Aguafiestas
El líder de Camioneros Hugo Moyano y el combativo editorialista de Perfil, Pepe Eliaschev, claramente no exhiben caracteres comunes. Pero ambos son figuras clave de ese novedoso club de formadores de opinión que -consciente o inconscientemente- contribuyen a inundar de caras largas los festejos siempre prematuros del oficialismo cristinista.
"Persona que turba cualquier diversión o regocijo". Tal es la definición que surge de la Real Academia Española para el concepto "aguafiestas". En las naciones angloparlantes, el equivalente es el sustantivo party pooper y -de acuerdo a Merriam-Webster-, refiere a "todo aquel que rehúsa unirse al regocijo de una celebración". Para hacer más ameno el aperitivo, sirve recordar que, al menos en los Estados Unidos de América, el concepto del "aguafiestas" o "party pooper" vio incrementada su popularidad a partir del film "Un Detective en el Kinder". En el inicio, Arnold Schwarzenegger irrumpe escopeta en mano en una vivienda repleta de jóvenes, sorprendidos en pleno acto de consumo de cocaína. Ante la pregunta que uno de los asistentes al "evento" hace al protagonista ("¿Quién es Usted?"), el fornido actor replica "I'm the party pooper" ["Soy el aguafiestas"].
En alguna oportunidad, nos hemos ocupado de señalar en el presente editorial que el inefable Camionero Hugo Moyano -a sabiendas del poblado expediente relativo a su persona, y que los elementos de Inteligencia oficialistas se encuentran completando- hallaría una única salida para su encerrona política, esto es, amenazar con una importante movilización a Plaza de Mayo. Con todo, sus objetivos y prioridades se han ido modificando. Hace no demasiado tiempo, su meta era instalarse como presidenciable, siempre recurriendo a la herramienta del pressing. Algo más tarde, cambió su horizonte, intentando colocar en la candidatura del cristinismo a algún alfil de su riñón. Se sabe ahora que el personaje más idóneo para llenar ese espacio [en la óptica de don Hugo] es Mariano Recalde, el esforzadamente desprolijo presidente de Aerolíneas Argentinas y "muñeco de torta" de La Cámpora.
En estos precisos momentos, el Clan Moyano solo aspira a utilizar el cartucho que le ha quedado (la amenaza de movilización) para volarlo todo por los aires -Cristina incluída-, apenas se conozcan las primeras dos páginas de las "carpetas" que el Gobierno Nacional tiene en su poder, o bien la justicia ponga primera y golpee su puerta. Para ilustrarlo un tanto mejor, el otrora sindicalista favorito de la nomenklatura viene a ser como el cowboy de Western barato, y al que solo le queda una bala en el tambor, pero que debe hacer frente a una decena de furibundos enemigos que se abalanzan sobre él. ¿Cómo lidiar con un escenario semejante? Con su solitaria munición, podría perfectamente volarle la cabeza al líder del bando que amenaza con convertirlo en picadillo. ¿Y qué haría el resto? ¿Abandonaría la lucha para honrar a su líder caído, o acaso arremetería con más virulencia, con el objetivo de vengar su muerte? Hugo Moyano ha optado por salvaguardar la última bala -llenar la Plaza de camiones-, aunque aprovecha cada oportunidad para sacarle lustre y, de paso, exhibirla. Mientras tanto, se obsequia pequeños lujos: bloquea la salida de Diario Clarín y de La Nación, ingenia operativos cerrojo contra algún que otro hipermercado, etc.
Moyano es el aguafiestas por excelencia. Es una suerte de "perro del hortelano", pero armado hasta los dientes. Tanto él como su prole componen una familia de individuos peligrosos, precisamente porque no les queda demasiado por perder. Su desprecio y furia no solo se concentran en la Presidente de la Nación (a quien, en privado, le dedica los insultos más irreproducibles): también la emprende contra las clases medias porque -ya se notificó- no soportarían a un "trabajador" en el sillón de Rivadavia. El autoencumbrado líder del gremio Camioneros es, al mismo tiempo, el primer enemigo de la Administración Fernández de Kirchner y de la sociedad argentina en su conjunto. Lo cual no implica que haya que tomar partido necesariamente por alguno de los dos. Aquí, los maniqueísmos de la politiquería no computan.
El socio del "judicial" Julio Piumato y el "peón de taxi" -ex suboficial de la Policía Federal- Omar Viviani se predispone a aguar la fiesta de Cristina Elisabet Fernández Wilhelm, porque sabe de su encrucijada: o bien la Presidente se hace cargo del pedido del gremialista para colocar a dedo al Vice, o bien deberá tolerar la "Marcha de los Camiones" a Plaza de Mayo. Lo que podría construír un escenario casi calcado al de las horas previas a la huída del radical Fernando de la Rúa en helicóptero. Hordas de piqueteros y "militantes sociales" ya privados de sus subsidios podrían provocar el chisporroteo que transforme todo en un dantesco berenjenal, infiltrándose en el principal espacio público del país. Difícilmente alguien pueda prever cuál sería la actitud de los sectores medios ante el desorden, pero tal vez terminen integrándose a marchas y "cacerolazos" surgidos espontáneamente. Lo que sí es certero es que la Policía Federal no modificaría mayormente su actitud, pues en este mismo instante trabaja menos que "a reglamento". Ni federales ni Gendarmería Nacional le pondrán el cuerpo al desorden callejero. Menos para sostener a un gobierno impopular que los desprecia y denigra.
¿Tiene el aguafiestas -Hugo Moyano- poder para "llevarse puesta a Cristina", tal como lo confesó hace pocas semanas él mismo a cierto interlocutor no determinado? Respuesta: lo tiene. Tal como lo reflexionara con presteza el Dr. Avogadro en su columna "¿Democracia u opresión?", el dilema se presenta claro de comprender para la Presidente, aunque complejo de resolver. Porque, si la Casa Rosada decide medir fuerzas con el Camionero, las calles se teñirán con el color de las peores pesadillas. Si el titubeo de Balcarce 50 lleva a permitirle al señor de la CGT oficialista dibujar parte de la fórmula y futuro Gabinete a su antojo, el obvio final para el cristinismo en octubre coincidirá con una derrota electoral catastrófica, que podría ser récord en la historia argentina desde el retorno de este pálido experimento que los trasnochados suelen calificar de "democracia".
Por otra parte, el bloqueo contra Diario Clarín arrojó un tendal de declaraciones de referentes políticos que oscilaron entre lo cobarde y lo pusilánime. Nilda Garré no supo cómo salir del brete en que ella misma se enredó, dado que siempre deseó -secretamente- regentear la seguridad del país. Con sobrada ingenuidad, la funcionaria terminó por enredarse, quedando a merced de una Policía Federal que tanto se ha esforzado por desprestigiar y vapulear, ya fuere por deporte o por ideología. No actuaron los agentes para garantizar que la imprenta liberara la salida de los periódicos. Garré es la primera responsable política, mas no la última, dado que aún resta saber si existió anuencia o luz verde del Poder Ejecutivo para la patética jugarreta del moyanismo. Se mofa Aníbal Fernández, porque su enemiga en el gobierno fue cayendo en todas y cada una de las trampas, características de un área por cierto complicada y hecha solo a la medida de inteligentes equilibristas. Se sonríe Aníbal, porque él nunca ha dejado de tender puentes con personeros de la oposición, con el objetivo de salvar la propia ropa: aspira a pasar al olvido, como su ex colega Alberto F. Como fuere, doña Nilda llegaría luego al límite del ridículo: carente de respuestas, lamentó que la gente no tuviera el diario, incluída ella, que lee Clarín. Carlos Tomada y una hilera de funcionarios-títeres afirmaría luego que Camioneros no participó de los bloqueos, y que todo tenía su origen en "problemas laborales" de empleados con el Diario. El flamante cadáver político y Gobernador de Buenos Aires "en las últimas", Daniel Scioli, lanzó un tibio comentario en relación a la "libertad de expresión".
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José Ricardo Eliaschev ejerce hoy un periodismo valiente, que a veces puede resultar tan monotemático como exagerado. Me brindo -muy brevemente- a la primera persona: los de mi generación comenzaron a enterarse de su protagonismo en los noventa, en la época en que el riojano Carlos Menem gozaba de una importante popularidad: la agudeza de "Pepe" se desperdiciaba, figurando él como "uno más" en el seno de una abundante masa de hombres de prensa que parecían disparar contra el menemismo porque el Presidente de la Nación era mujeriego o, tal vez, porque no era rubio. Aburría su perorata, que bamboleaba recurrentemente sobre los "ataques contra la prensa".
De extracción política de izquierda, Eliaschev también destacó en la lucha sin cuartel contra el antisemitismo en los noventa, que el kirchnerismo rebautizaría como "la Década Maldita". Aunque la sorpresa de Pepe seguramente no habrá sido menor cuando observó cómo un presidente argentino de ascendencia árabe terminaba convirtiéndose en el mejor amigo del Estado de Israel y de los Estados Unidos de América. Reitero: me aburría la verborragia pro-libertaria de Eliaschev. Pero sucedió que muchos no aprendimos a valorarlo, en virtud de lo que sucedería años después. En los tiempos del kirchnerismo/cristinismo -hoy es indiscutible- se han vuelto moneda corriente los bloqueos a periódicos. También son noticia obligada el despido y la proscripción de periodistas molestos para el poder central y el escrache interminable a editorialistas "entrometidos" o "sabelotodos". Muchos de ellos son la estrella principal de afiches callejeros, preparados por juventudes paraoficiales para que los transeúntes saliven sobre sus rostros. Existe también un programa de tevé que complementa la faena del escrache callejero. Muestras gratis o pildorillas de lo que comenzó sucediendo en la Cuba pos Batista. Idéntico a lo que sucede hoy en la tristemente célebre República Bolivariana de Venezuela.
Ya en tiempos más actuales, José Eliaschev supo reposicionarse mediáticamente desde Perfil y la radio. Lo ha logrado aislándose inteligentemente de los románticos intelectuales de izquierda que -entre lágrimas- parecen dirigirse a una audiencia reducida de lectores y radioescuchas melancólicos que siguen sin notificarse de la caída del Muro de Berlín y la debacle de la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. La llegada del kirchnerismo, con su andanada de vicios y su costumbrismo totalitario, le ha brindado oxígeno a Pepe, tras lo cual su estilo ha vuelto a cotizar a precio de onza troy. Para quien sabe apreciarlas, sus columnas aleccionan con profundidad, y recuerdan soterradamente a Bertolt Brecht. Este es el motivo por el cual decidí traer a colación aquello de que "en su momento, muchos no supimos apreciarlo". Pepe es el otro aguafiestas: su notoriedad vuelve ahora a dispararse, aunque también sus "problemillas", más puntualmente luego de su reciente columna en Perfil.com, intitulada "El Gobierno negocia un pacto secreto con Irán para olvidar los atentados" (http://www.perfil.com/contenidos/2011/03/26/noticia_0004.html). En ella, Eliaschev propone que el gobierno argentino ha sellado con la República Islámica de Irán un acuerdo secreto por el cual se dará privilegio al intercambio comercial entre las dos naciones, en perjuicio de la investigación relativa al atentado a AMIA y al involucramiento de los persas en la explosión. Dicho de otro modo, la Argentina se esforzará por incrementar los negocios con los iraníes, al tiempo que accederá a pedidos de la Administración Ahmadinejad para silenciar el espinoso tema del ataque a la mutual. La columna de José podría citarse sin temor a error como el escrito que más ha perturbado al oficialismo en los últimos años, precisamente porque echa luz sobre una temática demasiado siniestra, en la que se entremezclan una infinidad de intereses. El episodio de la AMIA es una madeja interminable, y hasta en determinados círculos de inteligencia la prerrogativa que se impone es la de ni siquiera sacar a relucir el tema. Porque en el episodio juegan variables tan entreveradas como Irán, Siria, Israel, Estados Unidos y -casi como protagonista omnisciente- la guerra contra el terrorismo (2001-). La discusión incluso encierra sórdidos relatos, en donde el protagonista es la avaricia de grupos de familiares, que se anotan en el payroll del gobierno de turno para silenciar críticas o brindar apoyo político. Por si todo esto fuera poco, otros mencionan las poco creíbles teorías "conspiranoicas" que perjuran que las explosiones en AMIA y la Embajada fueron consecuencia de la detonación de dispositivos nucleares de baja potencia.
En cualesquiera de los casos, la Casa Rosada remitió órdenes claras para que el multimedio oficialista la emprendiera contra Eliaschev, sin pestañear: el gobierno federal ha recurrido al mismo modus operandi, cada vez que alguien sacaba a la luz cuestiones que habían sido diseñadas para jamás ver la luz de los canales oficiales. Fue el propio Sergio Szpolski -regente máximo de la usina comunicacional del poder K- quien tomó en sus manos la réplica, redactando él mismo una columna de título "El día que Eliaschev se convirtió en vocero de Irán" (http://www.elargentino.com/nota-131936-Eliaschev-vocero-de-Iran.html). Como era de esperarse, el escrito fue clonado hasta el cansancio en Internet y hasta en la página de la S.I. oficialista, www.informereservado.net. El rabbí Szpolski no solo acusa a don Eliaschev de mentiroso e "idiota útil", sino que refiere que el columnista de Perfil publicó información falsa, plantada -como se dice en la jerga- por la inteligencia iraní. ¿Concluye el rabbí que el aparato de seguridad y de inteligencia de la República de Irán persiguen el objetivo de minar la imagen de su propio presidente, Mahmoud Ahmadinejad? Porque eso es precisamente lo que sucedería a nivel internacional, si otros periodistas como Eliaschev echaran mano de la información sembrada y la publicaran en cadena. ¿Tienen llegada los escritos de Pepe al exterior? El Estado de Israel está enterado absolutamente de todo, gracias a sus propios servicios de información y servicio exterior y -por qué no decirlo- periodistas que le reportan desde la Argentina. ¿Y qué sucedió después del trabajo publicado por Eliaschev? Pues bien; el gobierno israelí ha protestado enérgicamente y reclama ahora una definición vehemente de parte del gobierno argentino, en el sentido de desmentir la existencia del supuesto pacto de encubrimiento con los persas. Lo curioso es que el periodista de Perfil no solo recibe munición gruesa de parte de los escribas a sueldo del gobierno; también recibe pequeñas palizas desde sectores ligados a cierta extrema izquierda enemistada con el "sionismo", y autocatalogadas de "antiimperialistas". Al tiempo que hombres de la Rosada le endilgan a don Pepe la citación de informes fraguados por espías iraníes, estos grupúsculos (Indymedia y subsidiarias) le acusan de ser parte de una operación "sionista" y "pronorteamericana" para demoler al régimen de Irán, tal como está "operando" Washington hoy día "desde Wikileaks y redes sociales en perjuicio del mundo islámico".
Más allá del lodazal en que José Ricardo Eliaschev se ha metido, todo invita a considerar seriamente que ha acertado en más de un dato de su columna. Pepe Eliaschev es el otro aguafiestas que Balcarce 50 desearía barrer de un plumazo. No en vano, el Gobierno Nacional ha salido a replicarle con desesperación. Con toda probabilidad, el periodista ha perturbado al núcleo duro kirchnerista/cristinista del poder que -acompañando el sentimiento de despecho de la Presidente que surgiera luego de la fallida visita de Barack Obama- se esfuerza por asociar definitivamente a la Argentina con Venezuela, Bolivia, Nicaragua e Irán [el nuevo "Eje del Mal"]. Pagarán cualquier precio con tal de prolongar por otros cuatro años su estadía en el poder.
Mientras tanto, la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) termina de echar por tierra la reputación de un lustro, obsequiándole un premio en periodismo a un mandatario extranjero que se caracteriza precisamente por cerrar canales de televisión, y que goza arrojando a la cárcel a gente de la prensa porque no le agrada lo que escriben sobre él. Se trata, por cierto, de Hugo Chávez Frías, un personaje con vínculos sobradamente comprobados con la narcoguerrilla de las FARC. Se trata del mismo individuo que los diplomáticos de toda Europa Occidental califican de "demente". Es la misma persona que continúa cerrando multimillonarios negocios en armamento con Irán. Y hablamos del presidente más amigo de la Argentina. Don Julio De Vido y otros altos funcionarios pretenden excusar esta condenable amistad, tildándola simplemente de "comercial". Pero lo cierto es que ni Washington ni el Pentágono saben apreciar las medias tintas.
Por Matías E. Ruiz, Editor
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