Lecciones simples para los megalómanos de América
La historia nos ha enseñado que no existe régimen, presidente, o dictador que se mantenga en el poder si el pueblo no lo dispone así.
Imperios, reinados y gobiernos tan grandes y poderosos como el de la antigua Unión Soviética gobernada por los gobernantes más represivos y sanguinarios del siglo pasado, han caído porque así lo han dispuesto sus sociedades. India, con Mahatma Gandhi, es otro ejemplo: logró liberar a su país del dominio británico y mostró al mundo el verdadero significado del poder del pueblo.
En América, algunos dictadores tuvieron que dejar sus gobiernos precisamente porque su gente así lo demandó; Anastasio Somoza en Nicaragua, Francois Duvalier en Haití, son solo dos casos. Y si en Cuba, los hermanos Castro y su régimen nefasto no han salido por voluntad popular, es porque la sociedad cubana así lo ha decidido. Difícil es entenderlo.
Lo que sucedió hace algunas semanas en Bolivia con el llamado “gasolinazo” fue otra prueba frente a la decisión popular. Un mal rato debió pasar el presidente Evo Morales. En los medios noticiosos internacionales, hemos visto como la nación boliviana salió a protestar por varios días, desmintiendo de esta forma lo que afirmaba el presidente ante la televisión respecto de que el movimiento era conducido por grupos empresariales de élite contrarios a su administración. La ciudadanía tomó las calles, se levantó, y frenó lo decidido por el gobierno central.
El presidente boliviano estaría exilado posiblemente en estos momentos en La Habana o Caracas, si no hubiese dado marcha atrás.
Del otro lado del mundo, más específicamente en el norte de África, llegaron noticias de otros acontecimientos. Ocurrió en Túnez: Zine El Abidine Ben Alí, quien ejerció durante 23 años el poder, debió salir huyendo hace tan solo un par de semanas.
Algo más al este, en el país de los faraones, Egipto, el presidente Hosni Murabak (con lleva treinta años ininterrumpidos de gobierno) se encuentra en estos momentos en grandes dificultades. El escenario egipcio podría perfectamente desencadenar una catarata de movimientos similares en otras naciones árabes, con el consiguiente incremento en el precio del petróleo -que ya se está produciendo-. Lo que constituye una buena noticia para Hugo Chávez.
Finalmente, no quedan muchas dudas: son los pueblos generalmente impulsados por los jóvenes, los que prácticamente deciden la instancia en que sus gobernantes deben abandonar el poder.
Los mandatarios del ALBA deberían tomar nota: su poder está en manos del pueblo, no de sus egos, caprichos o megalomanías.