Autogolpe en Macondo
“Cabe preguntar qué vale más, si aquellos años de guerra abierta, cruel pero varonil, o los presentes de asfixia moral, de lepra sorda, de cobardías y de sensualismos de camastros” (Leopoldo Lugones)
04 de Octubre de 2010
En función de un análisis de los escenarios posibles y, sobre todo, de la personalidad de los Kirchner y del imperio económico que han sabido forjar, hace mucho tiempo que sostengo que no podremos desalojarlos del poder ni siquiera con votos.
Hasta ahora, quienes criticaban esa postura me exigían que, también, describiera a qué artilugio podrían recurrir para postergar las elecciones, convencidos de su derrota y del muy amargo fin de fiesta que les traerían aparejado; un caos provocado en las calles, y la declaración del estado de sitio para contenerlo, me parecían la alternativa más probable. En esa ecuación, obviamente, introducía a D’Elía, a Pérsico, a Esteche (Quebracho) y, en los últimos tiempos, a Milagro Salas.
Esta mañana, sin embargo, creo haber encontrado otro camino, menos obvio en cuanto a la atribución de su autoría, que podrían recorrer don Néstor y su corte de energúmenos para conseguir el mismo objetivo dilatorio.
Es, casi, un dogma la aseveración que dice que los argentinos sólo reaccionan cuando les tocan su órgano más sensible, el bolsillo. Pese a que no hubo protesta masiva alguna cuando fueron confiscados los ahorros privados en las AFJP’s, puedo compartir ese dogma y, sobre él, este nuevo artilugio que creo haber descubierto se torna más factible.
Como nos explicó Diego Cabot en su columna de ayer en La Nación, (http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1310460) las tarifas de la energía y del transporte requieren, para mantenerse en el nivel actual, de ingentes subsidios que el Estado dejará pronto de poder pagar; cuando eso suceda, se verá como se multiplican por tres esos precios. Y eso no incluye, naturalmente, a las inversiones que se requieren –US$ 4.500 millones anuales, durante 15 años- para que la oferta energética permita y acompañe el crecimiento de la economía.
Por lo demás, un dólar cuyo precio en pesos aumenta cinco veces menos que la inflación –esa que no existe, según don Amadito- más temprano que tarde atentará gravemente contra las exportaciones mientras, contemporáneamente, detendrá el crecimiento por la fuga de capitales y por su destino a la inversión no productiva (ladrillos), la única que, en el imaginario popular, permite poner los ahorros a salvo de las desmanejos de los gobiernos.
Entonces, ¿podría estar pergeñando don Néstor un nuevo “rodrigazo” como detonante del caos que necesitaría para ganar tiempo antes de la derrota anunciada?
Quienes vivimos ese momento de la historia económica argentina –los anuncios de Celestino Rodrigo. Ministro de Economía de Isabel Martínez de Perón fueron realizados el 4 de junio de 1975- recordamos claramente la enorme reacción que produjeron, encabezada por una CGT que se había transformado, en los hechos, en opositora por la presión de sus bases, que veían la insensata licuación instantánea de sus salarios.
Pero algunas cosas, fundamentales, son diferentes hoy. Ni Néstor ni Cristina son personajes débiles, como era la viuda de Perón, y Moyano no puede ni quiere transformarse en opositor; un oportuno llamado incitador desde Olivos a Comodoro Py podría trasladar sus huesos a la cárcel, compartiendo causa y celda con Zanola y los implicados en la mafia de los medicamentos y en los saqueos a las obras sociales.
La CTA, también por obra y gracia del tirano de Olivos, está inmersa en un proceso de fracturación que, al menos, le impediría resistir unida a u sinceramiento instantáneo de la economía.
En resumen, no parece que haya, actualmente, alguna organización que pudiera provocar, con su protesta, la salida del Gobierno, ni existe un paso intermedio, como fue la expatriación de López Rega.
¿Es factible, hoy, un escenario de ese tipo? No tengo, en absoluto, certeza alguna al respecto, pero me parece que podría transformarse en el detonante o la chispa que generara ese caos al que hice referencia, que serviría de excusa para dar un auto-golpe a los Kirchner.
Esta misma semana, el amigo don Rafael Correa acaba de poner en escena una obra teatral similar; si bien García Márquez imaginó a Macondo en Colombia, América Latina completa podría ser su ubicación. Usó una mera protesta salarial de los policías de menor rango para transformarla en un conato de golpe de estado, con tentativa de magnicidio incluida.
Ese montaje –casi una obra de arte, televisada en directo para el mundo entero- no sólo sirvió para galvanizar a sus fieles sino que le permitió obtener un respaldo internacional a la falsa democracia ecuatoriana, y un salvoconducto para intentar profundizar su propio “socialismo del siglo XXI”, que comparte con Chávez, Ortega y Evo Morales.
Que Santos, Piñera, Mujica y Alan García se prestaran a participar de la farsa habla muy a las claras de la incontenible presión intelectual de las izquierdas retrógradas y populistas sobre la racionalidad y la institucionalidad de los regímenes verdaderamente democráticos y representativos. Sólo Lula se abstuvo de confirmar, con su presencia, la mascarada; básicamente porque, siendo un hombre de izquierda pero moderno y sensato, no quiso convalidar esta payasada.
Los Kirchner, que son más incorregibles que lo calificado por Borges, están viendo caer, día a día, los personajes que integraban su altar, doméstico e internacional. Chávez perdió nada más que las mayorías especiales sólo porque amañó la ley electoral y sus circunscripciones para beneficio propio; de todas maneras, su caudal propia ha mermado en forma importante.
Sin embargo, el mismo Chávez derrotado anunció ayer, en su programa “Aló, Presidente”, más expropiaciones y la entrega de armas a sus milicias populares. ¡Qué tentación para don Néstor!
Yasky, con su derrota ante Micheli, preanuncia qué sucederá con Moyano tan pronto el sol kirchnerista deje de enviar sus benéficos rayos monetarios a los sindicatos, y el Conurbano y sus barones han comenzado a decir ‘no’ a las pretensiones de Olivos de implantarles listas colectoras en sus distritos, mientras algunos gobernadores –hasta el manso Capitanich- ya piensan en dividir las elecciones para no ser arrastrados por la impopularidad de la parejita imperial.
El Palacio de Justicia –ese que Bonafini confundió con La Bastilla- ha puesto un freno cierto a las aspiraciones de don Néstor; si éste quiere implantar su tiranía, deberá recurrir a otros métodos, no republicanos. Y Comodoro Py puede transformarse, en breve plazo, en otra fuente de inquietudes graves para el matrimonio imperial y sus cómplices.
El propio Parlamento, que sancionó una Ley de Protección de los Glaciares a contramano del Gobierno, dio una muestra muy clara de la falta de convocatoria que ya tienen las misiones mesiánicas de Olivos.
Don Aníbal, ese malevo de pacotilla al que algún fiscal debiera imputar por sus agravios a los ministros de la Corte, la gran madre y todos los demás, sólo hablan cuando Kirchner los manda, y es obvio que el mandato llegó esta semana, cuando en Olivos se convencieron de la imposibilidad de contar con un grupo Clarín desmembrado antes de las elecciones. Como esa es, a los ojos de don Néstor, la gran batalla por la supervivencia, recurrirá a otros artilugios, tampoco republicanos y, me temo, más violentos.
La pólvora de todos los cañones susceptibles de ser disfrazados de institucionales se ha mojado, y eso hará que se recurra a otras armas, en todos los terrenos. Ya se desconocen fallos de la Corte, se da refugio a los asesinos, se organizan marchas para desestabilizar al Poder Judicial, se paraliza al Congreso, se insulta descaradamente desde los medios oficialistas, se paralizan industrias de propietarios rebeldes, se reescribe la historia, ¿qué más?
Para completar ese cuadro, resta imaginar cómo será la reacción cívica ante las agresiones que los Kirchner continuarán consumando diariamente a una democracia tan endeble como la nuestra. ¿Nos mantendremos en esta apatía generalizada que les ha permitido llegar hasta aquí? ¿Seguiremos permitiendo este cúmulo de arbitrariedades? ¿Cómo explicaremos a nuestros hijos y nietos que, cuando la República estaba en juego, nos quedamos cómodamente en casa, mirando la realidad por televisión?
Por el Dr. Enrique Guillermo Avogadro -Abogado-, para El Ojo Digital Política.
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Por el Dr. Enrique Guillermo Avogadro -Abogado-, para El Ojo Digital Política