Estados Unidos: la imagen de Barack Obama se desmorona. "Nosotros, el Pueblo"
Sólo un año después que Obama asumiera la presidencia, su imagen empezó a desmoronarse. Al mismo tiempo, el Partido Republicano, que parecía irrecuperable, comenzó a recuperar su voz.
03 de Noviembre de 2010
Este cambio no se dio abruptamente. Dio inicio con un pueblo que se vio fatigado y condicionado por las circunstancias. Fueron ocho los años en que gobernó George W. Bush, los últimos siete de ellos, en guerra. Durante sus dos períodos presidenciales, la economía observó cierto respiro después del recorte impositivo, pero el gasto no cesó. La herencia que dejó Clinton -con su inviable medida de dar créditos inmobiliarios a insolventes- estalló en manos del republicano. Bush trató de frenar la crisis con los famosos bailouts o salvatajes, sin éxito.
El pueblo americano venía cargando demasiado peso sobre sus espaldas. Guerra, deuda e incertidumbre. Todo parecía negro. Ciertamente, esperaba alguien que les trajera esperanza y cambio. Esas dos palabras fueron usadas en la campaña de Barack Obama, quién hizo uso y abuso de su color, su falta de experiencia y su juventud, para gritar al unísono con sus compatriotas “¡Sí, podemos!” (Yes, we can!) el mismo día en que ganó las elecciones presidenciales.
Según transcurrieron los meses, las acciones del nuevo presidente empezaron a emanar cierto aroma populista y cuasisocialista. Los salvatajes a empresas quebradas no tenían freno. Mientras esto sucedía, un congresista republicano del estado de Texas (poco querido por el establishment de su partido), gritaba a los cuatro vientos que América había perdido el rumbo que sus padres fundadores le había legado. Ron Paul entraba en escena, y sus palabras tenían sentido. Las redes sociales se inundaron de vídeos, audios, notas y libros que ponían un fuerte énfasis en dos puntos: por un lado, la economía, su funcionamiento y los problemas que traen la deuda y la emisión; y por otro, el incontrolable crecimiento del gobierno y sus pretensiones de dominar al individuo. La gran discusión había dado comienzo. Ron Paul citaba a los padres fundadores. Obama seguía repitiendo “Cambio” y “Esperanza”. El Partido Republicano se encontraba inapelablemente devastado. Su voz se debilitaba con la distancia.
Aquellos conservadores que disentían con Barack Obama y que descubrieron que el “Grand Old Party”* estaba siguiendo un camino contrario a los dictados en sus principios partidarios fueron seducidos por Paul. Lo mismo sucedió con miles de jóvenes quienes -bajo una bandera libertaria- terminaron por unirse a las filas del congresista. La revolución asomaba la cabeza. Conservadores y libertarios coincidieron en la necesidad de rescatar a la Nación. La onda expansiva de estos nuevos patriotas llegó a cada rincón de Estados Unidos, dando origen al movimiento “Tea Party”, que en sus objetivos coincidía fielmente con los principios olvidados del Partido Republicano.
Esta coincidencia fue favorable para el GOP y, de la mano de Sarah Palin, no sólo se consiguió poner en jaque a las pretensiones socialistas de Obama, sino que dentro del mismo partido se inició un lento proceso de depuración. Aquellos que llevaban la bandera del Partido Republicano, pero que en la práctica actuaban como empleados de inescrupulosos lobbistas fueron bautizados como RINOs (Republicans In Name Only –republicanos sólo de nombre-). Bajo esta etiqueta, y con las pruebas correspondientes, muchos fueron oportunamente desenmascarados y luego reemplazados por los nuevos líderes del Tea Party o -como a ellos les gusta referenciar- por We The People (Nosotros, el Pueblo). Haciendo honor al mandato de su Constitución que expresa, en estas tres palabras, que el poder se ejerce de abajo hacia arriba y jamás en contrario.
Este grupo de individuos evitó transmutar en muchedumbre, para convertirse en un pueblo responsable que toma las riendas de su destino. Muchos ven en ellos el renacimiento de un nuevo Ronald Reagan. No obstante, desde la apreciación de quien esto escribe, se trata de mucho más que eso. Con el Tea Party, renacieron Jefferson, Adams, Madison, Franklin, Washington y los demás padres fundadores que supieron -con la más alta intelectualidad y buen criterio- dar nacimiento a la excepcional República Americana.
A sólo dos años de su llegada a la Casa Blanca, el Presidente Barack Obama se encuentra en serios problemas. Sus políticas se han visto exentas de la cepa americana. Su soberbia le ha jugado una mala pasada. No tuvo en cuenta que el lema de la tierra que lo vio nacer es “en Dios confiamos”, y no “en Obama confiamos”. El fue, ni más ni menos, un simple empleado que no supo cumplir su función. Por tanto, hoy, dos de noviembre de dos mil diez, las encuestas predicen una gran derrota para el demócrata, quién en un desesperado movimiento, tildó a quienes lo cuestionan de “extremistas”. Y es cierto, lo son. En ellos revive la frase que pronunció alguna vez el gran Barry Goldwater, quién refirió: “A la hora de defender la libertad, el extremismo no es ningún vicio. Y a la hora de defender la libertad, la moderación no es ninguna virtud”.
En las manos de estos virtuosos patriotas, recae hoy la gran responsabilidad de rescatar los valores que los forjaron como nación, y hacer de el nuestro, un mundo más libre. En nombre de la libertad, ojalá, que la gran revolución americana, vuelva a triunfar.
Por Virginia Tuckey, para El Ojo Digital Internacionales.
Blog: http://elespaciorepublicano.blogspot.com/
Por Virginia Tuckey -Blog Espacio Republicano-, para El Ojo Digital Internacionales