POLITICA: POR ENRIQUE BRECCIA, PARA EL OJO DIGITAL

La insularidad argentina

Si la política es la mejor herramienta para modificar la realidad en beneficio del conjunto, Kirchner siempre la usó como un instrumento que le permitió aferrarse mejor a ella en beneficio propio.

22 de Noviembre de 2010
Néstor Carlos Kirchner priorizó el poder a la autoridad, y utilizó el concepto de federalismo para ocultar la práctica de un unitarismo cerril. No federalizó el poder para no compartirlo y, en cambio, lo hegemonizó para concretar su proyecto de alternancia indefinida en el tiempo. El tomala vos, dámela a mí entre él y su esposa necesitaba de la concentración total de la toma de decisiones y los recursos del Estado, al que deliberadamente confundió con el gobierno, y encontró que la mejor manera de adueñarse de la suma del poder era desde la facción. El sectarismo está en su esencia y hace que ésta sólo gobierne para una parte, dejando de lado al todo. El kirchnerismo extremó el concepto de facción, “insularizando” a la Argentina hasta transformarla en un archipiélago. Primero la separó de sí misma y luego del mundo. Desde hace siete años, la Argentina no es más que un conjunto de “islas” que, para sobrevivir, dependen de los recursos que reciben discrecionalmente según sean más o menos afines a la facción que gobierna desde la inexpugnable “Isla del Tesoro”. El archipiélago argentino no sólo es territorial, sino también político y social. Es posible que esta sea una de las razones que expliquen el individualismo y los personalismos opositores, ya que hacia el interior de los partidos políticos también se advierte esta fragmentación que dificulta el hallazgo de consensos. La novedad es que en la misma facción gobernante comienzan a verse atisbos de este fenómeno, como quedó demostrado en los cruces entre ministros por la inflación y en los reacomodamientos por la ocupación de espacios de poder que han quedado vacíos. Sin reconciliación social y unidad nacional, a la Argentina le espera un destino incierto. El mejor Perón fue el del regreso definitivo como prenda de unión nacional, cuando expresó que “para un argentino no debe haber nada mejor que otro argentino”. Como su contracara, Kirchner nos legó una fractura social y política que tiende a profundizarse y que demuestra que no se aprendió nada de la tragedia de nuestra historia reciente. Definitivamente roto el proyecto de la alternancia, el mayor desafío que enfrenta la Presidente no es profundizar el modelo o reunificar al peronismo, sino asumir la recuperación de su rol presidencial que también había sido dividido en dos. En poco tiempo, se verá si continúa con la metodología política compartida con su esposo, o si es capaz de inaugurar una más abierta y dialoguista. Su accionar político de los últimos tres años abre signos de interrogación acerca del camino que elegirá finalmente. Es notable que mientras la economía es impulsada por un viento de cola externo, la gran mayoría de la dirigencia política parece frenada por uno de frente que le impide ver y solucionar los problemas reales de la gente. Inseguridad, inflación, pobreza y desigualdad social sólo podrán erradicarse si se prioriza lo fundamental sobre lo accesorio abriendo un diálogo serio entre el Ejecutivo y los diferentes sectores políticos, sociales, económicos y culturales, con el fin que la Argentina deje de ser un “archipiélago” disperso y vuelva a ser un Todo indivisible. Por Enrique Breccia, para El Ojo Digital Política. e-Mail: enrique.breccia@gmail.com
Por Enrique Breccia, para El Ojo Digital Política