Jorge Luis Borges, aquel Gran Profeta
El escritor argentino y sus acertados conceptos (¿anticipos?) respecto del peronismo.
En una charla que tuviera lugar en la vieja Biblioteca Nacional, el genio, archigorila, archi-antiperonista -con grado de morbosidad- y antipopular Jorge Luis Borges, con todo el odio que nos tenía (y que de seguro conserva mientras mete carbón y sus libros a los hornos satánicos), luego de tomarme yo la potestad de condenarlo, expresó:
"Los peronistas son energúmenos en extinción".
Por supuesto que mi primer impulso fue saltar y literalmente insultarlo, sin tener en cuenta el claustro en el que me encontraba ni el cargo que ejercía por mandato popular y que debía respetar a rajatabla.
Me costó contenerme. Ya en mi hogar, echaba yo chispas a la mitad de un entripado de órdago, tratando de digerir sin éxito mi trasnochada cena. No dejaba de pensar en aquella aseveración de pocas palabras pero de enorme descalificación hacia lo que yo fielmente profesaba y sostenía como filosofía de vida. El concepto que daba vueltas en mi cabeza y me martirizaba era el de "energúmenos".
Venían a mi mente unos versos aprendidos en mis lejanos años de alumno de quinto grado durante aquellos años en que, siendo los "únicos privilegiados", se nos enseñaba de todo en las escuelas primarias públicas, inclusive literatura.
El verso refería: "Despacito amanecía y estaba casi clareando, una mañana Argentina con olor a siembra y campo". Pero ya no aguantaba yo más, y me dirigí al al diccionario para saber concretamente qué tan grande era la ofensa de ese personaje al que alaban tanto quienes -seguramente como quien esto escribe- no han podido llegar a terminar ningunos de sus para mi insoportables y tan promocionados libros.
Casi con desesperación, busqué el significado de "energúmeno/s". La definición me dejó helado y al día de hoy no deja de mortificarme, ya que la misma -siempre a mi criterio- ha ido incrementado su crudísima vigencia.
En el viejo libro de palabras que fuera propiedad de mi padre -como si la Real Academia Hispánica se hubiera propuesto clavarme una daga en medio del pecho- se leía simplemente:
ENERGÚMENO: PERSONA POSEÍDA POR LA IRA.
Me desplomé en un sofá e hizo su aparición un amontonamiento de zombies espectrales que giraban en mi obnubilada mente: Vandor, Isabel, López Rega, Las "Tres A", los Montoneros asesinos de Rucci, el Comando de Organización, Casildo Herrera, Carlos Saúl Menem, y todos los que hoy esquivan obvias responsabilidades en el comprobado desguace del País con los Alsogaray, los Kirchner y su valet (Carlos Reutemann) incluídos. Componían ese desfile dantesco e interminable otros personajes secundarios pero no menos nefastos, que ganan comicios desempolvando viejas fotos de Perón y Evita al tiempo que canturrean citas de ambos. Como si estos delincuentes fueran sus mejores alumnos...
Desde aquel amanecer, no dejo de preguntarme: ¿acaso nos estamos extinguiendo como energúmenos que somos? ¿O se trata de una distorsionada y apocalíptica apreciación personal?
Sostengo esto pues "ira" es precisamente aquello con que me encuentro en cada reunión a la que asisto y/o reportaje que leo, veo y escucho, de parte de cuanto encumbrado dirigente actual que aparece. Esos referentes que pretenden captar votos sin que se caiga una sola idea tendiente a mejorar este país en franca bancarrota e inapelablemente sometido a la economía brasileña. Buscan cosechar esos votos aburriendo desde tediosas entrevistas, en las que centran sus propuestas para denostar a algo tan efímero como el kirchnerismo. Pero que, sin llegar a amanecer -y ya se hizo noche- olvidan todo aquello que nos legara el Gran Líder, inventor del Asistencialismo Dignificante, absolutamente yuxtapuesto a las dádivas esclavizantes que reparten hoy, como si fueran las perfumadas Señoras de Capelinas y Recoleta. Para colmo, "Compañeros" Filosófica, Doctrinaria, y Funcionalmente Peronistas, no solo somos pocos sino que, al parecer, cada vez somos menos. Y esto se define cabalmente como proceso de extinción.
De acuerdo a mis análisis, Borges era antiperonista. Antipopular, también. Gorila, en efecto. ¿Genio? No lo sé. Pero...
Cosas vederes que non crederes, escribió alguna vez el Manco de Lepanto. Ese que, si acaso viviera hoy en la Argentina, sería rebautizado como "el Manco del Espanto".
A quienes les quepa, les remito un fuerte abrazo Peronista (aunque Peronista en serio). Un abrazo harto de que mezclen a Evita Con el Che Guevara. Harto de que quieran hacer prócer a un inútil y traidor como Héctor Cámpora. Hastiado de que grupúsculos de izquierdoides a la violeta nos sugieran guardarnos la Marcha en sitios donde no llega el sol.
Concluiré -sin espacio para medias tintas- que la Argentina se encuentra genéticamente condenada al fracaso.
Por Héctor Horacio Dalmau, Diputado Nacional (Mandato Cumplido), para El Ojo Digital Política - Cartas de Lectores
e-Mail: hectordalmau @ hotmail.com
Peronista en extinción
D.N.I. 7.544.834.
Afiliado al Partido Peronista desde 1953