¿Son humanos los jubilados para la Corte Suprema de Justicia?
La Corte Suprema de Justicia de la Nación, en sus fallos “Arancibia Clavel” y “Simon”, sostiene como doctrina que “los Tratados y Convenciones Internacionales -particularmente los referidos a los Derechos Humanos- tienen una jerarquía superior a la Constitución Nacional”...
Siguiendo este criterio, cabe preguntarse: ¿qué valor tienen esos pactos, según la Corte, "supraconstitucionales" para el Gobierno Nacional y la ANSeS, y por qué razón el Tribunal continúa aceptando como normal el interminable desparpajo con el que el Estado actúa en reiteradas violaciones de los Derechos Humanos contemplados en esos pactos y convenciones suscriptos por Argentina ante los fueros internacionales? Nos referimos puntualmente a violaciones reconocidas por ANSeS y el propio Estado Nacional en un acuerdo amistoso, firmado el 4 noviembre del año 2009. Tales violaciones quedaron reflejadas y aceptadas, como la posibilidad de un recurso judicial efectivo y de garantía del plazo razonable previstos en los Art. 25 y 8 de la Convención Americana, respectivamente. También contemplamos la violación a los Derechos de la Propiedad Privada -Art. 21 de la Comisión Americana de Derechos Humanos-, la "Igualdad ante la Ley" (Art. 24 de la C.A.D.H.), todos ellos con relación a los Art. 1 y 2 de la C.A.D.H., y los Derechos a la Salud y al Bienestar -Art. 11-; la Seguridad Social con relación al deber de trabajar y aportar a la Seguridad Social -Art. 16, 35 y 37-, previstos ellos en la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre.
A pesar de la aceptación y reconocimiento de estas violaciones, desde ANSeS se insiste en aplicar una política de desconocimiento total a estos derechos, hecho que incrementa su gravedad, dado que se conduce imperturbable, ante la impasividad de aquellos que debería garantizar el goce pleno de los mismos.
¿Por qué la Suprema Corte de Justicia no pone un límite a esta aberración jurídica que permite la burla reiterada a los compromisos asumidos internacionalmente a través de dichos Pactos? ¿Acaso se aplica otra doctrina para los Derechos Humanos de los Jubilados? ¿O es que abiertamente dejan de ser considerados como seres humanos? ¿Les niegan esa calidad las instituciones argentinas?
Es dable considerar que los delitos y violaciones constitucionales y de Pactos Internacionales son iguales para cualquiera que los cometa, y que la justa y severa sanción de estas violaciones debería ser castigada por la Justicia en forma inmediata, en forma expedita y eficaz. Si ello no ocurre así, es debido a que existe una actitud a todas luces cómplice y encubridora de aquellos delitos, que tanto afectan a la dignidad y el bienestar de las personas.
Los jubilados argentinos notamos una gran hipocresía en lo que respecta a la defensa de nuestros Derechos. De nada valen las grandilocuentes y verborrágicas Doctrinas anunciadas en los fallos, que no sirven siquiera para remediar esta injusta situación que deben atravesar millones de argentinos, violados en sus Derechos, estafados económicamente en sus haberes, y condenados a la pérdida progresiva de su dignidad. Lo que les espera es morir como parias, desprotegidos por la memoria selectiva de la Justicia.
Señores del Supremo Tribunal de Justicia de la Nación;
Ser Juez no es otra cosa que estar al servicio de la Justicia; a través de sus Magistraturas es que deben administrarla. De acuerdo a San Agustín, administrar justicia equivale a "dar a cada cual lo suyo".
Ustedes, en su rol de Jueces de la Suprema Corte, ¿creen cumplir con el ciudadano jubilado, garantizándole el servicio de Justicia y la protección de sus Derechos? Millones de argentinos están convencidos de que no. Finalmente, mal pueden eludir sus responsabilidades como cómplices principales de esta grave y violenta situación que castiga injustamente a la totalidad de los Jubilados y Pensionados de nuestra Patria.
Muy probablemente, contar con una respuesta inmediata y coherente a este justo y legítimo reclamo sería pretender demasiado. Pero, si acaso algún día llegase una contestación, esta solo podría sobrevenir a través de un fallo que ponga fin a tanta falta de respeto y humillación en perjuicio de nuestra ancianidad.
Les saludo, bregando para que Dios ilumine a Vuestras Señorías y desde pronto y para siempre reine la Justicia en la Argentina.
De otro modo, no quedará otra vía que corroborar con contundencia que la Justicia dedicada a los ancianos pertenece simplemente al mundo de innumerables enunciados virtuales que jamás se cumplen.
Por Rubén Gioannini
Movimiento Patriótico Nacional Previsional
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