previos se ha ocupado de presentar -en cuentagotas- a los integrantes de un futuro gabinete. Así fue con Martín Redrado, ex titular del Banco Central. Lo propio se ha hecho con Roberto Lavagna -posible Jefe de Gabinete de Ministros-, quien se subió al avión para acompañar al hombre fuerte de Lomas de Zamora a la Península Ibérica. Rodolfo Terragno bien podría ocupar la cartera de Ciencia y Tecnología. A Carlos Ruckauf -se rumorea- le sería reservado un puesto de importancia en el servicio exterior. El Ministro de Defensa podría ser el radical Horacio Jaunarena, y a él le tocará lidiar con los desparpajos heredados de la ex combatiente guerrillera Nilda Garré. ¿Se expone el de Lomas con una actitud prematuramente triunfalista?
Sin embargo, las huestes de la militancia peronista que optaron por abrazarse a Duhalde no dejan de efectuar reparos a la construcción. Algunos señalan con el dedo a ciertas figuras del elenco, por representar fielmente a la "vieja política". Carlos Brown -aspirante por el duhaldismo a la intendencia de San Martín- es uno de los cuestionados: muchos se preguntan socarronamente cuáles han sido los verdaderos beneficios que ha dejado al municipio y a la gente su paso por la función pública entre 1987 y 1991 -si acaso los hubo-. Se polemiza también sobre la presencia de viejos legisladores que han llegado al espacio, cobijados bajo la figura de sus hijos para llegar sin hacer demasiado ruido y así poder pasar desapercibidos. Como si tuvieran algo que ocultar. Y de hecho, alguno lo tiene: ahí está el caso del veterano congresista -comprometido en un sonado caso de corrupción- quien perdió la senaduría y se tomó a golpes de puño en pleno acto en Mar del Plata con el aparente "ideólogo" de aquella movida, en 2009.
Por lo demás, Kirchner también se esmera para ingeniar ese "abrazo de oso" con el cual aprisionar a los peronistas rebeldes del conurbano. Les ha mandado prometer que, si juegan en la interna, les sacará de encima el pesado yugo que representan los candidatos piqueteros y aquellos provenientes del ala derechohumanista. Una trampa mortal con la que los arquitectos de la Rosada tienen mayormente en la mira por estas horas al tigrense Sergio Massa.
Los sucedáneos del affaire Cobos-Kirchner-Kunkel-Verbitsky dejarán abundante tela para cortar en los medios, y ciertamente podrían esperarse algunas declaraciones cruzadas.
En cualesquiera de los casos, se observa que Néstor Kirchner y Cristina Fernández hacen las veces de ratones presos en su propio laberinto. Pero lo que caracteriza a esa construcción es que no le fue diseñada una salida. Pese a ello, y mientras se esfuerzan por provocar el mayor daño posible, tratan de fabricarse una vía de escape mordisqueando frenéticamente las paredes.
Tal vez, solo para encontrarse luego con muros de un grosor superior.
Por Matías E. Ruiz, para El Ojo Digital Política.
e-Mail: contacto (arroba) elojodigital.com.
Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital Política