Carlos Reutemann, el mayordomo del banquete que se disputarán Mauricio Macri, Elisa Carrió y el radicalismo
"Nada sucede en política por accidente. Si sucede algo, puede Ud. apostar a que estaba planeado de ese modo" (Franklin Delano Roosevelt, ex presidente de Estados Unidos)
El soporífero escenario político ha brindado una novedad, en un vano intento por atraer la atención del ciudadano de a pie: se trata del pacto entre el entourage de Carlos Reutemann y Roxana Latorre y las hordas del kirchnerista santafesino Agustín Rossi, enemigo declarado del campo argentino. Como siempre, el dato no le sirve al hombre común, preocupado en temáticas hasta hoy explosivas e irresueltas como inflación e inseguridad. Noticias de este color son seguidas solamente por analistas y por los sectores políticos protagonistas en el presente teatro de operaciones electoral.
Los detalles del acuerdo entre kirchneristas y reutemanistas son ahora bien conocidos, y sus eventualidades y desarrollos pueden consultarse en los periódicos de tirada masiva. En resumidas cuentas, el "Lole" Reutemann ha acordado con el kirchnerismo de Santa Fe. Es que el ex piloto de Fórmula Uno agitó, desde el inicio, esa prioridad suya de recuperar la provincia para los "hombres de Perón", y así expulsar de una vez por todas a los insípidos socialistas del terruño. Por cierto, para Reutemann no importa mayormente que el pacto se haya firmado en medio de un espeso tufillo a contubernio con peronistas-oficialistas que hoy son actores obligados a la hora de defender a un Gobierno Nacional harto comprometido en el narcotráfico a gran escala, la corrupción, la violencia y el apriete. Muy probablemente, el ex corredor intentará hacer suya esa expresión que invita a hacer pequeños sacrificios en aras de perseguir un "bien superior". Aunque, para hacer justicia, la tregua firmada por él remita más bien al título de aquella notoria novela de John Steinbeck, intitulada "De Hombres y Ratones".
La ingeniería de los acuerdos de Santa Fe es mérito exclusivo del operador político por excelencia, Juan Carlos Mazzón (alias "Chueco"). El fue el arquitecto de los esfuerzos para convencer al "Lole" de que era necesario un pacto para que los peronistas -del sector que fueren- no perdiesen pisada al socialismo local. Ciertamente, la ingeniosa faena para persuadir al timorato no podría haber sido ejecutada por Agustín Rossi, dado que los trabajos importantes jamás se encomiendan al lenguaraz ni al improvisado. Mazzón no es un "supergenio" -como declaman algunos-: es apenas un personaje pensante que brilla en un mundo saturado de mediocridad, traiciones y una peonada que se cotiza en centavos. Reutemann fue quien oportunamente contestó a un quisquilloso pero insistente Eduardo Duhalde con aquello de que "se metiera la candidatura en el c...". Lo que resultaba francamente sospechoso era que el de Santa Fe jamás terminaba de definirse. Y, a todas luces, ahora se comprende el por qué de su demora.
En palabras de ciertos referentes de la disidencia peronista, el ex piloto de F1 no es otra cosa que el "traidor de moda". Algunos ya venían pidiendo su cabeza desde que abandonó el Peronismo Federal con estridente portazo. Otros aún le obsequiaban una ínfima cuota de confianza. La novedad es que, por estas horas, el remanente de la disidencia se encuentra deseoso por contactar con "Mimicha" Bobbio para que ventile de una vez por todas los secretillos y que estos se encarguen de demoler al flamante colaboracionista. Reutemann -dicen- llegó al acuerdo para conseguirle una diputación a su joven y bella señora, Verónica Ghío, entre otras "pequeñeces". De seguro existirán entretelones más lóbregos, que perfectamente podrían aludir a "aprietes" provenientes del propio oficialismo para forzarlo a cerrar y, de esta manera, no revelar los desagradables tropiezos del Lole en tiempos que regenteaba la gobernación. Ahí está, por ejemplo, el tema de las graves inundaciones que sufriera la provincia años atrás. Escenario dantesco y de proporciones apocalípticas del que Carlos Reutemann fuera responsable político, en virtud de obras mal ejecutadas y -de acuerdo a reportes confidenciales- adjudicadas a los "amigos" del poder provincial.
En la esperada y quieta oscuridad, el "Chueco" Mazzón ha hecho un trabajo estupendo. Proseguirá ahora su faena concentrando palabras dulces y fuego graneado sobre el cordobés Juan Schiaretti. Ya se trate de persuasión o "apriete", cualquier herramienta es válida para ir acercando a los idiotas útiles, de a uno por vez. El bueno de Juan Carlos conoce, por ejemplo, ese vicio al que recurren numerosos gobernadores de provincia y que tiene que ver con la "contratación directa" de periodistas por interesantes sumas dinerarias -abonadas mensualmente- con tal de que no se despachen en rudos conceptos contra la administración. Adicción que -se comenta- también ha atrapado al Sr. Schiaretti. Si Córdoba no nos quedara geográficamente lejos, en cuestión de horas podríamos publicar aquí ese listado de trabajadores de prensa "a discreción" que se llevan desde diez mil pesos en adelante, en la provincia mediterránea. Y con sus correspondientes recibos, vale aclarar. Nos referimos a esa interminable "cadena de la felicidad", antes explotada con exclusividad por administraciones nacionales, y que hoy ha sido clonada varias veces en cada una de las provincias de esta Argentina insanablemente prebendaria.
Con todo, el kirchnerismo/cristinismo se sabe liquidado sin remedio. En privado, la Presidente de la Nación insiste en su deseo de abandonar la política para irse "con los laureles". Pero este precepto involucra la prerrogativa de no ser perseguida por la justicia a posteriori, apenas deje su cargo vacante. Aún no está visto si lo logrará. El trabajo encomendado a Mazzón observa, simplemente, la ambición de arrimar la mayor cantidad posible de votos a la estructura electoral del oficialismo en octubre de 2011, de tal suerte que ayude a garantizar impunidad para los soldados de un régimen que va de salida. En contrario, si el caudal de sufragios sopapeara como un furibundo vendaval a la Casa Rosada en las Generales, las chances de una persecución neomacartista de hombres del kirchnerismo se incrementarán, saturando la capacidad de los adormecidos magistrados argentinos. Se impone, pues, para el gobierno, consolidar el propio "mercado" de votantes y birlarle todo lo que se pueda a la oposición. ¿Cómo se lograría esto? Cuadruplicando la inversión de compra de voluntades de mercenarios, periodistas y críticos de la Administración. En el proceso, habrá que ensuciar hasta el escándalo a los rivales de peligro. Y, como bien se sabe, aquí nadie resiste el archivo. Ya en la recta final, se pondrá a punto la maquinaria de "travesuras" a la hora del cómputo de votos. No deberá quedar variable abandonada a los caprichosos designios del azar.
En un segundo término, la estrategia disuasiva/persuasiva comandada por el "Chueco" persigue la disolución e implosión definitiva de aquella abstracción denominada "Peronismo Federal". El encumbrado operador sigue al pie de la letra esa regla dorada que alguna vez hemos planteado desde anteriores columnas en El Ojo Digital: toda estructura que se desee demoler, debe ser infiltrada primero. Una implosión siempre deja mayores daños y secuelas que una explosión. La diferencia puede sonar sutil desde el atril, pero no lo son las consecuencias.
Después de todo, el "Peronismo Federal" no existe como entidad: el término solo remite a la necesidad de conceptualizar verbalmente un espacio de oposición. No existe hilo conductor en este sector: sus figuras son como fantasmas que caminan pesadamente en una atmósfera asfixiante, cargada de tribulación y desconcierto. En alguna oportunidad se habló de "desorganización controlada" y de peleas internas hábilmente prefabricadas para entretener a los medios y mantener ocupados a los militantes con la especulación. Se intentó promocionar que las cúpulas observaban acuerdos bien solidificados. Pero el monstruo termina devorándose las ambiciones y las propias expectativas del espacio: los supuestos conductores han pecado de ingenuidad y tropezaron con importantes errores de juicio. Se complicó artificialmente aquello que debía ser más simple, pasándose por alto que los militantes no exhiben la capacidad de análisis necesaria como para evaluar escenarios. La huída definitiva de Carlos Reutemann ha sido el detonador de aquella implosión tan buscada por el kirchnerismo-cristinista. Aún cuando, por ejemplo, Eduardo Duhalde y Rodríguez Saá intenten escapar del desastre, sus figuras ya acusan el impacto de las esquirlas. Duhalde ha blanqueado su preocupación de cara a una importante imagen negativa, mientras que Alberto Rodríguez Saá carece de operadores viables en el terreno y su campaña es abiertamente inexistente.
El primer beneficiario del desmadre peronista-federal ha sido el PRO, siendo Mauricio Macri quien más tiene para cosechar en este episodio. A partir de esta instancia, queda claro que Duhalde y compañía tendrán que acercarse a la Capital Federal para entregar más de lo que pensaban, si acaso pretendían vislumbrar una salida. Por cierto que el Jefe de Gobierno porteño necesitó desde siempre ese apoyo de fiscales y "cuidadores de urnas" a nivel nacional, dada la conocida escasez que acusa PRO en este sentido. La diferencia es que ahora, el duhaldismo tendrá que venir a la Ciudad a ofrecerlo, en lugar de eternizar el juego de la sortija en la calesita. Se cierra el círculo de forma idónea para Macri, quien se restriega las manos pensando en convertirse el día de mañana en Presidente de la Nación, con Francisco De Narváez como Gobernador de la provincia de Buenos Aires, Enrique Rodríguez Larreta en la intendencia porteña y el juvenil Julio Garro como alcalde de La Plata, capital política de la República Argentina.
Por otra parte, a nadie debería escapar que el hombre fuerte de Lomas de Zamora ya ha dejado de ser el destinatario de las diatribas y rabietas de los funcionarios de Balcarce 50. Es Mauricio Macri quien se encuentra ahora en la mira de los aparentemente poco experimentados francotiradores del oficialismo. Espectáculo de fuegos de artificio en donde no existen casualidades, coincidencias ni ingenuidad: no parece ser Macri la persona que lleve esposados a los hombres corruptos del gobierno hacia tribunales el día de mañana. Hasta Cristina Fernández lo sabe.
Del mismo modo en que los argentinos optan por votar "en contra de" antes que "a favor de" ante una elección decisiva, también debe decirse que los candidatos del espacio opositor aún no se han percatado mayormente de un detalle: se puede aglutinar un mayor número de sufragios detrás de un objetivo de carácter en apariencia "negativo", antes que de propuestas. He aquí el asfixiante nudo gordiano que tiñe de color a cualquier descripción que pretenda hacerse del compatriota promedio. Las propuestas surgidas de aspirantes sin antecedentes ejecutivos (Ricardo Alfonsín, Elisa Carrió) chocarán siempre de frente con el argumento de la experiencia de los que están en el poder. Estos últimos -con todos sus defectos- podrían argüir que la UCR y la CC-ARI no representan garantía alguna de gobernabilidad. Luego, en la réplica de las víctimas, se produce una irreparable pérdida de tiempo que solo termina capitalizando quien ya lleva un tiempo importante en el poder. Es la idea, a partir de este pequeño análisis, sugerir que el error en la ambivalencia discursiva de referentes como Carrió consiste en no haber hallado hasta ahora el posicionamiento correcto. La chaqueña debería promocionarse no como una "garantía de transparencia", sino que debería optar por comunicar que su espacio es el único que "meterá presos a los kirchneristas corruptos, a diferencia del peronismo y el macrismo". "Garantía de transparencia" y "garantía de persecución" no son lo mismo, aunque lo parezcan. Carrió es otra de las figuras que tiene mucho para ganar, a partir de las idas y vueltas del Peronismo Federal. La sola idea de un Nüremberg argentino cala hondo en gran parte de las clases medias y altas, precisamente allí donde se encuentran los núcleos duros del PRO. Finalmente, los mejores aportes del ARI-CC siempre han llegado de la mano de documentación relativa al seguimiento de actividades sospechosas del kirchnerismo. Otro espectro no considerado de los comicios por venir: PRO, ARI-CC y UCR observan mejor oportunidad de pelear por el "voto joven", en desmedro del peronismo disidente.
Ricardo Alfonsín merece alguna nota aparte. Nuestro medio fue el primero que refirió acerca de su aceitada táctica de imitar a su difunto padre en todo, llegando incluso a ajustar los viejos trajes de su progenitor. Hace pocos días, no le quedó otra alternativa que reconocerlo, en ocasión de una entrevista con Revista Noticias. En su reciente paso por la Costa, cometió un error coloreado de amateurismo, cuando refirió ante una consulta que "no le gusta el contacto de los pies con la arena". Un tropiezo que le habrá costado más de un comentario ácido de parte de vacacionistas que esperaron todo un año de trabajo para pasar algunos días con su familia junto al mar. A pesar de estas perillas de ingenuidad, Alfonsín también debería encontrar su posicionamiento dentro del esquema de un futuro mani pulite. Con una ideología no tan diferente del carrioísmo, la UCR tiene para contabilizar entre sus ventajas la poca predisposición para acordar con los peronistas de cualquier extracción. El punto a tener en cuenta es que el gobierno nacional se encuentra dedicado tiempo completo a la consecución de impunidad para 2011 en adelante. Y estos pactos se negocian siempre dentro del "pejotismo" oficial u opositor. Aquí debería concentrarse el poder de fuego del discurso. Otro de los pros del neorradicalismo reside en el hecho de que sus tres referentes principales -Sanz, Alfonsín y Cobos- "lavan la ropa sucia" puertas adentro. A diferencia de muchos peronistas de la disidencia, que hacen todo lo posible por llegar a los medios para hablar mal de sus pares y así llevar agua para el propio molino.
Así las cosas, el PRO, ARI-CC y la UCR se encuentran en una posición ideal para quedarse con las mejores piezas del banquete político de octubre de 2011. Mesa prolijamente dispuesta por un mayordomo de lujo y servil como pocos: el ex piloto de Fórmula Uno, Carlos Alberto Reutemann.
Por Matías E. Ruiz, Editor.
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