El verdadero David Nalbandian
Imperdible radiografía de la personalidad del tenista cordobés David Nalbandian. Por Germán Beder, Perfil.com.
04 de Octubre de 2010
No se escribirá en esta nota sobre el David Nalbandian tenista, el jugador respetado por todos sus pares y uno de los cinco mejores de la historia argentina. Se escribirá sobre el hombre que basurea compañeros, ridiculiza periodistas y minimiza entrenadores. El que se fue de Lyon mientras el equipo argentino de Copa Davis, ya sin chances, cerraba 0-5 con Francia, el que dos días antes había desautorizado al capitán, Modesto Vázquez, sobre una decisión que habían tomado en conjunto, el que siempre hace lo que quiere y nadie le dice nada.
Porque las actitudes recientes del cordobés no son nuevas: cuando Alberto Mancini estaba a cargo del grupo, también hacía la suya. Lo ignoraba en los entrenamientos, le faltaba el respeto ante la vista de cualquiera y lo influenciaba sobre los hombres que debía poner en cancha. Juan Mónaco le decía “marinero” a Mancini porque el verdadero capitán no era él, si no Nalbandian.
De ese Nalbandian tratará esta nota. Del que quería ir a jugar la final de la Davis 2008 a Córdoba por el dinero que se llevaba y no sólo por el amor a su tierra. Esa vez les habría dicho a sus compañeros que, en caso de que todos apoyaran al Orfeo como sede, él conseguiría un sponsor (el banco de la provincia) gracias al cual iban a repartir 500 mil dólares para cada uno. Omitió el detalle que para su cuenta, en realidad, irían tres millones más…
En Mar del Plata se terminó de conocer el otro costado de David. El costado oscuro. Maltrató sin piedad a Juan Martín del Potro desde que el tandilense se sumó al grupo, influyó para que no sea convocado Guillermo Cañas, exigió privilegios absurdos (ante una oferta de Chandón para ser sponsor pidió quedarse con más de la mitad de las ganancias) y terminó peleado con todo el mundo. Las similitudes con Lyon 2010 están a la vista. En Francia el maltratado fue Vázquez y, el perjudicado, Mónaco. “La convivencia siempre es difícil con un tipo así”, sentenció, por lo bajo, un integrante, post eliminación.
Maldita prensa. La relación de Nalbandian con los medios siempre fue un punto de desencuentro. Más allá de que, desde hace ya un buen tiempo, el trato haya mejorado gracias a la incorporación de un jefe de prensa. Por algo ganó el premio Limón en Roland Garros 2004, que distingue al jugador con peor carácter del circuito.
El asume la situación: “Soy bastante difícil, por carácter, personalidad, temperamento, ponele como quieras. Yo soy un tipo normal y quiero tener mi tranquilidad. Y los periodistas sienten que los tenés que atender cuando ellos quieren, a la hora que ellos quieren y las veces que ellos quieren. Ahí choco. Por culpa de eso nunca me terminaron de conocer cómo soy en realidad. Al periodismo nunca lo conformás con una nota. Es difícil tener contentos a todos” (LNR, 1/9/2009).
Uno que no terminó contento fue Alejandro Coccia, quien cubrió para ESPN Wimbledom 2008 y casi lo trompea. Su historia resume muchas otras. “Durante la primera rueda, ya todo fue para mal, porque de los 15 tenistas latinos que había, 14 dieron notas para el canal, salvo David. Pero el día que lo eliminaron fue el peor. Le pregunté si lo habían afectado los problemas físicos, un modo que, de alguna manera, pudo haberlo ayudado a justificar la derrota, y lo tomó a mal. Me dijo: ‘Eso es una opinión tuya’. Y luego, todo ‘sí’, ‘no’, displicente, con las patas arriba de otra silla. Nunca en mi carrera me había pasado querer cagar a palos a alguien. Yo puedo entender que un deportista no quiera darme una nota. Lo que no puedo aceptar es que me tome de tonto”, recuerda el periodista.
Con toda esta descripción del personaje hecha, podrá comprenderse mejor la tensión que se sintió en Parque Roca el 20 de septiembre de 2008, día que un cronista ruso decidió, sin preámbulos, consultarle por un aparente sobrepeso. Luego de un pequeño murmullo intervino la traductora que, aterrada, amagó con censurar la consulta. Al final le preguntó; un par se rieron. Nalbandian miró al auditorio buscando sospechosos, y contestó: “No estoy gordo. Me siento bien así”. Ya no hubo espacio para consultas extranjeras.
Mejor estar solo. Cada vez que juega Copa Davis, Nalbandian sufre: por su patriotismo irrefutable y por la simple razón de que allí debe trabajar en equipo. David sólo confía en él. Si pudiera disputar más de tres puntos en cada cruce, lo haría. “Salvo excepciones, ha reducido verbalmente a todos sus compañeros”, comenta una fuente cercana al equipo. No le importa lo que digan ni lo que piensen de él. Humilla sin cargo de conciencia: una vez, mientras Agustín Calleri ayudaba a trasladarse a Enrique Morea, ex presidente de la AAT, David lanzó: “Que se joda ese viejo de mierda”.
Con esa misma impunidad, declaró meses después de la final perdida con España, que seguía dudando de la ausencia por lesión de Del Potro: “Nunca quedó claro (tampoco) por qué no jugó Juan” (del libro Enredados, de Sebastián Fest, 2009). Con esa misma impunidad humilló a periodistas mujeres, viajó a los Juegos de Atenas 2004 lesionado (le cortó así la chance de ir a otro jugador) y ofendió umpires y hasta a entrenadores contratados por él mismo.
En su círculo íntimo afirman que muchas de las malas contestaciones del cordobés tienen que ver con su personalidad: “Es frontal, no dice lo que le conviene, por más que eso le traiga problemas. En otros se vería como una virtud. David es auténtico, le gustan los códigos de pueblo, va al frente, tiene una personalidad avasallante y jamás se callará la boca. Nunca va a ser correctito como Federer”. Nunca lo será.
Por Germán Beder, Diario Perfil.
http://www.perfil.com/
Por Germán Beder, publicado en Perfil.com