Los narcobarras, con toda la cancha a su disposición
Los barrabravas tienen al fútbol en estado de coma, agonizante y sin respuesta. Con violencia y una gran dosis de impunidad se fueron apoderando del control en los clubes, al punto que manejan infinidad de negocios: seguridad interna, venta de comida, ingresos por entradas, viajes y los famosos aprietes a jugadores.
Pero poco se habla del gran recurso que tienen las bandas delictivas disfrazadas de hinchas. Se trata de la comercialización de drogas, antes, durante y después de los eventos deportivos, dentro de las mismísimas tribunas y con la ausencia absoluta de controles.
Desde la Asociación Salvemos al Fútbol, su vicepresidenta, Liliana Suárez, explicó a DIARIO POPULAR que “la venta de estupefacientes se convirtió, en los últimos años, en una fuente inagotable de recursos para los barrabravas, que generan un negocio impresionante a la vista de todo el mundo, con absoluto descaro”, precisando que “este caudal enorme de dinero les permite ganar en poder y silenciar voces contrarias”.
Claudio Izaguirre, de la Asociación Antidrogas, sostuvo que “los narcobarras actúan con tanta impunidad que los adictos a determinadas sustancias ilegales van a la cancha exclusivamente a comprar droga, no ya para disfrutar del evento deportivo, sino aprovechando que estos lugares se convirtieron en verdaderas zonas liberadas, donde la policía está absolutamente ausente”.
Emanuel es hincha de un club del ascenso de la zona oeste del Conurbano. Asegura que no es adicto a las drogas, pero admite que “de vez en cuando” consume marihuana. “Me fumo un par de churros a la semana, generalmente en la cancha”, contó a este diario, agregando que la sustancia “se consigue fácil porque los cobanis (policías) ni aparecen, y la prueba es que todo el mundo fasea”, como le llaman en la jerga al acto de consumir un porro.
De acuerdo a lo que pudo averiguarse, en los estadios de fútbol se comercializan 25 gramos de marihuana por unos 30 pesos, que alcanza para “armar” uno 20 cigarrillos. Asimismo, el “papel” de cocaína se cotiza en las gradas a unos 30 pesos, que contiene alrededor de un gramo y permite unos tres pases. “Imaginemos un partido de fútbol donde concurren 40.000 personas, y los consumidores de cocaína son el 7,2%, tal los datos de la ONU sobre el consumo en Argentina.
Hablamos, entonces, de unos 3.000 clientes fijos. Probablemente, en ocasiones los narcobarras recauden más que las boleterías de la institución”, dijo Izaguirre. Con este esquema, los barras ostentan un nivel de consumo altísimo. “En los clubes todos saben por qué los jefes andan en camionetas importadas, compran propiedades, organizan eventos, viajan por el mundo y se pasean con mujeres. Hoy, son los verdaderos dueños del fútbol.
Esta es la realidad. La droga en las canchas es un hecho irrefutable y evidente. El negocio es cada vez más grande. Y lo peor es la violencia que genera.
Pero se mira para otro lado, y ahí está el gran problema”, dijo Suárez, que perdió a su hijo a manos de barras fuera de control. Un jefe policial bonaerense, consultado por el tema y con amplia experiencia en operativos de seguridad en espectáculos deportivos, contó -después de exigir reserva absoluta de identidad- que “los controles actuales se hacen en función de la prevención de la violencia, no se avanza mucho en lo que sucede dentro de las tribunas, es una materia que se debe profundizar porque claramente ser constituye como fuente de inconvenientes”.
En uno de los pocos antecedentes judiciales, meses atrás la justicia de San Isidro condenó al lugarteniente de una hinchada de la zona norte del Conurbano por venta de estupefacientes. El sujeto estaba a cargo del traslado de los simpatizantes cada vez que su equipo jugaba en calidad de visitante. “Todo el mundo sabe que en los colectivos y combis alquiladas para llevar gente corre la droga y que la manejan los jefes de las barras”, dijo uno de los testigos del juicio. Antes de escuchar la condena, el sujeto huyó.
Por Maximiliano Montenegro, para Diario Popular
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